En los Premios Gardel 2018 ganó la música
"No se olviden que la música es música, no está hecha para vender". La frase de Charly García en el final de la celebración de los Premios Gardel, organizado por Capif, la cámara que reúne actualmente a 44 sellos discográficos, fue un mensaje al corazón de la industria. Mientras cantaba "Inconsciente colectivo", escondido detrás de un piano y acompañado por una orquesta, Charly volvió a funcionar como la conciencia moral y espiritual de la música. Lejos de la lectura de los algoritmos de las plataformas de streaming, las planillas de los rankings y las nuevas formas de consumo que desprecian el objeto físico, García fue Gardel de Oro por lo que su arte representa para la música popular argentina.
Esa representatividad de la música que se viene poniendo en juego en los últimos veinte años de los Premios Gardel (único en su estilo en America Latina) es lo que suele ser el talón de aquiles de cada edición y a la vez el punto de equilibrio de cada entrega. La presencia en vivo de artistas como Duki, el nuevo héroe del trap con millones de visitas en youtube, habla del aggiornamento y el acompañamiento de la industria a los nuevos fenómenos y las nuevas tendencias musicales, pero también refleja su interés por un género que es la nueva gallina de los huevos de oro.
Géneros que parecen invisibles el resto del año pero que tienen su propio mercado regional como el chamamé, la cumbia santafesina, la chacarera santiagueña o el cuarteto cordobés ocupan por unos minutos el centro de la escena durante la ceremonia. Es la legitimación de una cultura federal y "periférica" que forma parte de esta gran familia de la industria, pero que no suele sonar en Los 40 Principales, no participa del prime time televisivo o no forma parte de la pauta radial que los sellos tienen en los rankings dirigidos a la clase media porteña, salvo que se conviertan en fenómenos indiscutibles.
Los integrantes actuales de la comisión directiva de Capif sueñan que los Premios Gardel se celebren en las provincias para que sea mas federal: una buena medida. Aunque no hay que cruzar la General Paz para encontrar géneros con una escena vibrante pero que siguen teniendo escasa repercusión dentro de los premios, como el jazz. Lo mismo sucede con el indie, que a pesar de los sellos chicos que participan logran poco impacto en los 900 integrantes que eligen los premios.
El ecosistema musical de la industria también sigue exhibiendo la disparidad de género, como sucede en otros ámbitos de la sociedad. Los hombres que ganaron premios doblaron en número a a las mujeres. Durante la ceremonia de la noche, Fabiana Cantilo soltó con honestidad: "A las mujeres no nos dan mucha bola", una frase con sabor a reclamo frente a los jefes de la industria. Sin embargo, el tono del premio no estuvo signado por la crisis o los temas de abuso que desvelan al rock, sino mas bien por el espíritu de autocelebración, el reconocimiento a artistas populares como Sergio Denis y el encuentro entre generaciones y estilos musicales: Los Carabajal con Sandra Mihanovich, Daniel Agostini con La Charo, Lula Bertoldi con Ariel Ardit, Nahuel Penissi y Daniela Herrero, Leo Garcia y Benito Cerati o David Lebón con Rocco Posca.
Seguramente, si hubiera ganado Axel o Luciano Pereyra los gritos hubieran sido mas fuertes en la Sala Sinfónica del CCK. Sin embargo, ahí estaba Charly García con un nuevo disco para celebrar (Random), pidiendo que se prohíba el auto tune en clara alusión al reggaetón y cantando "Inconsciente colectivo" con toda la historia de los argentinos sobre sus espaldas. Finalmente ganó la música.
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