Eros Ramazzotti en el Movistar Arena: espíritu rockero, sex appeal y un festejado homenaje a Diego Maradona
El cantante italiano presentó ante el público argentino su nuevo álbum Battito Infinito y repasó los grandes éxitos de su carrera ante un auditorio enfervorecido
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Si alguien conoce superficialmente a Eros Ramazzotti por haber escuchado alguno de sus éxitos en radios hiteras (y le agrega al combo una buena dosis de prejuicio) quizás pueda creer que el italiano es un ídolo latino romántico más, un baladista de canciones fáciles con letras cursis que hablan, como en tantos casos conocidos, de concepciones trilladas del amor de pareja. Y sin embargo, no hay casi nada de verdad en esto: aunque tampoco se pueda decir que Ramazzotti hace rock, su música sin duda está cruzada por el género en muchos sentidos. Eso fue lo que se vio en su noche en el Movistar Arena: un artista personal que no replica fórmulas ni sostiene estereotipos, con un filo que no muchos de sus colegas tienen.
Es exagerado decir que Eros hace rock porque en realidad lo suyo no pasa de un AOR (álbum orientado al rock) similar al que puede escucharse en la programación de FM Aspen, con el idioma como diferencia más notable (oscila entre el italiano y el español durante todo el concierto). Sin embargo, no deja de ser cierto que el cantante tiene un bagaje de cultura rock que se traduce, antes que en cualquier cosa, en la influencia que recoge de las distintas formas del pop anglosajón, y no solo por citar “No Woman No Cry” de Bob Marley en la coda final de “Otra como tú”.
Ya desde el inicio con “Battito Infinito”, tema que le da nombre al álbum que presenta en esta gira, la guitarra de Giorgio Secco puntea doblando las notas, con sustain y una distorsión áspera que parece diseñada con el fraseo de “Still Got the Blues” de Gary Moore en mente. Esto se va a repetir más de una vez: casi el mismo seteo aparece en “Stella Gemella” (tema en el que el frontman se permite demostrar que también puede solear empuñando con la eléctrica), y de nuevo en el medley de “Una storia importante” y “Adesso tu” (dos temas que, increíblemente, tienen más de 35 años).
También se evidencia su culto a la música popular norteamericana en “Se bastasse” (composición que en Hispanoamérica se conoció como “Si bastasen un par de canciones”):¿qué son, más que un cruce de gospel y soul, esos coros de Monica Hill y Roberta Gentile?
Otro coqueteo con la música negra es soft-funk de saxo y timbales a la Al Jarreau de“Terra Promessa”, que termina con una excursión al campo (donde, a fuerza de tirones, le rompen la camisa) y con un duelo de scat con el saxofonista Marco Scipione. Hasta el mini set casi unplugged (la eléctrica de Secco no se negocia) con “Solo con te” y “L’uragano Meri” termina con una larga jam en la que Eros juega con la acústica y -queda claro- se divierte.
Y todavía ni siquiera se mencionaron los cuatro gestos más evidentemente rockeros del show. Uno: aquella intro al borde del grunge de “Cosse della vita”; (”Las cosas de la vida” para el mercado hispanoparlante), tema con el que el artista se va al camarín para después volver con los bises “L’aurora”, “Un attimo de pace” y -obviamente- “Più bella cosa” (“Cosa más bella”). La que todos cantan y todos graban con el celular. Dos: el hecho de que su baterista, Eric Moore, tocó ocho años en la banda de hardcore punk estadounidense Suicidal Tendencies. Tres: su carisma de rockstar total, tatuado y en gran forma para sus casi sesenta años, dominador de su sex appeal y de su gracia sin caer en caricaturas. Y cuatro: haberle dedicado la velada a Diego Armando Maradona, movida que fue recibida con algarabía casi unánime.
Tiene todo el sentido del mundo que sea amigo íntimo de Alejandro Sanz (quien aparece en las pantallas para cantar en un dueto virtual “Soy”, tema que firmaron juntos en Battito Infinito): los dos están a años luz del cantante pop latino bailable prefabricado que tantas veces impuso la industria. A Sanz y a Ramazzotti se los ve guitarra en mano y se los adivina componiendo encerrados, a birome y papel, craneando melodías y arriesgando letras que escapan de los clisés edulcorados. Y no es que el romano se prive de sus buenas baladas: “Piu che Puoi”, “I Belong To You” (la canción que supo grabar con Anastacia, ahora recreada con Roberta Gentile) y la mencionada “L’Aurora” son lentazos que, de nuevo, podrían sonar sin desentonar en las FM de clásicos de pop rock. Lo que no hace Eros es subestimar a su audiencia ofreciéndole fábulas engañosas con versiones hiperbólicas del amor.
También tiene sus canciones para que la fiesta se ponga en marcha: “Dammi la luna” y “Fuoco Nel Fuoco” cumplen esta función en un set que balancea novedades, hits y gemas de su época pre fama en Latinoamérica. Pero si algo quedó demostrado en su concierto en Buenos Aires es que lo suyo no es el histrionismo ni la pose seductora ni ninguno de los lugares comunes del crooner sensiblero: el rock que guarda en su corazón pesa bastante más.
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