En pleno auge de Masterchef, Juanse homenajeó en su nuevo disco a Luis Alberto Spinetta, el músico que le enseñó a cocinar
El exlíder de Los Ratones Paranoicos lanzó 222 Biograma, un álbum en el que volvió a tocar con Pablo Memi y Gabriel Carámbula (fundadores de la mítica banda) y a trabajar con Andrew Loog Oldham, su “Stone preferido”
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Juanse. Álbum: 222 Biograma. Canciones: “Insoportable”, “Algo Positivo”, “Helena”, “Muchacho Corazón”, “Aguas Turbulentas”, “Ataque de Nervios”, “Espíritu”, “Antes de Llegar”, “Bárbara”, “Sin Armadura”, “Dame Amor”. Músicos: Pablo Memi (bajo en “Bárbara” y “Aguas Turbulentas”), Gabriel Carámbula (guitarras en “Aguas Turbulentas”), Juan Ignacio Agüero (guitarras eléctricas), Ignacio Jeannot (guitarras eléctricas y acústicas), Hernán Salas (guitarras eléctricas), Damián Molinas (bajo), Juan Manuel Colonna (batería y percusión), Chucky de Ipola (teclados), Adri y Flor Boconas y Gori (coros), Lucas Ávilas (trompeta en “Ataque de nervios”). Productor: Andrew Loog Oldham. Edición: Sony Music. Nuestra opinión: bueno.
Cuando San Agustín abrazó el llamado de Dios decidió volcar sus historias de pecado, exceso y vicios en “Confesiones”, una serie de 13 libros y cientos de capítulos, como un intento por sanar su alma a través del arrepentimiento. Esa obra fue su manera de pedir perdón. En el mundo de Juanse, esa sanación tiene ritmo de rock and roll, y se encuadra en discos y canciones.
En 2004, Juan Sebastián Gutiérrez -quien lucha por sobrevivir, a través del catolicismo, a la peor cara del rock- escribió “Simpatía”: una canción dedicada a Dios. Si bien “se convirtió” años más tarde, ese fue tal vez el momento en el que empezó a sembrar su propia obra de redención, que en abril tuvo dos nuevos tomos: 222 Biograma y Juanito y el Carposaurio. Este último disco lo grabaron “juntos a la par” con Pappo en el invierno de 1992 y fue rescatado por el fundador de los Estudios Del Cielito, Gustavo Gauvry, por sugerencia de Luciano Napolitano, el hijo de aquella leyenda que un día hizo realidad sus palabras: “Aquí estoy / Tan solo en la vida / Que mejor me voy”.
Algún día, Juanse también se irá y se convertirá en leyenda. Hoy todavía es un simple (o no tan simple) mortal que intenta sanarse, desde lo mundano de las cocinas de MasterChef Celebrity o desde el rock and roll que aún lleva en el alma. Ese es el espíritu de su disco solista 222, número que -para algunos- remite a un nuevo ciclo. Sin embargo, para ese “renacer” se reencontró con viejos conocidos, lo cual es probablemente el mayor valor artístico de la propuesta. Uno de ellos fue Luis Alberto Spinetta, a quien el máximo referente de Los Ratones Paranoicos le debe algunos conocimientos culinarios (“la estética en la cocina es fundamental, y yo aprendí mucho viéndolo cocinar a él”) y, por sobre todo, la poesía. Después de todo, según ha dicho el seguidor de San Agustín, “El Flaco” fue quien la inventó.
Diez años atrás, Juanse incluyó una versión de “Gabinetes espaciales”, de Almendra, en su disco Baldíos Lunares (2011), pero esta vez decidió regalarle a Spinetta un tema propio, “Sin armadura”. Si bien al escucharlo se siente el desgaste de los años en su voz (e incluso algunas desafinaciones), hay algo profundo en esa letra que escribió al poco tiempo de la muerte del eterno padre del rock en español: “Voy pensando que ya estoy sintiéndome solo / Peleando sin la armadura / con el castigo de vivir”. Lo curioso es que, más allá de algunos mensajes como este, las letras son lo más “flaco” del disco.
En algunas canciones, como en “Insoportable” o “Algo positivo”, las variaciones en las palabras a lo largo del track son muy pequeñas. Sin embargo, a medida que el disco crece comienzan a aparecer mensajes más corpóreos e integrales. Así se vislumbra su sensibilidad en temas como “Bárbara”, que está dedicado a su hija; se asoma su inocencia -casi infantil- en “Helena”, donde le canta a su perra; vibra su ansiedad ante el encierro en “Ataque de nervios”; y duele su soledad en “Muchacho corazón”, donde pareciera suplicar: “Cuando no puedo hablar, empiezo a transpirar / Es lo que siento, qué pobre soy / Solo un muchacho con corazón”. Es que, casi como una paradoja, a este músico le cuesta expresarse.
Puede parecer que faltan palabras, por momentos y así es. O al menos claridad. Como en el caso de “Aguas turbulentas”, canción que -explicó- busca ser una crítica contra el modo en que se hacen las vacunas contra el coronavirus. Claro que es difícil llegar a esa conclusión solo con escucharla.
En medio de incógnitas y mensajes escondidos, logra asomar cierta tristeza entre la alegría que reina en la mayoría de las melodías. “Espíritu” (quizás la más autorreferencial) escapa a esto y es la que refleja el dolor más sentido porque, si bien el “personaje-cantante” ve la luz sobre el final de la canción, igual se queda en la sombra.
Lo que sí abunda al escuchar este Biograma es el deseo de bailar, que se enciende a partir de un sonido eléctrico presente en toda su carrera, desde Ratones Paranoicos a esta etapa como solista.
Este álbum (que pareciera estar hecho más para un concierto que para una escucha solitaria) es el puente a ciertos reencuentros anhelados en el escenario. Es que, como ya ha ocurrido en otros discos de Juanse, los Ratones fundadores Pablo Memi (bajista) y Gabriel Carámbula (guitarrista) acompañaron a su amigo en algunos temas. Una pequeña resurrección de La Puñalada Amistosa, aquella banda que este trío formó junto al baterista Sebastián Nuñez y que fue la precuela de Los Ratones Paranoicos.
Pero más allá de estos músicos, el gran aliado de la propuesta fue -otra vez- Andrew Loog Oldham (primer manager de los Rolling Stones y exproductor de Los Ratones). Para Juanse, su amigo Andrew es “el verdadero protagonista” detrás del éxito de Mick Jagger, Keith Richards y compañía. “Es mi Stone preferido”, ha declarado este músico, quien encarna la versión argentina de aquella preparación que se obtiene al mezclar a la banda de la lengua con los Sex Pistols, todo bajo el ritmo paciente y la precisión de un masterchef que hace música para sanarse. Y quizás también para pedir perdón.
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