Eruca Sativa juega con éxito en un álbum de dobles de riesgo
A quince años de su nacimiento, el power trío presenta un disco de versiones, con estilos muy variados
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Artista: Eruca Sativa. Álbum: Dopelganga. Canciones: “Afuera”, “Bolero falaz”, “Corazón delator”, “El amor es más fuerte”, “Las habladurías del mundo”, “Mandolín”, “Ojalá” y “Sola en los bares”. Nuestra opinión: Muy Bueno.
La carrera artística de grupos y solistas suele tener ciertos mojones que se repiten en las de otros colegas de su misma generación. Ensayar, subir a los escenarios y tocar. Grabar discos. Después de varios álbumes, registrar y publicar uno en vivo. Si existe la posibilidad, hacer formatos acústicos y dejar testimonio de esto (la moda del unplugged de los noventa fue su punto más alto) y, también hacer un disco de versiones. De hecho, muchas veces pasa que los grupos cuando prueban sonido antes de un recital despuntan el vicio de versionar canciones de otros grupos y solistas, como sano entretenimiento. Hacer covers no es una práctica forzada. En muchos casos, es un placer. La banda Eruca Sativa ha pasado por algunos de esos mojones y en este 2022 es el turno de un disco de versiones.
La bajista Brenda Martin, el baterista Gabriel Pedernera y la cantante y guitarrista Lula Bertoldi publicaron Dopelganga. Ocho temas caprichosamente elegidos, que hacen un recorrido tan arbitrario como sorpresivo, tan aventurero con preciso y equilibrado. Porque lo que importa no es esa variedad sino el modo como el grupo ha sabido adueñarse de las canciones y recrearlas a su manera. Además, quizás sea un modo de festejar sus quince años de vida, demostrando, justamente, su vitalidad, y su esencia: la de un power trío verdaderamente compacto, incisivo, original en muchas situaciones, afilado y también, demoledor.
“Dopelganga” es la fonética castellana del vocablo alemán doppelgänger, que significa sosias. Como sucede con tantos términos del alemán, es probable que la banda haya querido darle este significado por el parecido de las canciones con las versiones “originales”, pero, también, haya hurgado en la subjetividad de las acepciones y de su historia literaria, que es interesante. Y en esto interviene desde lo fantasmagórico (”aquel que camina al lado”) hasta lo malvado. O desde la metamorfosis (Dr. Jekyll y Mr Hyde) hasta la teoría de que hay un doble de cada persona en alguna parte del mundo, sin parentesco comprobable. Quién sabe si haya algo, mucho o nada en las ideas de la banda, en torno a este álbum.
De manera consciente o no, Eruca Sativa demuestra la gran banda que es a partir de un repertorio que no le pertenece y que, en estas versiones, termina perteneciéndole. Porque no hay que olvidar que en la historia del rock, de Hendrix Experience y Divididos hasta los últimos proyectos de artistas como Scott Henderson, el “power trío” es un subgénero en sí mismo. Y es a ese “lenguaje” que Eruca le pone su voz propia con la justeza de sus interpretaciones.
Fue desde ese lugar que pudo hacer convivir temas que se hicieron famosos por los grupos Caifanes y Atercipelados, por Soda Stereo y Man Ray, por Pescado Rabioso, Silvio Rodríguez o el cantautor uruguayo El Príncipe. El grado de osadía estuvo puesto en las dosis justas, según lo permitió cada tema.
El grupo conservó lo pegadizo de las melodías que pertenecieron a hits de otros tiempos, como “Afuera” (del último disco de estudio de la banda mexicana Caifanes) y el famoso “Bolero falaz”, que cantaba la colombiana Andrea Echeverri. “El amor es más fuerte” (tema denostado si los hay, en la historia del rock) tiene una versión muy ceñida al original y, al mismo tiempo, con una piel que la hace muy Eruca Sativa, por arreglos, por la intensidad de la interpretación, por algunas ocurrencias que el trío aplica en sus compases y por la voz nasal de Bertoldi, que es uno de los sellos de la banda. “Sola en los bares” es una belleza magníficamente cantada, con una intro estilo Divididos y la gran química que pueden alcanzar Bertoldi, Martin y Pedernera. “Corazón delator” tiene la sofisticación de Soda Stereo y la crudeza de Eruca.
Y luego, las rarezas. Del tercer disco de Pescado Rabioso, el mítico Artaud, el grupo tomó “Las habladurías del mundo”, un tema casi beat, pero con fantasías que podrían ser del calipso y cambios abruptos en los patrones rítmicos (algo habitual en el rock de la década del setenta). Pero Eruca la pone en un contexto diferente. Lo mismo hace con uno de los clásicos de Silvio Rodríguez, “Ojalá”, y con una pieza poco conocida de este lado del Río de la Plata, “Mandolín”, escrita por uno de los poetas malditos de la República Oriental, Gustavo Pena.
Imprevisto por donde se lo escuche, Dopelganga es la fotografía de como hoy suena esta banda surgida en los estertores de un rock que ya no se renueva, simplemente porque tomó otras formas y caminos, pero tiene en Eruca a una gran representación de vitalidad, alta calidad y ambición creativa.
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