Emoción, vértigo y perreo: Cazzu, la “jefa” de la música urbana, explotó todo su magnetismo en el Luna Park
Frente a un público rendido a sus pies, la cantante interpretó sus hits y algunos temas nuevos durante un show pleno de energía
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“Yo sé que les cuesta comprar una entrada, que muchos de ustedes resignaron un día de trabajo. Por eso pido un aplauso para los que no pudieron venir, a ellos todo mi amor”. En el epílogo del show en el Luna Park, donde presentó su último disco Nena Trampa, Cazzu dejó la explosión con la que sacó chispas al escenario del Luna Park y se abrazó con gesto infantil y tierno a su público.
“Olé, olé, olé, olé, Cazzu, Cazzu”, corearon bajo las luces encendidas de sus celulares desde el campo y las plateas a sala llena en los cuatro costados. “A la gente que vino desde lejos, ustedes me hacen sentir especial, pero soy una más, pregúntenle a mi novio, si no, la cara que tengo cuando me despierto”, sonrió luego, con su atuendo blanco como reina pagana y sexy. Reina plebeya “que no olvida que tampoco pudo pagar una entrada para ver a mi banda favorita, Linkin Park, cuando vino una vez a Argentina”.
Fueron las chicas de veintipico -vestidas de negro y con glitter- las que mayormente coparon una noche que pasó rápidamente como las canciones de la Jefa del Trap: eléctricas, breves y bailables a punto del perreo hasta el piso. Una hora y media de concierto que se convirtió en una pista de boliche al son del trap, reggaeton, cumbia y algo de rap -con dosis de drill, turreo y malianteo-, en una comunión a flor de piel entre la artista de 28 años y sus fans. Ningún espectador permaneció quieto y hasta hubo quienes cantaban y lloraban al mismo tiempo; otros gritaban con los ojos cerrados al borde de la afonía. Parecía que el trance era absoluto con celular en mano: casi nadie se separaba de su pantalla personal en la que filmaba, posteaba y fotografeaba. Y todo en un precario equilibrio: más de una vez, Cazzu pidió calma, que los cuerpos jóvenes dejaran de amontonarse y de saltar, sobre todo cuando los estallidos llegaron a un clímax máximo como en los temas “Isla Velde”, “Chapiadora” y “Turra”.
“Me preocupo por ustedes, no quiero que se hagan daño. Veo que se están desmayando muchas chicas, por favor, no por grabar un video les va a cambiar la noche”, dijo en un momento del concierto, sin nunca caer en un tono dramático. El carisma magnético de Cazzu se expandió en voz y movimiento -con un elegante ritmo de manos y piernas-, pero también en el manejo de los climas con su público. Su voz, de notable registro y flexibilidad, lució tan poderosa -y eso que por momentos se escuchaba poco nítida, debajo del sonido de su banda- como sus contoneos sensuales alrededor de sus ocho bailarinas, que la recibieron vestidas con cascos y metralletas en la apertura guerrera de “Jefa”, subiéndola a una escalera como la dueña de la noche, y luego deslumbraron en una coreografía dinámica siempre al compás del grupo compuesto por batería, guitarra, bajo, coros y sintetizadores.
Si me pegan, pego/ no tengo miedo a las equivocaciones, cantó Cazzu en la primera parte del show, en un ritmo trepidante que no frenó un segundo durante media hora, incluyendo puesta frenética de luces, nubes de humo y efectos en una pantalla gigante. “¿Se van a portar bien?”, jugueteaba con el público, donde no disimulaba su megalomanía: “Ahora está hablando la Jefa, así que saben que se tienen que callar....”. Y luego, tensando el perreo: “¿Qué pasa si se rompe un poquito más?”. Entonces, los saltos del público que se transformaron en una especie de pogo en la estridente “Mucha data”: Quiero má, quiero má, quiero má/ Él me llama, dice Quiero má.
A continuación entonó una de sus canciones favoritas, “Fulete”, y las bailarinas se retiraron para dar paso a la balada “Miedo”. De fondo, una proyección en pantalla de una suerte de animación japonesa, con una chica de expresión enigmática en sus ojos rojos y la irrupción de una araña, la viuda negra, que caminaba sobre su cuerpo. La misma viuda negra de la tapa del disco Nena Trampa, que brilló estampada en remeras y buzos en el merchandising del show. Na na na na na na/ Una láida pa´ mi corazón/al final todos tenían razón/que era malo malo, que no, era amor, se encendió el tono en “Mentiste” y allí el espectáculo entró en la excitación final, con una Cazzu que no soltaba su mirada en lo que sucedía debajo de sus pies: “Les tengo un poco de miedo a ustedes. No se desmayen en el medio del show, en serio. Hay mujeres, niños, vayan un poco para atrás. Ahora viene lo mejor, esto se pone hard. Vamos a perrear, mejor... ¿si?”.
Como rayos que bajaron del techo sonaron “Bounce”, “Peliculeo”, “Gatuta Ganster” y “Nada”, temas que siguen acumulando millones de vistas y escuchas en las plataformas: el público jamás dejó de corearlos. Yo no quiero ser mala, pero es evidente/que se cae tu peli cuando estoy en frente/bebe, te conozco, por qué tu me mientes/entre todas esas perras, yo soy diferente, aulló Cazzu, acomodando su larga cola del pelo mientras se permitió hacer una pausa y cantarle el cumpleaños a una chica del público. “Feliz cumple, Lorena. Gracias por venir”.
Con letras pegadizas y directas, sin escapar a los tonos directamente sexuales como tampoco a los juegos de poder, Cazzu se emocionó al recordar que todo empezó con un diario íntimo que le regaló su abuela cuando tenía siete años. “Ahí arranqué a escribir poemas que se convirtieron después en las canciones que ahor ustedes a corean”, explicó en un largo silencio ambiental, a la vez que el público aplaudió al grito de “Abueelaa, abueelaaa”, presente en la sala. Fue un giro escénico del show que se acunó en “Piénsame”, un aire de milonga con guitarra acústica que frenó la vorágine del trap y después se extendió en un mensaje feminista -”por las que no están”, se leyó en fondo negro en la pantalla- en el tema “Yo, yo, yo”.
En el desenlance volvió el vértigo de la pista y los cuerpos largaron un extra de exudación en “Toda”, “Loca” y “Maléfica”, la canción con María Becerra, ausente en el concierto pero presente en pantalla y en el remix como otras tantas colaboraciones de Cazzu con artistas como Alex Rose, Khea y Duki. “Las letras de Nena Trampa hablan de mujeres en primera persona”, dijo Cazzu cuando salió el disco, hace unos meses. Canciones de mujeres que, como luego enfatizó, son también para que escuchen los hombres. Y no casualmente en el cierre sonó la notable “Los hombres no lloran”, tal vez su letra menos esperada, donde cantó con profunda lírica: Háblame/quiero decirte que todo va a estar bien/si quieres puedo ayudarte a resolver/y siempre hay algo que aprender/bebé, en esta vida.
Ruda y sensible, oscura y cálida, guarra y majestuosa, el regreso de la Jefa de la música urbana a los escenarios de Buenos Aires fue tan intenso como deslumbrante, con un público juvenil que se retiró caminando en calma después de noventa minutos de marea colectiva en un Luna Park eufórico, al borde del desmayo.
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