Cuando Antoine de Saint-Exupéry publicó El Principito lo primero que hizo fue pedir "perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor" y luego aclaró que este adulto, a diferencia del resto de personas mayores, era especial porque podía entender todo, incluido los libros para niños.
En la Argentina, 76 años más tarde de aquellas palabras, se escucha una voz que canta: "Perdón si es que traigo un caparazón / Gracias por despertarme de lo absurdo de la razón". Quien le pide disculpas a su hijo por los momentos en los que "le sale la adulta de adentro" es Lula Bertoldi que, junto a Brenda Martin y Gabriel Pedernera, integra Eruca Sativa: una de las bandas que más suenan hoy en la escena musical y que en Seremos Primavera, su último disco, se alejó de las distorsiones y los riffs, para renacer con un sonido más íntimo.
"Carapazón", el tema que Bertoldi le dedica a su hijo Julián, está nominado a los Latin Grammy como mejor canción alternativa. Y el 19 de noviembre, cuando se realice la ceremonia en Miami, el trío cordobés también competirá por el máximo galardón regional de la industria con "Creo", una especie de himno feminista que está nominado como mejor canción de rock. Además, su último proyecto fue seleccionado como mejor albúm de rock, reconocimiento que obtuvieron en la última edición de los Gardel.
"Siguen empeñándose en darnos premios que dicen la palabra ‘rock’", remarca Lula, y Brenda explica que no se siente representada por ese término por toda la desfiguración que sufrió el género y la cultura que lo rodea. "Ha habido toda una transformación a nivel social y en la música que pide que esa palabra ya no se use más para las músicas nuevas".
Según dicen, hay cosas dentro de ese ambiente "que estaban podridas de base" y que se fueron naturalizando como el poco lugar que se le da a las mujeres."En un momento, nos burlaban porque no éramos el típico bicho rockero que llega al camarín todo roto, pero nunca nos interesó estar en esa o incluso si estuviéramos en esa no nos interesó mostrarlo. Siempre tuvimos otro perfil, que no iba por ese lado de aparentar o querer demostrar algo, y tampoco somos transgresores, de estar rompiendo hoteles y todo eso", se explaya la bajista.
Más allá de las categorías y premios, hoy para la banda es tiempo de jugar arriba del escenario, y esa vuelta a la niñez tiene un nuevo capítulo este fin de semana: Eruca Sativa se reencuentra después de siete meses, y hará testigo de ese momento a todos sus seguidores con un show por streaming que se realizará sábado y domingo. No es un reencuentro de amigos de la infancia: es un reencuentro de artistas que devinieron en amigos al compás de una música que los volvió a conectar con su inocencia.
Cada uno desde su casa, y unidos vía Zoom, cuentan a LA NACION cómo se preparan para el concierto, que propone viajar en el tiempo para revivir los 13 años de la banda. Bertoldi deja de tocar la guitarra eléctrica negra que tiene colgada del cuello y explica que, por el coronavirus, no pudieron ensayar juntos en toda la cuarentena, así que armaron el repertorio y practicaron -por separado- encima de los discos.
¿Por qué decidieron que era el momento de volver a juntarse a tocar? "Era ahora o nunca", dice Brenda y, mientras cruzan sonrisas y miradas a través de las cámaras, cuenta que falta poco tiempo para que la cantante de a luz a su segundo hijo, Milo. "Obviamente, Lula se va a tomar esos primeros meses después del parto para dedicarse a las cosas importantes de la vida y no para andar tocando la guitarrita por ahí", bromea, mientras su compañera sigue con la viola colgada al cuello.
Cuando esperaban a sus primeros hijos, las dos transitaron el embarazo al mismo tiempo y se fueron de gira "con las panzas". Lula ríe y dice que esta vez le hubiera tocado "girar sola como embarazada mala", y celebra la oportunidad que le dio esta situación para poder disfrutar del proceso junto a su hijo y a su pareja, el músico Nicolás Sorín: "Lo que pasa fuera de la casa es horrendo, pero lo que está pasando adentro tiene su magia".
Mientras habla, se acerca su hijo de 5 años, ella le da un beso en la frente y él, sin sacar los ojos del Zoom, le responde con un beso en el hombro para terminar la secuencia abrazándola y sentándose a su lado. Una escena que, con ciertos matices, se repetirá en la entrevista. "Veo otro mundo a través de sus ojos. Mi hijo me tiene que enseñar a mí a esta altura", asegura.
En el aislamiento, la cantante volvió a leer El Principito y eso la llevó a reflexionar sobre "el desencanto hacia el mundo adulto". "Los niños buscan ser grandes, pero en realidad no está bueno porque se pierden muchas cosas como la ingenuidad, el dejarse ser y la libertad. Hay un sistema que está armado para que nos pongamos serios, como dice Serrat: ‘Niño, deja ya de joder con la pelota’. Es como que los adultos nos tenemos que dejar de joder y hacer las cosas en serio, pero los niños también hablan en serio".
Lula resalta la capacidad de los niños de jugar horas enteras construyendo mundos, incomprensibles a la lógica adulta, valiéndose solo de la imaginación. En Sunchales, la ciudad santafesina en la que se crió, su madre le hacía a ella y a su hermana, Marilina Bertoldi, guitarras de cartón y se las colgaba al cuello con una cinta. Feliz por haber revivido el recuerdo, Lula muestra una foto en la que están "tocando", cada una con su instrumento de juguete, "De música ligera", de Soda Stereo. Vivían la música como si el sonido realmente saliera de rasgar el cartón.
Por más linda que es la imagen, aún habrá que esperar para ver a las dos hermanas alzar sus guitarras y cantar a la par. "Todavía tenemos muchas cosas para explorar cada una en su trayecto y, aunque hay similitudes, son búsquedas muy diferentes. Ya va a llegar ese momento y cuando llegue va a ser súper especial", adelanta.
Y si bien falta para que se de ese escenario compartido, aquellos shows de la infancia ya quedaron inmortalizados en una canción. "Solíamos creer en violas de cartón, poder manipular el aire", recita Lula en "Guitarras de cartón", del disco Blanco de Eruca Sativa (2012).
Pero Bertoldi no es la única que le canta a la niñez. Un día Gabriel llegó al estudio de grabación con una melodía en la guitarra, Brenda la escuchó y sintió el mensaje detrás: "Te conozco y ni te vi / Te imagino al despertar / Vida mía sé que estás por llegar" ("Seis", del álbum Seremos Primavera). "Yo tenía en el bolsillo solo el calzado, pero se completó la idea y fue mágico. Va a estar en mi corazón para siempre", dice el baterista.
Algunos meses después, cuando aún estaban grabando el disco, se enteró que iba a ser papá. Entonces, mira a su derecha y sonríe: "Ahora la veo a mi hija que está al lado mío y no lo puedo creer. Es como que la canción apareció y fue un empujón místico para que ella venga finalmente". Hoy su hija, Nina, tiene 10 meses.
Brenda: -Ay, no te quería interrumpir, pero tengo que hacerlo. Estaba pensando las mismas palabras que vos, pero dijiste ‘la canción apareció’ y yo pensaba que Nina apareció y eso fue lo loco.
-¿Qué es lo que le cantás ahí a tu hija?
Gabriel: -Cuando empecé a tocar la guitarra, no estaba pensando conscientemente en la búsqueda y en el proceso que estábamos viviendo con Fernanda [su pareja], pero de alguna manera estaba presente. Vino la canción, vino ella y se terminó de destrabar eso. Lo que cuenta "Seis" es hermoso y también va a serlo para ella cuando la escuche, porque cuenta cómo fue lo que vivimos, previo al embarazo.
En el videoclip de ese tema un arnés eleva a Brenda, que siente que la música la hace sentir "en su nube" y "permanecer en una eterna infancia". "Cuando quedé flotando, me tenté de la risa porque veía a todo el mundo trabajando, re serios. Solo se llama trabajo porque nos pagan, pero trabajar de esto es una cosa completamente ridícula dentro del sistema", indica.
Por eso, colgada en el aire, lanzó: "Estamos jugando, pero se están haciendo todos los serios". Ninguno de los que estaba allí se rió. "Todos habrán pensando ‘pobre hippie’, pero para mí fue que no se estaban dando cuenta de que es una suerte muy grande la que tenemos, o una buena decisión que tomamos, de dedicarnos a esto que realmente es pasarnos la vida jugando".
-Cada uno tiene su canción hacia la infancia en Seremos Primavera, y vos fuiste la que capturó la historia detrás de "Omara". ¿Cómo nació en vos el deseo de retratar las infancias trans?
Brenda: -Me pareció que la música hablaba de eso. Quería escribirla afilando mi sensibilidad y empatía, por eso fui cuidadosa con las palabras que elegí, pero no me costó conectarme con el tema porque conozco infancias trans y conozco la sensación, en algún momento de mi vida, de sentirme sin género, de sentirme varón, de sentir que no sabía si era mujer o varón y de olvidarme si era mujer. Conozco esa sensación en carne propia, aunque debe ser súper lejano a tomar la decisión de cambiar de género.
Si bien la artista resalta que tener preguntas o reconocer esos momentos "no es lo mismo que dudar", afirma que pudo conectar con la temática para componer la canción y que, para lograrlo, se metió "en ese mundo" leyendo a autores y autoras trans. Así fueron apareciendo las palabras "Vamos a ahogar las horas viejas / con esos cuerpos que callaron siempre".
Lula le propuso ponerle el nombre "Omara" en honor a la escritora cordobesa Camila Sosa Villada, quien en las redes figura con ese pseudónimo. "La canción ‘Omara’ es ella y para siempre", resume Brenda, para quien hubo una serie de "hilos" que fueron uniendo la historia de esta mujer trans con Eruca Sativa.
Bertoldi reconoce que lo que más miedo le daba era cuidar el modo en el que lo hacían para poder "apoyar al colectivo desde un lugar respetuoso, sin tomar su voz" y celebra que se haya recibido con ese cariño. "Este tema se lo escribieron a Camilita", escribió, emocionada, la escritora en las redes.
"¿Sabés por qué se dio así?", pregunta Brenda e, inmediatamente, da luz sobre la razón por la cual se pudo hacer de esa manera tan sana. "No fue caprichosamente que dije ‘hoy se está hablando de esto, vamos a hablar de esto’. Realmente la música me transmitía que tenía que hacerlo y por eso no es una cosa forzada".
En esa canción, Lula comienza cantando en masculino y luego pasa el femenino. "Capaz que en un próximo disco ya podemos hablar todo en inclusivo y sea más natural, también para el que escucha, pero ahora no queríamos generar una distancia con el receptor", cuenta la cantante, y explica que una de las razones por las que decidieron no componer utilizando este lenguaje fue porque todavía no está popularizado en América Latina.
La banda debate sobre lo que sintieron al contar esta historia, y Lula confiesa: "Desde mi punto de vista personal, yo a su vez la interpretaba como todo lo que pasó con el despertar feminista y me siento identificada pensando que yo también soy la que despierta y nace hoy".
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