En La Plata: Abel Pintos cerró el año con un extenso y contundente concierto en el Estadio Único
El cantante, que tuvo en 2022 una intensa actividad sobre los escenarios, se dio el gusto de culminar su gira ante miles de fanáticos
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Diecisiete minutos habían pasado de las ocho de la noche y el sol todavía contorneaba un anillo de luz sobre las tribunas del Estadio Único de La Plata. Abel Pintos apareció en escena enfundado en una chaqueta superbrillante. Y al escuchar el “ooohhhhh” de las fans, sus brazos levantados como si fueran los de un director de orquesta indicaron el tutti para conseguir toda la potencia de esa gran legión de seguidoras.
Parecía el final del show, pero la cosa recién empezaba. Habría, por delante, unas tres horas de música. Primero “Juntos”, con ese toque pop vintage, y enseguida “Tu voz”, con el pulso del reggae. Un rato después, “El amor de mi vida” y “Quiero cantar”. El sol ya había bajado y Pintos seguía ahí, a paso firme, sobre la lista de canciones que tenía preparada. Tres docenas fue las que eligió para este repertorio con el que cerró 2022, luego de meses con mucha actividad sobre los escenarios. Solo vale recordar que programó 31 funciones en el Teatro Opera y giró por la Argentina y el exterior.
Al rato, otra vuelta al beat sesentón de “Pájaro cantor”, que le dio un nuevo comienzo al show, con su toque rockero del final (cruza de Sandro y Charly García). Y la audiencia hizo de las suyas. Cantando, bailando, grabando videos y tomando fotos. Las permisividad ante un público supuestamente tranquilo hizo que se vieran algunas cámaras de buen porte (más que un simple celular) para retratarlo. Además, hubo fanáticas arrojando al aire espuma de carnaval, hacia el público que tenían delante. “Esto no es un recital de La Renga”, decía una persona de seguridad, con tono de alivio. “La gente es tranquila”. “No, claro, a La Renga no la dejan tocar acá”, se lamentaba otro.
Sobre el escenario fueron pocas las palabras de Abel a lo largo del concierto: “Muy buenas noches Argentina. Tocamos en este estadio por tercera vez y todavía no caigo de ello. Hicimos muchos conciertos y viajamos muchos kilómetros -dijo antes de cantar “Aquí te espero” y de reconfigura su vestuario y su set, con su guitarra acústica colgada. “Es un concierto de muchas canciones. Muy largo. Por lo tanto, muchas gracias y bienvenidos una vez más”.
Luego de esa formalidad, o especie de parada rutera, siguió el camino de su lista de canciones, sin histrionismos. Su puesta en escena no mostró gestos ostentosos (cosa que sí es común en los recitales actuales) ni efectos que provocaran distracciones. Esa simpleza potenció el protagonismo de la música. Detrás de la banda, hubo tres pantallas con visuales, dos de ellas en forma de biombo, que no desplegaron efectos pretensiosos. Así fue que los crescendos de temas del estilo de “Cómo te extraño” quedaron concentrados en el poderío del grupo, de Pintos y de las voces del público, sin fantasías complementarias. Toda la puesta le dio a Pintos un buen balance. Porque, en definitiva, su público va a ver y a escuchar a Abel (y a sus canciones).
“¿Desde cuando que lo escucho?”, decía Karla, así, con k, para confirmar, en medio de tanto volumen, que había entendido bien la pregunta. “Uh, qué se yo. Hace como 20 años. Desde los 12 o 13 años”. Y seguía sacando cuentas. “Hace ocho que lo sigo bastante. Adonde puedo”. Ese “adonde puedo” es Córdoba, Buenos Aires, La Plata o Santa Fe, por supuesto, donde ella vive. La santafesina pasó por Buenos Aires para visitar a su hermano y siguió viaje para La Plata. Para está cita ineludible con Abel, más allá de que él estuviera o no enterado de que fue desde lejos (unos 600 kilómetros) para escucharlo una vez más. El suyo puede ser el caso de muchas fans. ¿Por qué tanta pasión? “Porque me toca el alma -decía-. Es sanador, es luz. Hace magia. Podés estar en el fondo y del fondo te saca. Del barro te saca, como dice una de sus canciones. Y se supera en cada recital. No tiene techo.”
Para ese momento Pintos encaraba su set de temas más lentos, apoyado generalmente en las guitarras de su hermano Ariel y de Marcelo Predacino. Sus floreos se escucharon en “Alelí”, “Tanto amor” y “Corazón hambriento”, hasta que luego se asociaron al piano, en uno de sus mayores hits baladísticos: “Sin principio ni final”.
Y recién el show había llegado a la mitad. Ese bloque de baladas, ya con toda la banda otra vez sobre el escenario, se extendió por una media hora, con temas de distinta intensidad. Recién después Pintos volvió a optar por la variedad de ritmos, algunos tropicales y cadenciosos, y por melodías pegadizas que lo hicieron desembocar en el cierre del repertorio. Y no faltaron sorpresas, como la participación de Marcela Morelo, ovacionada por el público apenas pisó el escenario, para compartir con Abel, como ya lo había hecho una década atrás, la bachata “Aventura”.
El show fue tomando otra vez temperatura, con temas como “Revolución”, el clásico tradicional “El alcatraz”, “Motivos” (“Y que lo escuche la selección”, dijo), hasta terminar con “Piedra libre” que mucho tiene que ver con su paternidad y con su presente.
Claro que en este tiempo futbolero, no hay duda que canciones como “Motivos” son mucho más certeras. Y lo fueron en ese cierre de recital. “Motivos” es aquella que dice: “Y si te cuento los motivos, que tengo hoy para vivir. Cómo te explico lo esencial, de tu existencia para mí. / Llevas la luz de mi bandera, y el don de la sinceridad, / Confío más en vos que en todo lo que pueda imaginar / No me importa para dónde vas, Yo voy, sin mirar atrás. / Si te tengo por delante, cuando quieras caminar, no me importa dónde vas, quiero ser tu acompañante”.
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