Música en serie: el documental Elvis: El Rey del Rock and Roll, repasa los ritmos y las canciones que Elvis Presley absorbió para crear un sonido y una cultura que cambiarían para siempre al siglo XX
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Estrenada por Netflix en Latinoamérica como Elvis: El Rey del Rock and Roll, la serie documental dirigida por Thom Zinny recorre en tres largos capítulos gloria y caída de uno de los mayores íconos de la cultura pop del siglo XX. Con el show para la televisión de 1968 que marcó su regreso a los shows como núcleo narrativo, los testimonios y documentos recrean también sus orígenes en Tupelo y Memphis. Son años formativos en los que el joven Presley es arropado por la religiosidad intensa del góspel, la atracción fatal de la música negra y el sonido country que llegaba por la radio. De esa mezcla saldría un estilo único que cambiaría la segunda mitad del siglo XX. Lo que sigue es una playlist que deja ver las raíces del Rey expuestas de forma generosa a lo largo del documental para hacer justicia con nombres alejados hasta lo invisible en el espejo retrovisor de la historia.
“I Don’t Want To Set The World On Fire” (The Ink Spots, 1941). La textura del sonido (aunque viaje en streaming) revela el crepitar de una vieja vitrola para discos de pasta o el encantamiento de una radio valvular. Así es como debió escucharla el joven Elvis cuando este grupo de jazz vocal formado en Indianápolis en los años 30 adelantó algunas características del futuro slow rock, el soul y el doo wop que se escucharían veinte años después. “I Don’t Want to Set The World On Fire” se editó como simple con “Hey Doc!” en la cara B. Fueron uno de los primeros grupos de lo que se llamaba “música racial” en ganar la televisión. La palabra “riff” que se volvió parte del abecé del rock viene nada menos del apodo de su guitarrista Ivory Watson, quien había perdido cuatro dedos jugando al bowling y que hizo de su limitación una firma sónica del grupo. Se disolvieron en 1964.
“That’s Alright” (Arthur Big Boy Crudup, 1946). La versión original del primer disco lanzado por Elvis Presley & The Blue Moon Boys en 1954 para el mítico sello Sun había sido editada ocho años antes por Crudup, un pionero del Delta Blues nacido en 1905. En esta grabación espontánea y en esta voz aguda y sentida está cifrado el futuro de la cultura pop entera. Elvis la convirtió en el despertador de una generación pero aquí ya están presentes los cortes abruptos y sincopados que caracterizaron a toda la primera ola del rock & roll. Crudup deja oír un estilo de guitarra líder agresivo que sería la característica de todo lo que llamamos rock a partir de 1957: de Chuck Berry a Rage Against The Machine.
“Blue Moon of Kentucky” (Bill Monroe and his Bluegrass Boys,1947). Otra canción retomada por el primer Elvis en sus grabaciones realizadas entre 1953 y 1955. Cuesta distinguir su relectura frenética de esta ensoñada pieza que escuchamos genéricamente como “country”, aunque se trata de un estilo muy particular surgido en la zona de los Apalaches (una cordillera que va desde el sureste de Estados Unidos a la isla de Terranova en Canadá) a principios de los años 40. Era la música que antes se conocía como “hillbilly”, una forma peyorativa de referirse a la población rural de la región. Fue el mismo Monroe en su traje de vaquero quien la llevó a otra categoría artística y con su estilo le dio el definitivo nombre de “bluegrass”.
“Chatanoogie Shoe Shine Boy” (Red Foley, 1949). El oído de Elvis se formó entre la música religiosa (góspel), los blues y parte del country que dominaba el mainstream radial. Red Foley (1910-1968) fue una de las voces que mejor contribuyó a modernizar el género rural estadounidense en los años 40 y cuando se escucha una canción como esta se entiende su aporte en la formación del estilo del Rey del rock & roll. La base, mezclada con una suerte de tap dance, ya sugiere el insinuante compás del futuro rockabilly que sería la marca del primer Presley y un sonido siempre reciclado como carta de autenticidad rocker, ya fuera por The Clash (“Brand New Cadillac”) o los Stray Cats en clave retro, en los años 80.
“Rocket 88” (Ike Turner, 1951). Para algunos musicólogos esta es la primera canción grabada que puede considerarse bajo los parámetros de lo que llamamos rock and roll. Sam Phillips la grabó en los estudios Sun poniendo en la planilla el nombre Jackie Brenston and His Delta Cats que también eran la banda de apoyo de Ike Turner bajo el nombre de Kings of Rhythm. Así fue que se originó la disputa por la autoría que en el disco simple es del saxofonista Brenston (1928-1970) pero que el mucho más conocido Turner (Ike & Tina en los 60) se ha atribuido hasta su muerte, en 2007. La voz que se escucha es la de Jackie Brenston pero el piano y todos los arreglos pertenecen a Turner, quien combinó dos ritmos populares de la época: el jump blues y el combo swing. Resulta una evolución desatada del swing de los años 30 y 40 pero, además, al estar dedicada a un nuevo modelo de autómovil anticipa el mitologema de la ruta en el rock and roll. Todo alrededor de esta pieza es rumor, leyenda: se dice que el sonido distorsionado de la guitarra, por ejemplo, fue provocado por un accidente en el camino al estudio que dañó el amplificador del guitarrista Willie Kizart.
“Just Walkin’ in the Rain” (The Prisonaires, 1952). El eslabón entre el blues y el slow rock aparece en esta pieza vocal magnífica de The Prisonaires que, efectivamente, eran internos de la cárcel estatal de Tennesssee. Escrita y cantada por Johnny Bragg (que purgaba una condena por seis intentos de violación) y Robert Riley, llegó al chart de Billboard en 1953 pero la versión más conocida fue la del azucarado Johnnie Ray, parte de la reacción conservadora contra el rock and roll, editada en 1956. Las armonías vocales de estos negros que hicieron el auténtico doo wop de la cárcel fueron, sin embargo, las que cautivaron a Elvis que pronto se convertiría en la máxima estrella del sello que los había editado: Sun.
“Old Country Church” (The Blackwood Brothers, 1954). Las voces blancas de The Blackwood Brothers llevaron el góspel por todo Estados Unidos en los años inmediatos a la Gran Depresión y el estilo profundo de J.D. Summer que se unió al grupo en los primeros cincuenta resultó decisivo en la conformación de la voz de Elvis, ya madura, a los 18 años. Summer no sólo fue el compositor de esta canción, siempre presente en la playlist de El Rey, sino que cantó en el funeral de su madre Gladys en 1958 y volvería a hacerlo en el del mismísimo Presley. Su grupo vocal, The Stamps, se sumó como coro en la gira de 1971 con la que Elvis, al comando de una big band, buscó recuperar el tiempo perdido en los 60 entre películas inocuas y una dirección artística al menos errática.
“In the Jailhouse Now” (Webb Pierce, 1955). El mayor éxito del cantante country más exitoso de los años 50 fue esta tonada en cuyo arreglo de guitarra rítmica se escuchan ecos o guiños al emergente nuevo género que, pronto, daría la vuelta al mundo en la forma de una danza frenética catalogada como “diabólica”. Es interesante observar cómo la cuestión carcelaria atraviesa este songbook con el que Elvis se educó: de The Prisonaires a su propio mega hit “Jailhouse Rock” (1958). No era casual: su padre Vernon había permanecido casi un año tras las rejas por falsificar un cheque y el mismo Elvis fue de algún modo capturado y preso en ese servicio militar en Berlín que absorbió el impulso revulsivo de su pelvis. Webb es uno de los artistas que su viuda Priscilla menciona en la serie documental como aquellos a los que Presley siempre volvía.
“Stagger Lee” (Lloyd Price, 1959). Es cierto que para cuando el cuento mítico de “Stagger Lee” (una canción que recrea un asesinato de fines del siglo XIX) llegó al número 1 de Billboard en esta interpretación energética de Lloyd Price, Elvis ya estaba por demás consagrado. Pero el éxito de Price había empezado ya en 1952 cuando el rock and roll todavía no había conquistado las ondas de radio. Su canción “Lawdy Miss Clawdy” significó un antes y un después para el rhythm and Blues y Elvis no dudaría en versionarla años después. Hay algunos puntos en común en la biografía también: a Price, como a Elvis, el Ejército se lo llevó a servir en Corea lo que posibilitó el ascenso de Little Richard. Así, es una de las últimas voces que se escuchan deconstruyendo su estilo, al borde de su estreno frente al micrófono.
“Amazing Grace” (The Jordanaires; versión remasterizada, 2021). Es difícil precisar cuándo The Jordanaires cantaron y grabaron por primera vez este himno cristiano de 1779 desde que se formaron a finales de los años 40. Esta versión, sin fecha, está incluida en el último álbum recopilatorio de este grupo góspel que funcionó como coro de Elvis entre 1956 y 1972, lo que es decir toda su carrera. El mismo Presley, claro, la grabaría varias veces, incluida una versión con la Royal Philarmonic Orchestra. Siguiendo la huella, Rod Stewart dejaría una inolvidable versión a cappella en el álbum Every Picture Tells a Story (1971).
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