Festival BUE: cinco aciertos de la primera jornada
Pelos coloridos, pelotas gigantes para chocar y un setlist ecléctico que terminó con un pogo en el escenario arengado por el mismo Iggy Pop
Miles de personas se reunieron en Tecnópolis, con un solo fin: disfrutar de la música. Con una programación ecléctica y un showman ideal para cerrar el escenario principal, la primera jornada del BUE (hoy es el segundo día) mantuvo al público bien arriba. En medio de un cielo que amenazaba con lluvia y un predio con tres escenarios, tuvo lugar el festival, que volvió después de 10 años. Entre tantas bandas (el line up estuvo compuesto por 16), atracciones paralelas, diferentes tipos de público y un Iggy Pop con ganas de rockear, cinco cosas para destacar.
Pasadas las seis de la tarde, la gente empezó a llegar al festival. La fila de las mujeres triplicaba a la de los hombres. Esta vez se había dado una situación especial: había menos personal de seguridad femenino para recibir a las damas. Ahí estaba Martha, una señora de 70 años, con una remera de Iggy Pop, que estaba ansiosa por llegar a las 11 de la noche para poder escucharlo, aunque antes tenía una cita con El mató a un policía motorizado. "Siempre que viene lo vengo a ver, él es pesado", dijo mientras esperaba.
Las atracciones extra musicales
Adentro del predio, los leds con colores psicodélicos y los artefactos de la ciencia eran la antesala perfecta, como un pasillo lleno de atracciones que devenía en tres escenarios bien diferentes: dos techados (Heineken Arena y Music Box) y uno al aire libre (Ford Fiesta). De a poco el lugar se empezó a llenar. Y, como suele pasar en este tipo de eventos, las diferentes tribus fueron apareciendo. Chicas con pelos coloridos, zapatos grandes, remeras de Iggy Pop, cadenas, camisas hawaianas. Los hipsters, los punks, los cumbieros, todos juntos caminaron durante horas las callecitas de Tecnópolis. Algunos se detuvieron a jugar con las pelotas gigantes (una suerte de autitos chocadores). La gente se metía adentro de un burbuja de plástico y luego entraba a una pista a enfrentarse con las demás. Además del clásico robot de Tecnópolis, las personas se detenían a ver al elefante que mueve las patas y que transporta a un Buda, también el cóndor que abría las alas como símbolo de los pueblos andinos.
Miss Bolivia y una canción de protesta
Antes de terminar el show con "Gente que no", el cover de Todos Tus Muertos, y después de que hiciera tirar unos pasos con "Tomate el palo", Miss Bolivia quiso presentar una canción, pero por cuestión de tiempo o quizá por el impacto que tiene escucharla recitada a capella, decidió compartir solo la letra. La misma hablaba de los femicidios. "No nos maten", pidió la cantante, en medio de estrofas donde la matanza de mujeres se pone en el tintero. Paz Ferreyra convidó a su público de un poco de sus preocupaciones y la gente quedó en silencio por un rato.
Una programación ecléctica
La primera banda en abrir la tarde fue Francisca y los Exploradores, los cordobeses fueron los encargados de poner los primeros toques indies al escenario principal, que después retomarían El mató a un policía motorizado y The Libertines (por primera vez en la Argentina, los británicos se animaron a entonar estrofas de cancha). Y desde ese momento, y hasta las 3 de la mañana, se sucedieron 16 agrupaciones. Si bien el espíritu alternativo es en parte el leit motive del BUE también hubo espacio para el rap (Mala Rodríguez), la cumbia electrónica (Miss Bolivia y Bomba Estéreo) y hasta el reggae (Toots & The Maytals). La escena local tuvo un escenario especial. Por ahí pasaron Yataians, los dubsteros y experimentales Morbo y Mambo, Chancha Via Circuito y su folklore futurista para terminar con las pistas de Villa Diamante. Pero el cierre estaría a cargo del gran Iggy Pop.
Un festival con alcohol y sin menores
Una de las características del BUE es que es un festival donde no está prohibida la venta de alcohol. Más allá de los precios inflados de la cerveza (una lata, $85) y del resto de la propuesta gastronómica (el agua, $60; el pancho, $70; la hamburguesa, $95), el público tenía la posibilidad de tomar alcohol dentro del predio. Lejos de convertirse en un problema, el lugar se mantuvo en calma y los jóvenes convivieron en total armonía. En la entrada, los controles eran dobles: se miraban los documentos, para que no entraran menores, y los bolsos de una manera rigurosa.
Cuando el pogo llegó al escenario
Iggy Pop era la figura más esperada. Miles de personas se aglutinaron a verlo minutos antes de las 11:15, cuando comenzaba el show. La iguana, con sus 69 años, apareció en el escenario y su espíritu rockero se apoderó de Tecnópolis. Sin remera, con su cabellera rubia y larga y unos chupines que le quedaban grandes, no paró de moverse y agitar a los pogueros que se volvieron locos con el setlist festivalero, que incluyó un tema nuevo (de su último disco Post Pop Depression) como clásicos y canciones de The Stooges. La dupla de "The Passenger" con "Lust for Life" abrieron el campo al baile desenfrenado, que después retomarían con "Candy". Durante una hora y media, la iguana demostró porqué está más vigente que nunca. Rockeo y hasta invitó a los pogueros a subir al escenario. De a poco se fue rodeando de seguidores que saltaban a la par que él, pero la cosa se puso espesa. En un momento había más de 30 saltarines sin remeras haciendo un pogo entre instrumentos. Fue ahí cuando Iggy se liberó de ellos con frases como "Take it easy", "Be cool" y los de seguridad de a poco lograron sacarlo del medio del círculo. No faltó algún golpe, pero el estadounidense siguió cantando. Su vigencia es épica. También bajó varias veces a desfilar entre las vallas y el público, con quien desató una conexión sideral.
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