Este sábado presentará en Obras Aqua di Emma; antes, recibió a LA NACION en su estudio y en una charla profunda reveló detalles de su nueva paternidad y de su vínculo con la música
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Emmanuel Horvilleur se mueve con aires de rockstar sin dejar de ser un ícono pop. Entre la tecnología vieja y las prendas chic que se desparraman a lo largo y ancho de su estudio en Villa Ortúzar, se asoman desde un metegol hasta una estatuilla del Martín Fierro a la moda. Discos de vinilo, casetes de otros tiempos, fotos del Flaco Spinetta y tapados de piel. Y es que desde que a sus 15 años se lanzó como cantante de Illya Kuryaki no paró: el estudio es el refugio de su caos creativo y una caja de recuerdos. Su espacio, como él, es difícil de etiquetar y eso es algo que le gusta. Sabe perfectamente que su estilo distintivo es su sello y también su marca personal. Con 48 años, esta etapa de su vida lo encuentra en un momento de plenitud artística que se completa con la crianza de su beba Marion, fruto de su relación con la bailarina Evangelina Bourbon.
Antes de comenzar la entrevista con LA NACION, se disculpa y supervisa los bocetos que marcan la posición de la banda que va a pisar el escenario del Estadio Obras el sábado 30 de septiembre de la mano de su último disco, Aqua di Emma. “Es una pantalla para que crean que estoy en todo”, bromea y luego se dispone a conversar sobre los desafíos de hacer música desde la adolescencia, la paternidad y su vínculo con el arte.
—¿Cómo vienen los preparativos para el show en el Estadio Obras?
—Este es un primer show y si bien tenemos una estructura también es algo que estamos conformando ahora. El show es un puntapié de lo que se viene. Es el nacimiento de una cosa nueva. Me gusta que la gente disfrute y que tengamos cosas en las que nos podamos destacar. Además busco que el show tenga mi impronta.
—Es un momento de muchos nacimientos: disco nuevo, show en Obras, nacimiento de tu beba Marion...
—Sí, fueron cosas que se dieron en simultáneo, pero no fue algo que puse en Google Calendar. Por suerte, la vida nos sorprende. En este momento se dio el nacimiento de Marion, el lanzamiento de Aqua di Emma y una nueva gira. Creo que suele ser así la vida, hay momentos más tranquilos y otros donde se dan muchas cosas juntas.
—¿Sentís que estás viviendo una etapa muy activa a nivel creativo?
—Uno lo puede ver desde muchos lados. La humanidad en sí misma es creación. El hecho de concebir una nueva vida tiene una cosa mística y mágica. Pero también pasa que a veces la humanidad arrasa con todo eso y hay vidas que quedan a la deriva. Creo que hoy en el mundo no todas las vidas son cuidadas como los tesoros que son. Hay violencia, pobreza y odio. Pero también hay bebés, como la mía, que transforman la mañana y te hacen olvidar de todo eso por un rato. Marion me conmueve, me alegra, me saca sonrisas. No hay nada más lindo que levantarse a la mañana y jugar con un bebé.
—Tu primer hijo, André, fruto de tu relación con Celeste Cid, tiene 19 años ¿Lo viviste igual con él?
—Desde el nacimiento de André pasaron muchos años, pero siempre le di la importancia que requiere. Él es un gran compañero. Con Marion estoy descubriendo otras cosas. Por ejemplo, ya hubo música desde la panza, desde la gestación se me ocurrían canciones para ella. Vivimos cantando con la beba en el hogar.
—¿En el escenario montás un personaje distinto al Emmanuel de todos los días para protegerte de la exposición?
—Por suerte no siento que me tengo que proteger. Pero es verdad que el escenario me da un traje nuevo, que disfruto mucho y que me hace sentir que me convierto en una especie de superhéroe. Juego a entregarme a esa gloria y disfrutarla. Después, uno baja del escenario y es una persona mucho más normal que cambia pañales. Uno no puede desatender las tareas cotidianas y hay momentos para todo. En el escenario hay que ser una estrella y en el hogar hay que lavar los platos.
—¿Te considerás un músico disruptivo?
—No sé, pero si veo que hay algo particular de mi estilo que es lo que me mueve a lo largo de mi historia. Soy de probar cosas nuevas dentro del gusto que tengo por la música. Por suerte, la música es una disciplina que te abre posibilidades gigantes. Es parte de mi constitución como artista, no sé si alguna vez me planteé ser disruptivo porque también siento que he tenido un gusto por lo clásico, musicalmente. Y si hago algo cliché quiero que sea un cliché buscado: me gustan los clichés del pop pero con una vuelta de tuerca. Tal vez hemos sido disruptivos con Illya Kuryaki, pero creo que más que disruptivos fuimos incomprendidos. La música es amplia y te da la posibilidad de no aburrirte. Si en la música te aburrís o te sentís repetitivo es porque estás haciendo las cosas mal.
—Saltaste a la fama con 15 años y no paraste...
—Siento que fue algo que se dio orgánicamente. Y la verdad es que fuimos bastante estructurados. Nunca fui de tomarme cuatro meses de vacaciones. Más bien fueron los shows los que me llevaron a conocer el mundo. Siempre pensábamos en los discos, en componer, no fuimos ociosos.
—¿Qué dirías si Marion a sus 15 años se quiere lanzar como cantante?
—Creo que sería hermoso para mí. En ese caso tendría que buscar un equilibrio, el punto justo para estar presente y acompañarla pero también dejarla volar. A mí mis hijos me enseñan cosas. André me enseñó un montón y Marion también me está enseñando. El sentido que traen de las cosas y la cabeza que tienen las nuevas generaciones, me encantan.
—Te escuché decir que para vos la música es tu militancia...
—Sí, la música puede transmitir muchas cosas. A veces me llega más el mensaje de un músico como Bob Marley que un discurso de un político. Hay artistas que logran traducir un mensaje con su música. Siento que la música es la forma de hacer mi aporte a la sociedad. Por lo menos siento que a mí la música me hizo mejor persona. Por ejemplo, con el disco Pitada, que surgió en el momento pandémico, mucha gente se sintió abrazada en soledad por el disco: fue algo que desde su lugar ayudó. En ese sentido es una militancia, sin subirle ni bajarle el precio siento que es un espacio de expresión que la sociedad hoy necesita mucho. Es algo sanador, siempre y cuando tengas las necesidades básicas cubiertas. Más allá de cualquier color político, para que no haya violencia en un pueblo primero tiene que haber comida, educación y salud.
—¿Te preocupa el contexto actual?
—Sí, obviamente me preocupa. Veo una realidad cada vez más salvaje y mucha gente que sufre. Veo mucha gente que parece que la pasa bien en Instagram pero también mucha que la pasa mal en la vida real y eso me preocupa.
—Después de tantos años de carrera, ¿sentís presión para seguir vigente?
—Sí. Cuando uno se sube al escenario con algo tiene que seducir. Cuando tenés 20 seducís con tu fuerza, tu salvajismo, tu belleza. Y a lo largo del tiempo se van ajustando fichas, vas mejorando o cambiando tus canciones. No sé si soy mejor ahora que a los 16 o que a los 22, pero siempre trato de hacer la música que represente mi espíritu. A veces agarro algo de otra época, cuadernos viejos de cosas que escribí hace años y, de pronto, me sirven. Me gusta haber tenido una adolescencia y juventud deformes. Después, con el tiempo fui limpiando mi manera de escribir, pero hay algo de la inconsciencia de la inexperiencia que está buenísimo.
—¿Sentís que hubo muchos prejuicios hacia vos y tu música?
—¡Un montón! Y los sigo recibiendo. Algunos me han dado bronca pero ya no les presto atención, me dan risa. Creo que soy difícil de etiquetar pero a la vez no me considero una persona inabordable.
—¿Te considerás un rockstar?
—De rockstar tengo la parada en el escenario y puede ser que una estética. No tuve tantas actitudes de rockstar, aunque sí me compré un Mustang 65 a los 20 años (risas). Hay gente a la que le sirvió ser rockstar para mandarse cagadas. Yo alguna me pude haber mandado en más de treinta años de carrera, pero no creo que esa etiqueta te salve de ser una caca de persona. De todos modos, siempre prefiero creerme un rockstar que un falso humilde. El artista que vende una falsa humildad me parece un bajón.
—No te crió tu padre biológico y hoy vos sos un padre muy presente. ¿Cómo te llevás con eso?
—Vi a Horvilleur pocas veces en mi vida. La verdad es que no tuvimos una relación de muchas luces pero no me gustan los golpes bajos. A los dos días de enterarme que iba a ser papá de Marion me llamó mi tío para decirme que Horvilleur había muerto. Eso fue loco. Supe que se venía una nueva vida y que se iba a otra.
Emmanuel Horvilleur se presenta en el Estadio Obras el sábado 30 Septiembre a las 20 horas. Entradas disponibles a través de livepass.com.ar
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