Fantasías de largo aliento
El músico tiene nuevo disco, inspirado en la crisis de 2001
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Diego Vainer basa su nuevo disco, “Fantasías animadas”, alias que identifica a su proyecto de producciones electrónicas, en esa bisagra de sentido donde el aliento puede ser tanto un gesto vital como la situación social de dar ánimo. “Aliento” es una articulación digital y ambient que primero te deja sin aire y luego, te nebuliza, al volverse canción instrumental. Es, probablemente, la obra más íntima y reflexiva que el músico desarrolló a la par de varios proyectos cinematográficos, teatrales y de producción artística, movilizado por la crisis de 2001.
En los cuatro años que separan su álbum "Arquitectura" de éste, recientemente editado por cuenta propia y de la UMI (Unión de Músicos Independientes), "Fantasías animadas" se planteó cuál era el lugar de la música electrónica en ese aquí y ahora.
"Siempre estuve convencido de que la respuesta a lo que estaba pasando no era samplear cacerolas -asegura Vainer-, ni el color de escapismo que cobró el estallido de la electrónica en ese momento. Recuerdo que cuando me invitaron a participar del festival Sonar de Barcelona, en 2002, un periodista de Suiza me preguntó cuál era la respuesta que estaban dando los músicos electrónicos a la situación de la Argentina. Me encerré a pensar qué era lo que tenía que decir y resultó una producción muy visceral, el disco en el que más desnudo me encuentro; algo tremendamente interno".
Productor artístico de bandas como El Otro Yo, La Portuaria y Rosario Blefari y colaborador eventual de proyectos como Bajo Fondo Tango Club, Vainer muestra en su nuevo CD ese "viaje interno" que realizó entre fines de 2001 y mediados de este año. La expresión final es un relato azarosamente cronológico que, con cada track, plantea una suerte de terapia respiratoria ("Alvéolo", "Aliento", "Esternón"), partiendo desde la sensación de vacío que transmite el dub digital de "Fracción" y la experimentación de "Labor", hasta evaporarse con los segundos finales del epílogo "Ulises" (un confeso homenaje a James Joyce).
Si bien "Fantasías Animadas" es un generador de electrónica fuera de pista -el dance de eventos masivos no es todo lo que el género de moda significa-, su música implica una reacción física, sin que signifique bailar. De hecho, Vainer adhiere a la idea de que, cualquiera de los temas de este álbum podría haber sido parte de "Patito feo", el último trabajo que desarrolló para el grupo de danza teatro El Descueve, y viceversa. "Uno de los desafíos fuertes fue no transformar mi personalidad musical por la necesidad de la obra, y creo que lo logramos. Quizá por eso ahora parezco, después de 8 años con ellos, un «descueve» más".
Otras voces, otros ámbitos
Vainer trabaja simultáneamente en el desarrollo dramático y coreográfico de cada espectáculo de la agrupación desde "Todos Contentos". En teatro, además, lleva un camino andado con Vivi Tellas ("La casa de Bernarda Alba") y Carlos Casella ("Guarania Mía"), entre otros.
"Cuanto más diferentes entre sí son los proyectos de los que participo, más me engancho", admite, frente a su nueva computadora instrumento, quien acaba de terminar su primera participación en un documental, "Las artes de la resistencia", de la directora canadiense Alexandra Guité. "Me encantó hacerlo, por su temática y porque, además, la música no tenía que ser de un estilo específico: va desde la electrónica hasta algo mucho más cálido con guitarras. Se partía de un concepto incidental, nada que ver con lo que fue trabajar, por ejemplo, con Martín Retjman", expresa.
De sus complicidades creativas con el realizador de "Los guantes mágicos" y "Silvia Prieto" acaba de editarse "Música en pantalla", especie de síntesis de bandas de sonido que Vainer compiló para acompañar la flamante filmografía del director en DVD, un lanzamiento del Malba. Además, en cine, compuso la música de "Un buda" y de "Pueblo chico", el largometraje de Fernán Rudnik que se estrenará este mes.
En medio de ese universo profesional, de experiencias versátiles, de las mil y una caras de Diego Vainer, está "Fantasías animadas", un nombre de ilusión que ilumina en la escena a un hombre, una computadora y un teclado. Alguien que está soplando, orgánico y vital, un aliento renovador sobre el mapa electrónico.
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