La cantante habla de todo en una charla a fondo con LA NACION: la lucha contra sus adicciones, los “10 años y 10 meses” que lleva sin consumir sustancia alguna, su relación con Fito Páez, lo que opina de la serie de Netflix, El amor después del amor y los tres shows que dará en el Gran Rex
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Fabiana Cantilo quiere hablar de su colaboración con la Fundación Planeta Vivo Argentina, que preside Fernando Pieroni y que rescata animales en cautiverio. Pero no es el único tema sobre el que está dispuesta a conversar. La cita es en un café pet friendly de Palermo en medio de los últimos ensayos y detalles que aun faltan resolver en la previa de sus tres shows en el Gran Rex, el 30 de septiembre y el 1° y 3 de octubre.
El boom que generó la serie de Netflix, El amor después del amor y lo que despertó en ella el recordar su juventud, su romance con Fito Páez, la experimentación musical de los años 80 y los excesos son parte de una extensa charla que, como ella, va de un tema a otro, abre decenas de ventanas y vuelve siempre con la sinceridad como materia prima. Fabi Cantilo se encuentra en un gran momento personal y profesional, a poco de estrenar la primera película que la tendrá como protagonista, Lágrimas de fuego, que dirige Gabriel Grieco y que nació a partir de una idea de la cantante, y a días de los shows que no solo marcarán su reencuentro grande con los porteños sino muy probablemente el comienzo de una nueva etapa.
-¿Qué pasó esa última vez para que fuera realmente la última?
-A los 22 empezamos todos a consumir. Era normal en el rock. A mí no me gustaba, me despertaba al otro día y me quería matar. Tuve distintos tratamientos y en el 2001 entré en Narcóticos Anónimos. De ahí en adelante pasaron diez años en los que tuve una recaída por año. Me quería matar. Hacía cualquiera, me iban a buscar mis amigos a lugares extraños. No lo podía evitar porque la cocaína te saca la angustia y yo, básicamente, soy una persona angustiada. Yo hago un trabajo espiritual desde chica y vino a mi vida el prior de la orden templaria, Víctor Bassino, al que se llevaron los santos antes de la pandemia. Ese señor me enseñaba la vida de Cristo, no la vida de la Iglesia. Los templarios son una orden muy antigua y muy humilde. Él me empezó a enseñar un montón de cosas y un día me dijo: “Tengo un mensaje de los Maestros Ascendidos para vos. Si volvés a recaer te sacan la protección. Y dije: “¡No!, no me saquen la protección”. Así que nunca más. De eso hace exactos 10 años y 10 meses. Los 7 de cada mes cumplo. Tenés que elegir un día y elegí el 7 para cumplir. Creo en la numerología también. Además, en un taller budista prometí no volver a comer animales. Cuando tenía 19 años me hice vegetariana. ¿Querés que te cuente?
-¡Por supuesto!
-Había leído un libro, Yo visité Ganímedes, de Josip Ibrahim. Y la preparación para ir a Ganímides, que es una de las seis lunas naturales de Júpiter, se hacía en el Himalaya y todos eran vegetarianos. Lo leí a los 19 y ¡pum! Me hice vegetariana. Empecé a leer las propiedades del repollo, de todo y con el tiempo lo dejé y volví en varias ocasiones, hasta que la maestra de este taller budista, nuestra querida Florencia, me dijo: “Los budistas no comen carne”. En el budismo enseñan que vos tenés otras vidas y elegís tu propia vida en estado angélico. Entonces no hay a quien culpar, te hacés responsable.
-¿Te fuiste a vivir al Tigre un tiempo atrás?
-Sí, pero fue antes de la última recaída. Yo tenía recaídas y eran tremendas. Cuando tomás cocaína no querés que venga el bajón. La cocaína es muy tóxica, dicen que es la venganza del Inca, la maldición sobre el hombre blanco. Yo vivía acá en un departamento de un ambiente que me había comprado con mis ahorros. Hasta ahí tuve ahorros. Viví un montón de años en el centro y me fui a vivir a Tigre y no sé muy bien por qué. El departamento lo vendí y en dos años me gasté 60.000 dólares en viajes, en invitar a comer a amigos y también a mis amigos de la villa, porque iba a comprar y los invitaba a la pileta. Viste que soy un poquito delirante... Venían a mi casa mis amigas y decían: “Bueno, muchachos, ya es hora de irse”. No sé por qué terminé en el Tigre. Cinthia Benítez me rescató. Ahí casi la quedo. Cinthia llamó a la ambulancia, me internaron y estuve dos semanas. Me dieron varias oportunidades, me tiraron varias sogas. Sé ve que vine al mundo para algo. Hay que ir bajito, tranquilo y estar contento con lo que uno hace.
-Tras la última recaída ingresaste a Narcóticos Anónimos. ¿Cómo son sus charlas, cómo es su funcionamiento?
-Somos gente de diferentes clases sociales, sin apellido, en pos de dar lo mejor y estamos en todas partes del mundo. Señores, esto es el comunismo de verdad y quiero desmitificar eso de que es una secta. La verdad es que el único lugar donde vi que funcionaba este tipo de mecanismo es acá. Creo que el mundo está llegando a un lugar límite, aunque yo tengo fe. Mis informantes espirituales dicen que empezar a no comer carne es un paso para el nuevo hombre. Ya con eso te elevás espiritualmente. Teóricamente estamos accediendo a otro lugar, aunque las fuerzas oscuras quieren que no. No me importa quedar como una loca, lo digo: la luz ganó, pero el mal no se va sin pelear. Entonces, todo lo que está pasando de horrible es el último manotazo de ahogado.
-Hablemos de la serie y de la película sobre el primer disco de Los Twist, 29 horas y media, que se estrenará próximamente. En un año aparecieron dos Fabi Cantilo de ficción, Mica Riera, en El amor después del amor y ahora Sofi Morandi.
-¿La van a estrenar? Porque yo no tengo nada que ver con esa película. No creo que la puedan estrenar, ¿eh? Porque la única Fabi Cantilo autorizada por mí es Mica (Riera).
-Pero ya estaba elegida para la serie cuando la conociste, ¡no?
-Sí, pero venía del lado de Fito que es un hombre del bien. Fito me devolvió todo lo que yo misma me saqué por consumir sustancias tóxicas. Todos los cuentos de los adictos son parecidos: que perdieron todo, que... algunos perdieron la vida y no la pueden contar. A mí me dieron una segunda vida, por eso apoyo causas nobles como la de Fer Pieroni.
-Al principio hubo un malentendido con respecto a qué te había parecido El amor después del amor, la serie...
-Fui yo que dije que no iba a decir nada y no sé qué dije. Sí me parece que la forma de relatar los ensayos es muy infantil. Fito no quería eso, quería lo mismo que yo, pero cuando firmás un contrato con una plataforma tenés que acceder a algunas cosas.
-La serie fue tema de conversación durante mucho tiempo...
-Sí y me vino bárbaro eso, mirá cómo se vendieron los Gran Rex.
-Y gracias a la serie te conoció una generación de pibes que quizás no había oído hablar de vos o sí, pero aún no había escuchado tu música.
-Es verdad eso. En el Gran Rex voy a preguntar: ¡quiénes vinieron por la serie? (risas) Hay un tema inédito. Fito me hizo un tema que no entró en la serie y que lo vamos a hacer en los shows. Vamos a ver si viene, no sé si va a estar de gira. Yo hago todo como si no viniese y si llega a venir nos va a sorprender a todos. Lo entiendo y no me importa, como no me importaba la serie. Yo en realidad quería que no la hiciera porque habla de mi intimidad, si bien en las notas cuento cosas, después me quiero matar por lo que dije.
-¿Te habías distanciado de Fito?
-No, no me había distanciado, pero ahora estamos más unidos que nunca y nadie sabe bien por qué. Yo siempre estoy ahí, pero él a veces se pone más fóbico. Él tiene su mujer, sus mujeres a lo largo de la vida y tiene hijos, ¡hijos! Yo tengo tres gatas y es un montón. Tengo una relación ridícula con mis gatas. Cuando estoy sola con ellas entro en un universo paralelo. Un día en el que Fito no me atendía el teléfono caí en la cuenta. ¡Tiene hijos! ¡No puedo ser tan egocéntrica! Lo que cuenta la serie es un poco lo que pasó, yo no quería pero finalmente la hicimos. Llegamos a un acuerdo pero después a Fito mucho no le gustó lo que sucedió. Yo no quiero hablar, lo tiene que decir él, pero la forma en la que está contada es un poco infantil. El actor que hace de Fito (Iván Hochman) es un genio, pero Fito tiene más carácter. No era tan sumiso de joven, era una bestia. Santo de mi alma, no te dabas cuenta todo lo que sufría. Cuando vi la serie me puse a llorar. ¡Perdón Fito! Yo la ligué sin comerla ni beberla. Es un montón. Podría haberme opuesto (a la serie), pero no me importaba por que yo blanqueé mi problema con las drogas, pero hay un montón de cosas inventadas y otras que pasaron y que no se cuentan.
-En las notas siempre hablaste de temas personales, de tus adicciones, cosa que quizás no siempre hicieron los grandes solistas varones del rock argentino, ¿no?
-Yo siempre blanqueé. No había pensado en eso. Charly (García) era más bestia en las entrevistas, se ofendía, se enojaba, pero no sé en la época de Sui Generis.
-¿Estás en contacto con Charly?
-No me lo dejan ver y ya dejé de insistir. Fito está en contacto con la situación. No sé si no me quieren. Es raro todo. Ojalá pueda reencontrarme. Es triste. Yo me acuerdo de lo que era Charly. Tiene la edad de León (Gieco) y León está bárbaro. Es lo que pasa cuando tenés muchos problemas y no los podés solucionar.
-Se cumplen 40 años de La dicha en movimiento, el primer disco de Los Twist. ¿Qué te acordás de esa época?
-Sí, pero no empezó todo ahí, ¿eh? Yo tocaba en pubs antes de eso. Yo a Pipo (Cipolatti) lo conocí por Miguel Zavaleta (cantante de Suéter), pero no sé cómo lo conocí a Miguel. Un día cayeron Pipo y (Daniel) Melingo. En ese momento solo fumábamos. Había un montón de seres raros, era el año 80, más o menos. Estaban los militares todavía. Hicimos los Ring Club con Vivi Tellas y Víctor Kesselman guionando una situación completamente delirante. Ahí coincidimos los pre Abuelos, los pre Twist y los pre Suéter, todos disfrazados tocando como si fuera un juicio oral. Uno hacía de juez, Zavaleta era el abogado defensor y Kesselman era el fiscal. Todos los temas eran pruebas de no se qué, ya no me acuerdo. Era una demencia, eso sí. Y eso empezó a crecer y de ahí salieron Los Twist, Los Abuelos de la Nada, que estaban peleados entre sí porque tenían un integrante en común, Melingo. Un día viene Melingo y nos dice: vamos a grabar y como no nos creían que fuéramos a hacer un disco nos dieron solo tres días el estudio. ¡El disco más importante de la historia del rock local se grabó en tres días! Hablemos de delirios, ¿no? ¿Cuál es la clave del éxito? ¡No existe!
-Ese disco lo produjo Charly García. Después te fuiste de gira con él, ¿no?
. Sí, Charly nos llevó de gira. Se llevó a Gonzo (Palacios), a Melingo y a mí, y lo dejó a Pipo (Cipolatti). Yo a Charly ya lo había conocido. Yo estaba atrás de Pedro Aznar, pero no me daba bola. Charly después nos llevó con las Bay Biscuit a hacer “Marcianitas”, una canción de Billy Cafaro. Otro delirio. Salíamos de un cohete y Charly nos presentaba en medio de su show. ¡La gente nos abucheaba! Teníamos un corazón de brillos en el culo. El país no estaba preparado para eso. Una genialidad que nunca más volví a vivir.
-Y a Fito cómo lo conociste?
-En los ensayos con Charly. Eso sí está bien en la serie. Pegamos onda con mi espadachín.
-¿Lo viste y te enamoraste?
–Lo vi y la cara me resultaba… no me enamoré en el primer momento pero él sí, me vio y le encanté. Después sí, le empecé a preguntar de los ovnis y empezamos a hablar. En la gira nos empezamos a mirar. A mí me gustaban los flacos pálidos con el pelo largo. Yo creo que él me raptó en otra vida, me tenía atada en un castillo y me hacía cosas horrendas. Ponele que hay un síndrome de Estocolmo dando vueltas. A todo esto yo tenía un novio que vivía en Zona Norte. El 152 va de Olivos a La Boca y en un Año Nuevo no me decidía, así que la pasé arriba del colectivo. Para un lado del viaje estaba Fito, para el otro mi novio. Es que yo estaba con Fito y de golpe me daba culpa y me iba con el otro. Un horror. Así terminé, ¿no? La verdad es que estoy chocha de estar ahora en mi casa tranquila, con mis gatas. Yo era muy salidora y Fito fue un santo al lado de los que vinieron después. Yo estaba pero no estaba, un poco se muestra eso en la serie, cuando lo llaman para contarle lo del padre. Y los Gran Rex son gracias a esto y a que apareció un productor grosso, don Eduardo, que le dijo a María (su manager): “Quiero hacer un Luna Park con Fabi”. Yo dije: “Luna Park no, suena mal: quiero un Gran Rex”. Y salieron tres.
-Hace poco emprendiste una gira por Europa, ¿cómo te fue?
–Muy bien, gracias los políticos que hicieron que la gente se fuera de la la Argentina. Gracias a ellos tengo a quien cantarle en el exterior. No voy a dar nombres, pero hubo varias razones por las cuales se fueron muchos argentinos. Yo me fui de mochilera hace muchísimos años pero nunca´me había ido de gira un mes. Nunca me fui un mes de mi casa, solo con Charly, durante la gira de Clics modernos. Así que ahora hice todas las canciones que la gente quería escuchar, como “Mi enfermedad”. Uno quiere que conozcan otras canciones, no solo las que las disqueras promocionaron, pero está bien darles lo que quieren escuchar.
-Tenés una extensa trayectoria como compositora, además de intérprete de temas ajenos...
-Cuando empecé no componía. En Los Twist no componía, en Detectives (su primer disco solista) solo un tema, en Los Perros Calientes la mayoría de las canciones eran de Gabriel Carámbula, y recién en mi tercer disco, Algo mejor, había más temas propios. Y los temas que más se hacían famosos eran los de Charly, los de Fito o los de (Andrés) Calamaro. Con el tiempo me dediqué a componer más y en ¿De qué se ríen? (1998) todos los temas son míos. Me acuerdo que hice la tapa con Nahuel Lerena con todos chanchitos. Yo soy chancho en el horóscopo chino. Tenía 35 años. Era una especie de refugio antiaéreo. Me hice la cara de chancho de látex y me dijeron: “¿Qué te hacés la Björk? Las críticas fueron un horror y me la fumé. Pero me dolió. Y no es que era más difícil por ser mujer, porque todos me querían a mí, Fito, Luis, Charly, que es el que me dio lugar. Igual yo me boicoteé un montón. Una mujer que se droga es peor vista que un hombre que se droga, por eso no me llevaron a ningún lado ni me hicieron giras. Me tenían miedo. Pero ya está y está bueno remarcar que hace diez años y diez meses que no uso ninguna sustancia y tampoco como carne.
-¿Cómo lo conociste a Fernando Pieroni y cómo te involucraste con su fundación?
-Lo conocimos a Fer cuando estaba empezando a ayudar a animales en estado de abandono. Baby, mi personal manager, me habló del lugar que tenía en Berazategui y fuimos para allá. Vimos los chanchitos bebés, los gansos. Él vive con Nati Alaniz, que es la madre de su hija India. Y está bueno apoyar la lucha de alguien que conocés. Tiene un santuario en Entre Ríos con su socio para los animales que no pueden volver a la selva. Hacen un gran trabajo.
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