Fabiana Cantilo: un homenaje a Charly, un gran show y la promesa de que Fito Páez aparecerá otra noche
La excantante de Los Twist empezó su serie de tres shows en el teatro Gran Rex; qué temas hizo, cómo fue el show y cuáles fueron los covers de Charly García que sonaron
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Artista: Fabiana Cantilo. Músicos: Cay Guiterrez (teclados dirección musical y arreglos), Dario Casciaro (guitarra y voces), Silvio Ottolini (batería y programación de pistas), Andrés “Colo” Dulcet (bajo), Ishi Guitiérrez (asistente de arreglos y dirección musical y acordeón), Marisa Mere (coros y guitarra), Juan Torres Fernández (saxo), Franco Espindola (trombón), Bruno Lazzarini (trompeta), Maria Cañardo y Valentina Guirigay Colmenares (violines), Paula Sadovnik (cello) y Federico Berthet (viola). Sala: Teatro Gran Rex. Próximas funciones: domingo 1° y martes 3 de octubre. Nuestra calificación: muy bueno.
Siempre es seductora la idea de convertirnos, al menos por un rato, en aquello que no nos animamos a ser (por el motivo que fuera). Pararnos frente a un micrófono y ser la Fabiana Cantilo de la biopic de Fito Páez, El amor después del amor, con todo su desenfado, su extraversión, su vida haciendo equilibrio por ciertas cornisas de excesos y rescates; su búsqueda de símbolos de paz y esa voz que la pone “brillante sobre el mic... en una mano”. Todo aquello es parte de una realidad: la de Fabiana Cantilo, la de carne y hueso; no la realidad de los que estaban en el teatro Gran Rex observándola. Pero entre lo que es y lo que nos gustaría ser (o haber sido) se crea una complicidad tal que, en algún punto, todos quieren jugar el mismo juego.
Sindicada como una de las grandes voces del rock argentino que surgieron en la década del ochenta, Cantilo siempre estuvo activa en todo lo referido a cuestiones musicales. Con altos y bajos, como en la vida de misma de cualquier mortal, pero siempre subiendo a escenarios y, cada tanto, grabando discos. Si con el show del sábado inició una saga de tres funciones en el teatro Gran Rex fue porque la biopic de Neflix le dio un nuevo empujoncito a su vida profesional y seguramente sumó nuevos públicos a los fieles que ya tiene desde hace algunas décadas. En las edades del público se pudo ver recortes generacionales que probablemente tuvieran que ver con este nuevo impulso, a partir de lo que sucedió en la pantalla.
Semanas atrás, durante una charla con LA NACION, adelantó: “En el Gran Rex voy a preguntar: ¿Quiénes vinieron por la serie? Hay un tema inédito. Fito me hizo un tema que no entró en la serie y que lo vamos a hacer en los shows. Vamos a ver si viene, no sé si va a estar de gira. Yo hago todo como si no viniese y si llega a venir nos va a sorprender a todos”. El sábado no fue. Pero en bambalinas se oyó decir que en uno de los dos conciertos restantes sí estará.
Y, para ser justos, todo lo que pasó sobre el escenario en más de dos horas de show no es resultado de una biopic sino de una carrera de más de cuatro décadas. O, para hilar más fino, del nuevo orden que propone para su vida una persona que allá a principios de los ochenta comenzó a dar sus primeros pasos en el rock local, primero como parte de un grupo y luego como solista. Como si atrás hubieran quedado esos tiempos de shows desordenados (incluso caóticos) y hoy se deja ver a una Fabiana Cantilo más profesional en el sentido del negocio del espectáculo e inesperada (sí, todo al mismo tiempo), como lo fue toda la vida. Con sus comentarios sin filtro que convierten, de a ratitos, su recital en una especie de stand up vertiginoso.
Por supuesto, es, también esa Fabiana que se ve en la biopic. Pero solo en parte. Porque resulta que hay un episodio de sus años junto a Fito Páez que no aparece en los capítulos de la serie. Sin embargo, inspiraron una canción que, según dijo, se interpretó en este show por primera vez. La chispa se produjo cuando la encargada de la puesta en escena del show le dijo a la protagonista que quería trabajar con el color naranja. Y Fabiana recordó cuando vivía con Páez en una casa en La Boca y él vio el color naranja de su aura. De ahí salió una canción que simplemente se llamó “F y F”.
Fue uno de los momentos más emotivos de su recital, pero no el único. Más allá de que Netflix le haya sumado algo de público, en esa primera función hubo una audiencia fiel que la conoce desde hace muchos años y que corea sus canciones o sabe que tal tema, de su último álbum, es el que le dedicó a una de sus gatas. Todo eso se expresó y se percibió. Y el show, en general, dio cuenta de que en un contexto armonioso, las canciones pudieron lucirse.
Es raro, el eclecticismo estético de ese repertorio pudo haber desencadenado en un recital absolutamente variopinto. Sin embargo, con los pilares de su producción bien plantados, cada canción se convirtió en una historia en si misma y sin que el contraste en el paso de una a otra fuera algo disonante.
Los visuales diseñados por Bárbara Márquez le dieron fluidez al espectáculo. Sin bien las fundas de papel film de las estructuras sufrieron cierto anacronismo “circa” época del Parakultural, los visuales desplejados en un fuelle de pantallas resultaron de lo más efectivos. A la banda se sumaron dos secciones, una de cuerdas y otra de metales, lo que le dio mayor elasticidad a la propuesta y le permitió a Fabiana pasar de la ricotera “La gran Bestia Pop” a una especie de mashup de rasguido doble con guarania y freestyle; o de un par de hits de Páez o Calamaro a “Canción sin miedo” (tema que acompaña el “ni una menos”) y de allí a los títulos que tuvieron más éxito en el repertorio de Cantilo: ”Llego tarde”, “Nada es para siempre”, “Mary Poppins y el deshollinador”, “Ya fue” y el blues “Algo mejor”, para el que decidió tomar el mando de la banda desde la batería.
Esta vez no habló del tiempo que no ve a Charly García, solo se limitó a dar dos buenas versiones de “Bancate ese defecto” y “Demoliendo hoteles” y a rematar con dos frases: “Amamos a Charly. Estas letras las hizo hace mil, eso es un genio”. La verbosidad de la cantante hizo que involucrara en el show a todo lo que cruzó en ese momento por su mente. La admiración por las vedettes que podían subir o bajar, con tacones muy altos, escaleras ubicadas sobre el escenario como las que habían puesto para ese show. O el pedido de su madre (sentada en la platea) de que ya no diga su edad. Pero Fabiana no paró de insistir: “Soy de la época del cospel”. Y a pesar de que realmente lo es, goza de un público muy juvenil, mayoritariamente femenino. Sin duda ha sido un buen plan para ellas ir a ver a Fabi Cantilo en grupo.
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