Festival Ciudad Emergente: así se preparan Natalie Pérez, Bambi y Silvina Moreno para la apertura en el Teatro Colón
En una entrevista con LA NACION, los artistas reflexionan sobre el rol de su generación en la música; de qué se desintoxicarían, su mundo ideal y un aspecto donde quisieran ser cuidados
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Uno a uno se van sumando al Zoom con la misma naturalidad que se refleja en sus canciones. Primero lo hace Silvina Moreno, le sigue Gonzalo “Bambi” Moreno Charpentier y por último Natalie Pérez, quien regala una sonrisa sincera y, al ver a sus colegas, celebra: “¡Buen día! No sabía que los iba a ver a ustedes acá”. Esas palabras reflejan la alegría de una coincidencia inesperada entre tres artistas que, tiempo atrás, se cruzaron en un show en Niceto y empezaron a cultivar el deseo de hacer música juntos. “Lo tenemos pendiente pero, por suerte, la vida nos esta juntando de alguna forma”, dicen casi al unísono. Esta noche compartirán el escenario del Teatro Colón como parte del homenaje sinfónico a la ciudad de Buenos Aires que se realizará en la apertura del Festival Ciudad Emergente.
“Vamos a cantar todas canciones que tienen que ver con nuestra amada ciudad. ¿Ustedes son de Buenos Aires los dos, porteños de una pieza?, le pregunta Natalie Pérez a sus colegas.
De momentos, la entrevista se convierte en una charla entre amigos, pero con una periodista de testigo. Es que hay música entre ellos pero también mística, y la vida ya los cruzó antes. Bambi y Silvina Moreno han sido, durante años, “vecinos de ventana a ventana” e hicieron algunas canciones juntos, como el cover de “Crimen” en la edición de 2019 de este festival. En tanto, el ex Tan Biónica y la actriz (que, con humildad, se define como alguien “nuevo en la música”) hicieron el tema “ZZZ”. Del mismo modo, algo en la química entre ellas permite soñar con que pronto compartan versos.
-Después de un año en silencio, ¿qué significa volver a tocar tan masivamente?
Bambi: -Toda la vida lo dimos por sentado, pero ahora nos dimos cuenta cuánto nos hacía falta cantar en vivo y el contacto con otros. Es una emoción inmensa cantar en el Teatro Colón, es mi primera vez. Yo estaba “guardado” y esto me sacó del cuartel de invierno. Estoy trabajando en un álbum, que es un proyecto muy grande en el que me metí como un inconsciente. No quería hacer nada hasta que estuviera el disco terminado, pero no podía dejar pasar esta oportunidad.
Silvina Moreno: -Es un regalo. Qué ganas de que haya todavía más espíritu colaborativo y que hagamos más cosas entre artistas de nuestra generación, porque creo que hace falta.
Bambi: -Artísticamente, nos hace falta relajarnos y compartir la música por el solo hecho de disfrutar. En la Argentina miramos mucho lo que hace el otro y tenemos eso de calcular un poco más, pero la música tiene muy poco que ver con eso. Siempre pongo como ejemplo que El amor después del amor fue recién el séptimo disco de Fito, y uno a veces se apura por llegar rápido a algún lugar.
Ese “compartir” es una de las cosas que más celebran del show que darán en el Colón, donde la Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte de este teatro acompañará a los artistas en la interpretación de grandes canciones que fueron elegidas por vecinos de la ciudad. Natalie hará el tango “La canción de Buenos Aires”; Silvina, “Gente en la calle”, la canción de Fito Páez y Lali Espósito y Bambi, el hit de Tan Biónica, “Ciudad mágica”.
Moreno: -Elegí la canción porque me gustaba a primera impresión, pero después entendí que habla de algo muy fuerte: la gente en situación de calle, que vemos un montón y a veces normalizamos. Están solos y necesitan de nosotros. Entonces, en todo el glamour del Colón y en la cosa mágica de sentirme una afortunada, para mí es fuerte estar cantándole a una realidad tan dura. Es un homenaje a esa gente que necesita ser visibilizada.
En el caso de Bambi su performance tiene otro color: el solía hacer esa canción con su hermano, Santiago “Chano” Moreno Charpentier, quien actualmente está en una clínica de rehabilitación, donde continúa recuperándose tras haber sido baleado en el abdomen por un policía en medio de un confuso episodio que está siendo investigado por la Justicia. Después de varias semanas de tensión y temor en el entorno del artista, hoy las noticias son más alentadoras y el 4 de noviembre Chano vuelve a los escenarios. “Estoy contento de que pueda volver a cantar y de que lo haga en el Luna Park en una fecha que significa tanto para nuestra historia musical a partir de la canción que la inmortalizó” (”La Melodía De Dios”), reflexiona Bambi, y bromea: “Además, es el cumpleaños de Natalie Pérez”.
A unas horas del show en el Colón, este músico frena a recordar cómo fue el momento en el que nació “Ciudad Mágica”. “La escribimos un lunes a las 3 de la mañana, arriba de un micro de gira en Pilar, Córdoba, después de tocar en un boliche. Ni de casualidad imaginamos que nos iba a llevar a tantos lugares y sigue sorprendiéndome”, dice. Y añade: “Amo al país y conozco cada rincón pero, cada vez que entro a Buenos Aires, siento algo en el cuerpo. Una vez tuve la suerte de estar en un avión y que el piloto dijera: ‘Bienvenidos a la ciudad mágica de Buenos Aires’. Ya está”.
Una vez que se bajaron del micro, siguieron inmersos en eso que estaban creando y esa “noche mágica” se extendió en el tiempo: “Me pareció muy importante lo que había pasado artísticamente porque no fue una canción de laboratorio, sino que nació de una guitarra, de la nada. Estuve dos días sin dormir componiendo la música y todas las partes en el estudio”.
Creían tanto en lo que habían hecho que, si bien tenían casi todo el álbum Destinología terminado, decidieron sumarla, incluso desoyendo comentarios de la discográfica de que no debían cantarle a Buenos Aires para que no se pierda la empatía cuando tocaran fuera de suelo porteño. Su relato hace resurgir lo que dijo unos minutos antes: el arte no entiende de cálculos.
Una generación “puente”
-Me da la impresión de que su generación es como un puente y que transita entre la llamada “nueva ola”, marcada por los cambios sociales y las colaboraciones entre artistas, y la camada más tradicional, donde había más rigidez entre los géneros.
Bambi: -Era otro mundo, no solamente en el universo artístico. Hace un par de años se “democratizó” y ahora todo el mundo tiene algo para decir y lo dice. Es una revolución increíble. También pienso que la generación a la que pertenecemos tiene un espíritu más buena onda que la de hace 20 años, donde cada uno estaba en su halo de misterio y había artistas que ni salían a la calle, cosa que algunos siguen profesando. Antes, tampoco se animaban a correrse ni un centímetro de su movida y de lo que tenían conquistado, pero hoy aprendés de otros y conocés la trastienda de cómo trabaja. Es todo ganancia.
Natalie Pérez: -Para mí somos la generación “puente” porque tenemos muchas misiones en este nuevo siglo: el arte, la comunicación, el mundo no binario, cambiar el vocabulario. Los que vienen lo van a llevar adelante, pero nosotros... digo, nosotres tenemos que empujar eso. Igualmente todas las generaciones cambian porque, por suerte, la humanidad evoluciona, si no seríamos todos kamikazes.
Entre la desintoxicación, el cuidado y un mundo de fantasía
-Yendo al último disco de Natalie, ¿de qué quisieran desintoxicarse?
Ante la pregunta, la artífice de Detox -que en noviembre tocará en Córdoba, Rosario, Mendoza y en el Hipódromo de Palermo- comienza a reflexionar sobre el daño que generan los prejuicios. Mientras ella da su postura, desde su ventana del Zoom, Bambi y Silvina levantan sus celulares. “Mi respuesta es esta: el teléfono. Lo tiraría”, bromea Bambi.
Pérez: -Tendríamos que aprender a usar este aparatito, el tema es que nos domó a nosotros, pero lo cierto es que hoy llegás al mundo con un mensaje. También creo que habría que desintoxicarse de la competencia. Hoy nos damos cuenta que uniéndonos, te nutrís y somos mejores. El mundo es muy hostil para uno solo. Yo necesito gente que me ayude.
Bambi: -Además, si todo lo hacés solo, la música se pone aburrida y no hay nada más interesante que ese plato tenga muchas manos y sabores.
Silvina toma la posta y cuenta que -para ella- el camino como cantautora, donde “todo empieza y termina con vos”, a veces se vuelve abrumador. Entonces, suelta: “Yo me siento re sola a veces”. No es la única. Según cuenta esta artista de 34 años -que actualmente está trabajando en su quinto disco-, entre las cantantes de su generación crearon un espacio de descarga dado que tienen preocupaciones comunes como el modo de encajar en el “mundo actual”, el temor por no “pegarla” antes de los 40 años y la presión de ser madres. “Nos empezamos a aliar y a bajarle la espuma a la competencia. Ojalá hubiera más músicos porque hay público para todos”, subraya ante la sonrisa y la mirada atenta de sus colegas.
-En una entrevista, Bambi habló de su canción “Cuando despiertes” y dijo: “Me gusta el concepto de abrir puertas a un mundo de fantasía”. ¿Cómo sería ese mundo?
Bambi: -La música siempre fue mi refugio, desde que soy muy chico. Siento que la política esta muy cerca en la cotidianidad y de mi ser ciudadano, pero el arte está más allá. Entonces, a la hora de encarar la música es la fantasía lo que me convoca, aún hablando de cosas terrenales, como el amor, la muerte o el olvido.
Moreno: -Mi mundo utópico me lo traen mis cinco sobrinos, que tienen entre 2 y 9 años, porque el niño -cuando todavía no renacionaliza tanto- vive en el presente. Estando con ellos entendí que es todo mucho más simple y que, como adultos, nos agobiamos porque nos identificamos con los pensamientos todo el tiempo. El niño es en su esencia y no se cuestiona tanto. Sería un mundo más ideal si la gente estuviera más conectada con lo que está viviendo en cada momento. Uno lo hace cuando se va de vacaciones, pero qué lindo sería conectar en esta urbe y en este quilombo diario.
Pérez: -Yo me imagino un mundo en el que cada uno pueda ser como quiera y que ese ser no sea condicionando a los demás. Obviamente, siempre pienso que podemos cambiar el mundo, pero ¡es tan difícil! Es una frase trillada, pero necesitamos más personas que hagan lo que amen. En ese sentido, los artistas estamos siempre acompañados, porque con una guitarra no estamos solos nunca más en la vida y hay un mundo adentro de cualquier instrumento.
-Uno de los temas más emblemáticos de Silvina es “Cuidame”, ¿de qué les gustaría que los cuiden?
Pérez: -Del futuro y de los malos... Y de las hormigas, no saben, ¡me atacaron la casa y se comieron todas las plantas!
Bambi: -A pesar de tratar de tener una mirada positiva sobre el futuro y de que también creo que estamos evolucionando hacia un lugar mejor, siento que el mundo es re hostil y que el amor entre las personas es el remedio más fuerte. Me parece que ahí hay una clave que tenemos que seguir.
Moreno: -De la hostilidad y el egoísmo, tanto propio como de los demás. Estoy muy alineada con esto de que el amor y las relaciones humanas son lo más fuerte que hay. En mi caso, lo siento en mi familia. A mis 27 tuve una especie de quiebre por estrés y me mostraron un amor muy poderoso. Lo digo y me emociono. Me abrazaron sin juzgarme y sin “te habíamos dicho”. Creo que eso fue de lo que más me cuidaron en mi vida. Hay gente con malas intensiones y perdida, pero el remedio siempre es querernos, contagiarnos de la gente que saca lo mejor de uno y alimentarnos en lo lindo.
Pérez: -El jueves tenía un día re llorona y Sil me esperó para que no me vaya caminando sola. Cuando me subí al auto para irme del Colón, automáticamente empezó a sonar “Cuídame”. Fue todo hermoso y muy simbólico. A veces las canciones llegan en el momento justo.
-¿Y por qué cantan?
Pérez: -Es inevitable. La música es un camino de ida: no tiene salida. Siempre digo que canto lo que no puedo decir. Son cosas que salieron en forma de canción. Pero también es una forma de desintoxicarme y liberarme. Por mucho tiempo, me dio pánico cantar y no quería hacerlo. Pensé que nunca iba a poder, pero mi trabajo como actriz me fue llevando. Me sigue dando un miedo tremendo, y me sigo preguntando por qué me expongo y no soy maestra jardinera. Pero canto para ser feliz y cambiar el mundo.
Bambi: -Para ser feliz y para no estar solo, porque cuando compartimos desde lo visceral es cuando más conectamos, y lo que vuelve es alucinante. Yo quiero seguir conectando y cantar es un buen canal para eso. Mi primer impulso fue aprender a tocar la guitarra para poder cantar, a los 9 años. Después me metí en un grupo donde no era el cantante principal y, cuando dejamos de tocar, dije: “¿Y ahora que hago con mis canciones? Las voy a a tener que cantar yo”. La primera razón por la que me convertí en cantante fue -entonces- para poder seguir diciendo, algo que antes hacía a través de melodías o letras que cantaban otros. Pero es cierto, no podemos hacer otra cosa, aún cuando uno se pone todas las trabas por delante. Es inevitable transmitir lo que está adentro, cantarle a las penas, pero también a esas cosas lindas que no te animás a decir.
Moreno: -Yo lo comparo con hacer tortas: arranqué con un motivo egoísta de aprender a hacer las que me gustan porque quería comerlas, pero ya no las hago para mí, sino para que las disfrute la gente en un encuentro. De chica empecé a cantar porque la música era una manera de sanar una infancia que tuvo sus bemoles. Después, se transformó en eso de que compartirlo es lo más lindo del mundo.
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