Juana Molina promete un "show único"
Esta noche promete un show "único" con previa y baile final incluido
Alguien por allí dice que lo que últimamente canta Juana Molina es lo más accesible de toda su carrera. Otro podría retrucarle que deje de decir tonterías con solo pensar en el título del espectáculo que dará hoy, a las 21, en el espacio C, de Corrientes 6271. Lo bautizó Friggatriscaidecafobia.
¡Qué complicado de pronunciar! No lo intenten en sus casas. En realidad, es un chiste porque hoy es viernes 13, día de la mala suerte en algunos países del hemisferio norte (la versión local es el martes 13). Y la palabra remite, en principio, al miedo a ese número y en segundo lugar (aquí aparece "frigga") al día viernes. Porque cuenta la leyenda que friday (viernes en inglés) deriva del nombre de Frigg, una diosa de la mitología nórdica.
En cualquier caso, el dicho popular asegura que si ese número fatídico cae martes o viernes "no te cases ni te embarques", pero nada dice de dar conciertos. Por eso Juana, supersticiosa o no, subirá al escenario a cantar sus canciones, las de los discos que tiene publicados, la de su reciente EP y, tal vez, la de un próximo álbum que tiene entre manos.
Dice que será un show único, que se escucharán y verán cosas que nunca presentó antes. Invita a los más curiosos a llegar temprano, porque tiene algo especial pensado para la previa, y un poco de baile para el after.
¿Y lo del 13? ¿Juana es supersticiosa o, más bien, de esas personas que desafían a los temerosos cuando les pasan el salero sin apoyarlo sobre la mesa? "No lo soy porque creo que ser supersticiosa trae mala suerte", bromea. El extraño título que casi hay que deletrear para poder pronunciar surgió en una charla de producción también casi como una broma.
Lo que no resultó una broma fue enterarse de que la aerolínea que trasladaba a Juana y a sus músicos para tocar en el festival de Roskilde el año pasado extravió sus equipos e instrumentos. De todos modos Juana decidió subir al escenario con una guitarra, un bajo y una batería. De ahí surgieron versiones post punk y parte de ese repertorio terminó incluido en el EP que llamó Forfun.
"Sin duda que la circunstancia final y decisiva fue lo que nos pasó en Roskilde. En los ensayos nos divertimos mucho. Uno hace versiones distintas de algunas canciones y eso fue lo que hicimos para zafar de la situación. En ningún momento hubo intención de hacer una versión punk. Pudimos haber hecho versiones suaves y melódicas. Pero nos salió eso. La desesperación te invita a hacer algo con violencia. Cuando le mandé la grabación al sello del tema 'Paraguaya' me preguntaron si no podíamos hacer algunos temas más. Hay gente que se hizo fan de este EP y me ha dicho que se parece a Rara, mi primer disco".
-¿Tu música es más accesible ahora que en el comienzo de tu carrera?
-No soy la persona indicada para decirlo. No me doy cuenta de eso pero sí, por comentarios de mucha gente que terminó siendo muy fan, hubo música mía que les incomodó, que les llamó la atención, que tuvieron que volver a escuchar. Todo eso terminó siendo una sorpresa para mí, porque se trata de algo que me sale naturalmente y que a otra persona le pareció raro. Lo que sin duda cambió fue la comunicación sobre el escenario. La parte showoman me costó aprender. Cada uno tiene su tiempo. Y yo soy un poco lenta. Pero creo que mi público también cambió. Creció muchísimo y tengo una de las mayores suertes a las que se puede aspirar: un público veinteañero. A mí me hace muy feliz pensar que sigo siendo la joven que siento que soy. Me da mucho placer cuando miro caras y cuerpos jóvenes y saltarines. Mi primer "mosh" [stage diving, arrojarse al público de espaldas] fue en Chile hace tres años. Nunca pensé que sería así. Pero me tiré. Es como mucho amor en bruto.
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