En el ocaso de su carrera, el cantante se postuló ante Richard Nixon como agente secreto de Estados Unidos; la película que lo cuenta se estrena en agosto en la Argentina
Aunque los orígenes del rock están entrelazados con una fuerte influencia de la música negra (del blues al góspel, del jazz al rhythm and blues), su explosión popular y comercial se produjo cuando todo eso fue vendido en un envase blanco. Eso fue lo que sucedió con Elvis Presley , un producto de su propio talento, pero también del mercado: Elvis no fue Elvis hasta su fichaje con la discográfica multinacional RCA en 1956. Ese año lanzó sus dos primeros discos: uno llamado Elvis; el otro, Elvis Presley.
Dos años más tarde (tras editar otros dos discos en 1957), Elvis ingresó al ejército norteamericano y muchos observan este episodio como el quiebre que desacelera su crecimiento como estrella popular. A la salida de la colimba, Presley ya no sería el mismo, como tampoco lo era Estados Unidos. Casi en sintonía con su país, Elvis también expresó un giro en exceso conservador y abrazó conductas que poco tenían que ver con las de un ídolo díscolo e irreverente.
Su encanto, poco a poco, comenzó a desvanecerse. Los motivos son amplios y difundidos, aunque hay uno que curiosamente se conserva casi discretamente. Esto se debe a que el episodio en cuestión fue parte de una reunión de carácter secreto que recién se conoció pocos tiempo atrás, cuando los archivos con los detalles de aquel encuentro fueron desclasificados.
Sucedió el 21 de diciembre de 1970, es decir, siete años antes de que Elvis muriera. El cantante mantuvo una reunión secreta con el por entonces presidente Richard Nixon en el Despacho Oval de la Casa Blanca. La idea había surgido un día antes, luego de que Presley se cruzara con el senador republicano George Murphy en los pasillos del avión que llevaba a ambos a Washington. Allí mismo, el músico tomó unas hojas en blanco con el membrete de la compañía aérea y redactó de puño y letra una nota que comenzaba diciendo: "Querido Sr. Presidente: primero deseo presentarme, soy Elvis Presley. Lo admiro y respeto su oficio".
En la carta, Elvis reconocía haber conversado tres semanas antes con el vicepresidente Spiro Agnew en Palm Springs acerca de flagelos de Estados Unidos tales como "la cultura de la droga, los elementos hippies, el SDS, los Black Panthers, etcétera". El objetivo del cantante era conseguir una reunión privada con Nixon, aprovechando su estadía en la ciudad capital, para postularse como "agente federal sin limitaciones". Tal era su obsesión por obtener la placa que prometió permanecer en un hotel de Washington "todo el tiempo que requiera obtener las credenciales federales necesarias".
En la mañana de aquel 21 de diciembre del 70, el músico fue personalmente a la Casa Blanca y le entregó la carta escrita en el avión al consejero presidencial Bud Krogh. Pese a que en algún momento creyeron que se trataba de una broma, los asesores Dwight Chapin y Egil Kroghm, junto al secretario general de la Casa Blanca, H.R. Haldeman, estuvieron analizando durante dos horas la propuesta. Querían convencerse a sí mismos de convencer a la vez a Nixon acerca de los beneficios que este encuentro podía generar. Finalmente, la reunión se concretó ese mismo día en el Salón Oval de la Casa Blanca.
Nixon lucía un traje gris oscuro. Elvis, pantalones ajustados de terciopelo morado, camisa blanca de seda con cuello de pico, un cinturón con sus iniciales, una capa y anteojos de sol. Ni bien ingresó al recinto, repitió el interés por obtener su credencial federal y desparramó sobre un escritorio las que ya tenía de California, Colorado y Tennessee. Fue tal su obstinación al respecto que tuvieron que darle una improvisada chapa para que dejara de insistir. Criticó duramente a The Beatles: "Han sido una verdadera fuerza para el espíritu antiestadounidense. Vinieron a este país, hicieron dinero, y luego regresaron a Inglaterra donde promovieron un tema antinorteamericano". Confesó también haber realizado "un estudio profundo sobre el abuso de drogas y las técnicas comunistas de lavado de cerebro, y estoy justo en el medio de todo el asunto, donde puedo y quiero hacer lo mejor". Pese a su prédica antinarcótica, los informantes presentes en la reunión aseguran que Presley estaba bajo los efectos de las pastillas a las cuales era adicto. Antes de retirarse, Elvis le obsequió a Nixon una pistola Colt 45 de la Segunda Guerra Mundial.
El desprecio de Elvis a Los Beatles tiene una primera explicación: el grupo británico se había impuesto con fuerza en Estados Unidos, menoscabando la consideración popular del cantante de Tupelo. Su mitín con Nixon fue el encuentro de dos potencias en baja: el presidente veía tambalear su reputación por la sinuosa incursión bélica de su país en Vietnam.
Lo cierto es que ambos trazaron un plan que, entre otras cosas, incluía proponerle a Elvis ser consultor del Consejo Publicitario de la Nación para reforzar campañas antidrogas entre la juventud, realizar un especial por televisión al respecto, grabar un tema de rock llamado "Get High on Life" (algo así como "colocate con la vida") y editar un disco en un centro de rehabilitación de Kentucky.
Durante ese mismo año (en el cual había sido nominado como uno de los Diez jóvenes más destacados de América en Memphis, su ciudad natal) Elvis también se había reunido con Edgar Hoover, jefe del FBI, organismo para el cual Elvis trabajó como informante. El encuentro con Nixon se mantuvo en absoluto secreto durante varias décadas hasta que, como se dijo, los archivos fueron desclasificados y generaron un fuerte impacto. Y también mucha inspiración: en agosto será estrenada Elvis & Nixon, una película que da cuenta de esta reunión con Michael Shannon como el cantante y Kevin Spacey como el presidente.
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