Enya, la multimillonaria reina de la música new age que vive recluida en su castillo
Cuenta la leyenda que antes de firmar su primer contrato con Warner, logró incluir una cláusula en la que se aseguraba una total libertad creativa y ninguna presión en cuanto a los plazos de salida de sus discos. Semejante concesión por parte de la discográfica rindió sus frutos: a lo largo de su carrera, Enya vendió casi 80 millones de discos y se convirtió en la artista irlandesa que más recaudó, luego de U2.
Lo llamativo es que si bien su música se convirtió en sinónimo de la ola new age que tuvo su epicentro en los años noventa y es conocida mundialmente por su nombre -así, sin apellido, como ocurre con las grandes divas-, es muy poco lo que se sabe sobre ella.
Es que, el romance entre Enya y su público comenzó mucho antes de que el éxito de un artista se midiera de acuerdo a la cantidad de seguidores en las redes sociales y en las reproducciones que sus creaciones cosechan en las plataformas online. Por eso, no tuvo necesidad de salir a ventilar sus escándalos y, ni siquiera, contar cómo es su vida cotidiana. Esta misteriosa mujer, que mezcló la música celta, canciones tradicionales de su tierra y le sumó coros que remiten a otras épocas, construyó una fortuna sin salir jamás de gira y eligiendo minuciosamente sus apariciones públicas.
Tanto, que desde hace más de veinte años vive recluida en un maravilloso castillo, que no hace más que potenciar su halo de misterio.
Los motivos
A pesar de que nunca reveló abiertamente cuáles fueron los motivos que la llevaron a mudarse allí, hubo una situación que habría resultado determinante. En 1996, en pleno éxito de su carrera, uno de sus fans se apuñaló a sí mismo en la puerta del bar que el padre de la cantante tiene en su pueblo natal, Gweedore. El muchacho llevaba colgada del cuello una foto de Enya.
Por eso, para evitar ser víctima de algún tipo de ataque de similares características, un año después de aquel incidente, Enya desembolsó más de 3 millones de dólares para adquirir un castillo del pueblo de Killiney.
Antes conocida como "Castillo Ayesha" o "Castillo Victoria", esta construcción de 8 habitaciones llamó su atención inmediatamente, pero pasaría un tiempo hasta que pudiera mudarse en él. Es que la cantante decidió remodelarlo completamente. Casi una década después, quedaría lista, con todas las medidas de seguridad que ella consideró necesarias para sentirse a salvo: un foso, decenas de cámaras de vigilancia, rejas que terminan en afiladas puntas y hasta un "cuarto del pánico", una suerte de refugio en el que eventualmente poder encerrarse y poner su vida a salvo.
El ataque
Si bien parece un poco exagerado, fue ese cuarto el que la terminó manteniendo alejada del ataque de un intruso. El hecho ocurrió en 2005, cuando su castillo ya había sido bautizado "Manderley", en honor a Rebeca, una mujer inolvidable, la novela de Daphne du Maurier que Alfred Hitchcock llevó al cine en 1940. Según las crónicas policiales, un hombre logró entrar, maniató al ama de llaves y se llevó algunos objetos personales de la cantante que no tenían gran valor económico. Mientras esto ocurría, Enya se encontraba en el impenetrable cuarto. Allí permaneció durante dos horas, hasta que llegó la policía.
Pero, a pesar de que sus vecinos del pueblo aseguran que no es habitual verla paseando por las calles -y muchos otros comentaron que no la han visto jamás- Enya cuenta con la compañía de dos de las personas más importantes de su vida. Allí, a metros de su imponente mansión vive un matrimonio que fue y sigue siendo clave en su carrera: el productor Nicki Ryan y su esposa, Roma Ryan, la encargada, desde los ochenta, de ponerle letra a sus melodías. Con ellos graba, mezcla y compone, sin salir de su castillo, en un estudio construido especialmente para ella en uno de los cuartos. Con ella viven, además, sus diez gatos.
El misterio
Antes de mudarse, la vida de Enya había transcurrido en su pueblo, Gweedore, donde vive su familia y donde se encuentra el estudio Aigle Records, que fundó junto a Ryan. Ya en aquel momento consideraba que no era necesario exponer su vida privada. "La música es lo que vende, yo no. Y siempre lo quise así, porque soy extremadamente celosa de mi intimidad. Mucha gente podría pensar que es imposible tener éxito sin una vida pública. Están equivocados", le decía al Times, en 1995.
Lo cierto es que ese misterio se mantuvo durante décadas, hasta el día de hoy. Los pocos datos que se tienen sobre su vida -nunca se le ha conocido una pareja, por ejemplo- se desprenden de documentos oficiales. Uno de los más curiosos, y el que quizá explique su amor a la soledad, tiene que ver con su infancia. Sus padres la enviaron a un convento a estudiar música cuando era niña, y desde ese momento siempre vivió sin compañía.
"Me asusta el matrimonio. Me da miedo que alguien me quiera solo por quien soy", dijo una de las pocas veces en que aceptó, en una entrevista, hablar sobre su vida privada. Y remarcó: "Nunca quise crear un enigma; solo es que siempre fui una persona muy independiente".
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