Fabián Schultz, "el policía cantor": el día en que Marcelo Tinelli le cambió la vida
A mediados de los 80, el aspirante Fabián Crespo Schultz era una ruina cada vez que volvía de la Vucetich a su casa en Lanús. "Nos hacían arrancar el pasto con las manos, estábamos todo el día a pleno rayo del sol y después nos hacían bañar con agua fría. Traía las orejas ampolladas, el pecho ensangrentado", recuerda. Antes de entrar a la academia de policía había sido abanderado, tanto en la primaria como en la secundaria, y ahí estaba ahora: rompiéndose el lomo, bastante literalmente.
Lidia, su mamá, se lo hacía notar: "Cómo hacés esto vos que siempre estudiaste, tenés que hacer otra carrera", ponía fichas cada vez que lo veía arrastrarse desde la puerta. Pero otra voz pesaba más: era la de papá Ramón, que atajaba cada lamento de su esposa con un: "No me lo acobardes al chico, que haga lo que le gusta". Más de treinta años después Fabián sigue usando aquel incentivo de su padre como mantra: "Cada vez que hago algo me acuerdo de eso: no te acobardes, hacé lo que te gusta".
El primer lunes de junio de 2001, Fabián se relajaba después de una larga jornada de trabajo en el Comando de Esteban Echeverría mirando -todavía en aquella casa del sur bonaerense- el programa que en ese momento todavía se llamaba Videomatch. No parecía nada fuera de lo común: le gustaba distraerse con la televisión y era fiel seguidor del show de Marcelo Tinelli. Sin embargo, la vida le reservaba una sorpresa: "Lo que yo no sabía era que al lunes siguiente iba a estar cantando ahí".
Para saber cómo llegó de una semana a otra, Fabián Schultz, "el policía cantor", al programa de Tinelli hay que remontarse a una mañana de 1996 en la que llegó temprano al edificio de la Policía Bonaerense, en La Plata, y se puso a entonar algo, no recuerda qué. "Vos te tenés que dedicar a cantar", lo incentivó un compañero, y le sembró la inquietud. Esa misma noche se echó a mirar -cómo no- Videomatch, donde Valeria Lynch le hacía una cámara oculta a su colega Guillermo Guido (aquel de "Sobre tu piel") y tuvo una idea. "Llamé a la producción y me pasaron el teléfono de Guillermo. Empecé a tomar clases con él: la tercera clase ya estaba grabando", dice.
Lo que empezó como un hobby terminó convirtiéndose -consejo de su maestro mediante- en una vocación con cierto grado de profesionalismo. Grabó unos temas para un disco y a uno de ellos, "Fiebre de amor" -la historia de un romance entre un oficial de policía y una prostituta- le hizo un video. Por medio de la gente con la que trabajó en el clip conoció a Luis González, un compositor que había colaborado con "El Puma" José Luis Rodríguez, y esa asociación sería una bisagra en una carrera musical que, mientras tanto, seguía corriendo de atrás a su labor en la fuerza y su cursada universitaria de Relaciones Públicas.
"Vos ves las películas y las series policiales, que en ese momento eran Los ángeles de Charlie, Chips y eso, y te imaginás que desde que entrás vas a estar a los tiros o investigando. Y nada que ver", dice Schultz. En el 86 salió de la escuela Vucetich, además de magullado, con el mejor promedio de su promoción, y de ahí fue a la comisaría 1ra de Lomas de Zamora, donde "aprendés o aprendés, porque hay mucho trabajo".
Se le daban muy bien los sumarios administrativos, a los que sus colegas "les tenían miedo". La carrera lo llevó por Inteligencia, por el área judicial y por La Plata, donde aprovechó por primera vez sus estudios de RR.PP. a instancias del Jefe de Policía de aquel momento, el polémico Pedro Klodczyk, aquél de la tapa de la revista noticias sobre la "maldita policía" ("no sé qué antecedentes penales tendría, o qué mala fama, pero conmigo Klodczyk fue un caballero. Algo que recuerdo de él es que cuando yo estaba en Ceremonial, el único jefe que te miraba a los ojos cuando le entregabas la bandera para dársela a un familiar de un caído, era Klodczyk. Los otros me parecía que lo hacían como un trámite", recuerda Fabián).
También tuvo un período fuera de la fuerza, por haber pedido la baja a instancias de un "comisario bastante maldito que me quería hacer un sumario… hay mucha persecuta", dice. Y no sería ese su único desencanto con el mundo de la seguridad. "La Policía no hizo mucho, lo cual me dolió", dice, respecto a la deficiente investigación en el caso por el asesinato de Ramón Schultz, el padre que lo instaba a no acobadarse.
"Me hubiera encantado que encontraran a quienes mataron a mi papá, pero el juez que intervino en la causa nunca los encontró", dice. Ariel González Elicabe se llamaba el magistrado (el mismo del caso Rodrigo Bueno) a cargo del crimen de Ramón, acribillado en 1991 por tres hombres que entraron a robar a la planta de gas donde trabajaba. "Nunca nos recibió, nos atendía una oficial mayor. Después lo he visto en entrevistas que hablaba de la Justicia: un caradura total", cuenta Fabián, que en sus clases de psicología en la universidad aprendió a no generalizar: "Porque un juez es incompetente no voy a decir que la justicia es incompetente, y tampoco con la policía". Eso salvó su vocación.
Volvió, entonces, a la Bonaerense, y recaló en Esteban Echeverría. Ahí cumplía funciones cuando conoció a Luis González, que le ofreció aquella canción que el Puma había rechazado para grabar el no-tan-hit que decía: "Una morocha color café, que se menea mirandomé...". "Luis me decía que tenía que participar con ‘Chica latina’ en algún concurso, porque él había ganado doce festivales internacionales", dice Fabián. Sin mucha expectativa le hizo caso y se anotó en la categoría Mejor Canción Original Romántica/Pop del XXI Festival de la Canción Latinoamericana de California. Pasó tres jurados y quedó a la espera del cuarto y definitivo.
Por su trabajo en Ceremonial y Protocolo tenía contacto con la prensa de policiales. Un día le comentó a un periodista de la Agencia Télam que se había inscripto en un certamen de canto. "Me tiraron un cable diciendo que yo estaba participando y me llamaron de Clarín. Me hicieron una nota de cinco renglones en Telones y Pantallas que decía ‘El policía cantor’. Al día siguiente tenía el resultado: yo decía ‘si no llego a ganar me mato’, porque iba a ser un quemo total".
El día siguiente era aquel primer lunes de junio de 2001, en el que Fabián miraba Tinelli sin saber lo que le esperaba. "¿A que no sabés quién ganó?", le dijo su hermana Alejandra, fallecida en 2011. "No, ¿quién?", preguntó él con ingenuidad. "¡Vos, tonto!". Todo lo que siguió fue meteórico. Crónica y TN dando la noticia. Canal 26 entrevistándolo en su casa a las 3 de la madrugada. Un mini show en Petti en vivo, el late night que Roberto Pettinato conducía junto a Flor de la V en Azul Televisión ("Ubicate. No ahora, donde todo lo que es chicas trans está bien visto: hace veinte años yo, sin pedir autorización a nadie de la policía, me fui a hacer un musical, y era un policía bailando con -como se decía en el momento- un travesti"). Georgina Barbarossa, Carmen Barbieri, Susana Giménez y -al lunes siguiente- Marcelo Tinelli: su diáspora televisiva (que, aunque abarcó alrededor de doscientas apariciones, no incluyó a Mirtha Legrand) lo convirtió en una cara conocida de inmediato.
Todo esto lo hacía en sus francos: al Comando no faltó un solo día. "Una vez un oficial que me tenía bronca me dice: ‘Vas a salir a controlar los bancos’. Le dije que sí, que cuál era el problema. ‘No, te digo, como vos ya sos famoso’, me contestó. Pensaba que me iba a correr con eso". Fabián sacó pecho, se puso el chaleco antibalas y salió. "Lo chistoso es que yo iba al banco, me veía gente y me pedían autógrafos", recuerda. Lo mismo cuando viajaba en tren, puntillosamente uniformado: "Hubo gente que me dijo: ‘Yo le tenía bronca a la policía y por vos ahora me cae bien’. Tené en cuenta que hacía poquito tiempo que había ocurrido la Masacre de Ramallo: la policía Bonaerense era el demonio", dice.
La fama le cayó bien, dice, porque llovían los canjes: "Hay gente que te quiere vestir, calzar, cortar el pelo", enumera. Pero también tiene su lado negativo: "No sabés si una persona se acerca a vos para ser famosa o realmente lo siente. O si se acerca a vos como persona o como personaje. En un primer momento no podés discernir quién se acerca sinceramente y quién por interés. Con el tiempo te vas poniendo más canchero", explica.
Hoy Fabián ejerce las Relaciones Públicas en una mutual policial y en la Fundación Antropológica en Ciencias de la Seguridad. Aunque sigue rondando el mundillo, ya no es parte de la Fuerza. "En 2005 pedí licencia sin goce de sueldo y me fui a Miami. Hacía de todo allá: trabajaba en restaurants, en una empresa de suplementos dietarios, he tenido participaciones a través de una agencia en telenovelas como actor, como extra, como cantante", dice.
Al año expiraba la licencia y debía tomar una decisión: optó por quedarse en Estados Unidos. Dos años después volvió y tuvo un segundo momento álgido con una participación en Cantando por un sueño, otro programa de la figura televisiva que nunca deja de intervenir en su vida: Marcelo Tinelli. Y hasta nuestros días sigue en Lanús, al cuidado de su mamá Lidia, sin salir ni a la vereda por la cuarentena y sin lamentarlo demasiado ("Como me decían de chico: no soy callejero. Me encanta hacer las cosas de la casa") y grabando más música (sus últimas dos canciones se llaman "Todo lo que sube, baja" y "Al natural") aún en tiempos no muy prósperos para el arte. "No te acobardes, hacé lo que te gusta", repite Ramón desde donde está, y Fabián escucha y acata.
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