Fémina: el trío de mujeres que fue de la Patagonia al mundo y quiere su revancha en la Argentina
Tocaron en Europa, Estados Unidos, distintos rincones de América y en Australia. El trío Fémina salió de su Patagonia natal para recorrer distintos rincones con su música y, en medio de esa aventura que ya lleva 17 años, recibió la bendición de grandes figuras como el rockero Iggy Pop o el productor británico Will Holland, más conocido como Quantic.
La mística de la banda formada por Clara “Claridad” Miglioli y las hermanas Sofia “Tot” y Clara “Wende” Trucco radica en su versatilidad y en la sensibilidad de su arte. Se lanzaron con una fusión entre lo urbano y la naturaleza, ese estilo distintivo combinaba rap, hip hop, folklore, una pizca de soul, funk y reggae, todo eso mezclado con una tradición bien argentina: las payadas. ¿Cómo resumirlo? Algunos lo categorizan como “rap-fusión”, mientras que ellas hablan de la búsqueda de lo imprevisible. Y así lo resume Sofía al conversar con LA NACION: “La esencia de Fémina está en no encasillarse en un gueto o nicho, sino que vamos abriendo espacios con mucho respeto”.
Sus dos primeros discos (Deshice de mi, 2011, y Traspasa, 2014) fueron independientes. En 2019, sacaron Perlas & Conchas junto a Quantic, y allí incorporaron los sonidos electrónicos en una vuelta a sus orígenes. El repertorio se completa con “Fantástico”, el single que dieron a conocer recientemente y es su propuesta más popera. “Nos pareció el momento oportuno de tirar un sonido diferente, más aggiornado”, resume Wende.
El trío oriundo de San Martín de los Andes comenzó a tocar en el 2004, en escenarios porteños. Clara Miglioli y Sofía Trucco hacían teatro juntas desde chicas y habían viajado a Buenos Aires a estudiar. Ahí fue que el proyecto comenzó a consolidarse, aunque fue cuando llegó la más chica, Wende, que se completó la génesis del grupo.
Sonidos urbanos con una fuerte impronta del rap llevados a la rusticidad de lo natural y conducidos por voces femeninas. Hace más de 15 años. Por triste que resulte, el remate es llamativo: en aquel entonces, no había referencias o muchas mujeres en la industria, algo que -aclaran- no quiere decir que no existieran.
Su referente fue el hermano mayor de Miglioli, Pancho, que tenía una banda de rap. En ese submundo es que se sembró su camino. “Estábamos ahí absorbiendo eso todo el tiempo y flasheábamos con esa historia. Eran casi todos varones, pero había lugar para nosotras”, explica Sofía, que sonríe junto a su amiga al recordar esos momentos en los que se subían -ellas también- a rapear, y lo hacían disfrazadas, fieles al espíritu teatral que las unió desde el principio.
Sin embargo, lejos de esas risas, Miglioli recuerda cuán violento era lo que se generaba alrededor de ese universo: “Nosotras no éramos pandilleras, pero los raperos sí. Muchos hoy están muertos porque se mataron entre ellos. Nosotras crecimos con esas tragedias. Mi hermano perdió un montón de amigos por cuestiones de pandilla muy horribles, que todavía siguen pasando en San Martín, son cosas que no se muestran ni se dicen. ¡Cuántos recuerdos tenemos de las noches en las que se armaba en la calle y había que salir corriendo! Es heavy y crecimos con esa sensación”.
Si bien ellas contaron con ese “espacio de compartir entre todos y todas”, reconocen el sello patriarcal en el rap. “Lo sigue siendo, pero hoy hay muchas mujeres levantándose en favor de la voz femenina y disidente”, destaca Sofía. Y su hermana completa: “El rap es como el nuevo rock, están todes haciendo rap”.
-¿Cómo cambió la escena desde ese entonces a hoy?
Sofía: -Ahora hay más apoyo entre las mujeres. Éramos criadas para competir, entonces éramos 5 que hacíamos rap y nos miraban medio raro. Hoy nos abrimos puertas, guiamos caminos y hacemos canciones juntas. La industria en sí es más colaborativa, pero hay algo muy notorio que se dio por la lucha feminista.
Clara: -La unión y el ser solidarias y colaborativas es algo natural en las mujeres, es ancestral. Hubo un “trastorno” que hizo que creamos que ser mujer es ser competitiva y celosa, que hay lugar para una. Es mentira, y se está volviendo a las raíces de lo que realmente somos.
Cuando comenzaron, el concepto alrededor del término “feminista” era visto con otros ojos, como “una palabra tabú”, recuerda Wende, y sigue: “Con los años, fue tomando las connotaciones que tenía que tener”.
En ese entonces, para algunos que sean tres mujeres haciendo rap significaba una cosa: solo podían estar haciendo “rap feminista”. “Estábamos contando nuestras historias y, obviamente, iba a ser un universo femenino porque somos mujeres y nos salía hablar del ser mujer, y está buenísimo que suceda. ¿Cómo nos íbamos a llamar? Obviamente que Fémina y había un lugar de escucha para eso”, explica Clara.
-En muchas canciones, como “Los Senos”, “La Piel” o incluso en el concepto detrás de Perlas & Conchas, le cantan al cuerpo de la mujer…
Sofía: -Es hablarle a nuestros cuerpos y contar lo que nos pasa. Somos tres mujeres, dentro de cuerpos de mujer, por naturaleza y por elección. Y le cantamos a eso. Empezamos a los 20 años, cuando estábamos descubriendo y aceptándonos; y hay un montón de cosas que nos siguen tocando porque son perpetuas. Hablamos de las preguntas que nos hacemos y las convertimos en canción.
En ese sentido, otra cuestión que resuena en los temas del trío patagónico es la tierra que las vio nacer. “Creo que al venir de San Martín de los Andes, donde el paisaje es tan mágico, inconsciente e indirectamente está reflejado en las cosas que escribimos”, dice Wende. Siguiendo este espíritu, la canción “El Amunche” tiene expresiones en la lengua mapuche y el nombre de su primer álbum (y una de las canciones), Deshice de mi, es un homenaje a la mítica actriz y cantante Tita Merello. Así, al subirse a los escenarios del mundo, se convierten -de alguna manera- en “embajadoras” de la Argentina, aunque no se lo planteen así.
De hecho, en los festivales del mundo de World Music, de los que forman parte, se estila que los artistas compartan algo de su cultura. Y ahí estaban ellas, en Nueva México, rodeadas de personas de distintos lugares, contándoles acerca de la payada -ronda de mate de por medio- y guiando una chacarera. En esa gira, también aprendieron el canto gutural de Mongolia y se quedaron una noche compartiendo música con unos austríacos y senegaleses, que terminaron cantando “Mi perro dinamita”, de Los Redondos.
Pero eso no fue lo más “surrealista” que vivieron en Estados Unidos. El rockero Iggy Pop escuchó su música y las recomendó en su programa de radio. Ellas le mandaron un mail para agradecerle y contarle que iban a tocar en Miami por si quería ir a verlas. Sin embargo, él elevó la apuesta y las invitó a tomar un café a su casa. “Fue como ir a visitar a un tío. Charlamos de la vida, sentaditos en el jardín, mirando el río. Después, nos mostró sus obras de arte, que pintaba en sus épocas más punk y locas. Es un excéntrico, pero muy cálido”, dijeron sobre ese encuentro que después derivó en la colaboración para la canción “Resist”.
En ese entonces, cuando deseaban mucho algo solían decir “angelitos, ¡actívense!”, rezo que hoy reemplazaron por el concepto “manto dorado”. “Es la fuerza de lo simbólico y la magia de la invocación”, reflexiona Wende.
-¿Qué significa tener el pulgar para arriba de artistas como Iggy Pop?
Clara: -De todos los genios y genias que hay en la música, que sea Iggy Pop fue una maravilla. Nunca me hubiera imaginado todo lo que pasó. Es muy generoso porque, sabiendo la llegada que tiene, aprovecha eso para expandir a los oídos música nueva.
Sofía: -Cuando lo teloneamos teníamos mucha incertidumbre. No sabíamos qué iba a pasar con su público y fue hermoso. Después, nos quedamos en las bambalinas viendo su show. Tiene 73 años y lo da todo. Sabía que estábamos ahí y nos bailoteaba. Es muy enraizado y centrado. Le debe haber pasado de todo en la vida, pero siento que está en un momento en el que está eligiendo el buen camino y las pequeñas cosas que valen.
Para ellas, más allá del talento indiscutible del rockero, es importante nutrirse con otras experiencias porque “hacer música habla de las conexiones que hacés con otros y está bueno dejar salir las diferentes vetas que hay adentro”. Por eso, cada una tiene proyectos musicales más allá del que las une: Sofía como solista, bajo el nombre de SofTot; Wende, en dúo con el uruguayo Igna Perez, formó Weste; y Clara Migliori, junto a su hermano “Oli”, en el conjunto Hermandad.
Actualmente, Migliori vive en San Martín de los Andes y las hermanas, en Buenos Aires; algo que nunca fue un obstáculo, hasta el año pasado con la pandemia del coronavirus. De todos modos, una vez que lograron sobrellevar las adversidades de la distancia, decidieron combinar las duplas de hermanos para crear su último single, “Fantástico”. “La forma más fluida era fusionar las hermandades, y ya que yo estoy acá poder conectar con él, con quien tengo una conexión infinita, y que ellas pudieran conectar desde allá”, celebra Clara. Como a todos, la pandemia las obligó a buscar nuevos caminos.
-Tienen una perspectiva internacional, ¿les gustaría girar más por la Argentina?
(Al unísono) -Esa era la idea.
Sofía: -Habíamos tomado esa decisión. Teníamos giras en Europa y Canadá que se cayeron, pero sentíamos el deseo y la necesidad de estar más acá. Nos sentimos bien viajando porque es hermoso, pero nos dimos cuenta de que no estábamos tocando nada en el interior y en Buenos Aires. De hecho, arrancamos el 2020 tocando acá, que era el objetivo y lo que más queríamos.
Este año quizás tengan revancha. Por lo pronto, ellas ya activaron “manto dorado” para que así sea.
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