"Este año fue intenso como dos juntos"
Juan Pablo Ledo se destacó en 2007
Este fin de semana cumplió 26 años sobre el escenario, como intérprete principal de Paquita en las funciones de cierre de la temporada del Ballet Estable del Teatro Colón, en el Alvear. Ayer estrenó en la sala Astengo de Rosario su nueva coreografía de tap (cierto que decidió incursionar en la comedia musical, ponerle chapitasa sus zapatos y tomar clases de teatro y canto). Y, otra vez en roles tradicionales, esos que adora, la semana próxima se presentará en Mar del Plata, y el 27 y 28 hará Don Quijote en su primera visita a San Luis: una de las pocas provincias del país que todavía no tuvo la posibilidad de ver al brillante y temperamental Juan Pablo Ledo.
Con toda la frescura de la juventud y una inusual y valiosa experiencia acaudalada hasta aquí -se sumó al Ballet Argentino de Julio Bocca no bien egresó del Instituto Superior de Arte del Colón y en 2002 formó parte de las filas del Ballet Contemporáneo del San Martín-, Ledo se luce en el cuerpo de baile de la compañía oficial, que a menudo lo promueve con roles de envergadura. Pero en 2007 ("un año tan intenso que parece que fueron dos juntos"), el bailarín recibió inesperadas convocatorias. Como la que le hizo Eleonora Cassano, de salir de gira por el interior del país como su partenaire , con quien bailó luego en la despedida de Bocca del Opera, además de oportunidades internacionales: llegó a Santo Domingo como sobrio embajador en la Gala de las Estrellas de la Danza Mundial y en Paraguay probó a fuego su osadía cuando respondió en suspensor a un pedido de streaptease artístico.
Ledo es expresivo con los ojos, con la sonrisa, con la respiración (inspira profundo, como si se tragara un suspiro) cuando dice: "Este año fue el que Dios me regaló. No puedo reconocer solamente el trabajo, sino lo que Dios fue poniendo para que yo lo hiciera de esta manera". Es creyente, agradecido y tiene los pies en el suelo, aun cuando vuela. "Creo que un cúmulo de cosas. Siempre voy a agradecer al trabajo que me dio Julio cuando solamente tenía la formación de la escuela; después vinieron los dos años en el San Martín, en los que Mauricio [Wainrot] me hizo ver la danza de otra manera y crecer a nivel artístico como hombre, y después tuve a Oscar Araiz en la dirección del Colón, que me dio otros matices. Todo eso se fue acumulando".
-Ese fue tu triunvirato formacional, Bocca-Wainrot-Araiz. ¿Por qué decidiste cambiar de compañía, todas importantes, cada dos años?
-Eso es difícil de responder. A veces uno no entiende lo que pasa. Me parece que Dios maneja los hilos de una manera. Estos maestros me hicieron evolucionar en muchas cosas: no cerrarme en el repertorio clásico, no quedarme en lo moderno. Puedo subir al escenario de otra manera. Ahora siento que en mi cuerpo los movimientos se presentan de una forma más clara; siento seguridad.
Incansable, Ledo busca permanentemente incorporar nuevas herramientas, conocimientos que en escena puedan mostrarlo como un artista integral ("no quiero ser un bailarín de teatro, cerrado"). Y, más incansable aún, procura mantener abierta una ventana por la que asomarse fuera del mundo de la danza. "Si uno se encierra en algo, si pone todas las energías en el mismo lugar, no ve las cosas claras. Pero si cambia de ambiente...", arriesga el... hombre de leyes. En una familia donde todos son abogados, Juan Pablo administró sus tiempos (vertiginosos) y eligió no dar la nota: por la mañana, estudia Derecho en la UBA. "A veces, mis compañeros me preguntan de qué trabajo y no pueden creer cuando les digo que soy bailarín", se ríe.
En un momento sobresaliente de su carrera, el bailarín del Colón que además se luce con sus propias empresas (pues también en 2007 coreografió tangos y les puso movimiento a los shows de la cantante lírica Gabriela Pochinki) repite convencido: "Abrirse a cosas nuevas. Abrirse. Abrirse. Soy joven; puedo seguir haciendo ballets completos, pero también creo que Albrecht [ Giselle ] o Sigfrido [ El lago de los cisnes ] tienen un límite".