El tema que Lalo Schifrin compuso en tres minutos y que le abrió definitivamente las puertas de Hollywood
Nació en Buenos Aires, estudió música clásica en París y giró por el mundo con Duke Ellington; sin embargo, al genial artista se lo recordará eternamente por componer el tema principal de Misión: imposible
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Al músico argentino Lalo Schifrin le gusta contar que se demoró apenas tres minutos en componer el tema de Misión: Imposible (1966), esa melodía inconfundible creada especialmente para la serie televisiva de Bruce Geller, que se mantuvo al aire desde 1966 hasta 1973.
Posteriormente, la cadena televisiva norteamericana ABC recreó la historia, hasta que finalmente en 1996 desembarcó en el cine como la saga de películas de acción coproducida y protagonizada por Tom Cruise en el rol de Ethan Hunt, agente de la ficticia Fuerza de Misiones Imposibles (IMF) que invariablemente acaba lanzándose de un helicóptero, saltando de un edificio a otro o en medio de una persecución.
Cuando se estrenó el primer film de la saga, dirigido por Brian de Palma, la banda sonora fue disco de oro con 500.000 ventas. Adam Clayton y Larry Mullen Jr. (integrantes de U2) fueron los encargados de tocar el bajo y la batería de aquella nueva versión.
El éxito de la canción dio pie para que más tarde fuera interpretada por Limp Bizkit en Misión: Imposible 2 (2000), dirigida por John Woo. Sin embargo, las críticas recibidas por “modernizar” el tema llevaron a retomar el sonido clásico de la mano de Michael Giacchino, en Misión: Imposible III (2006), dirigida por J.J. Abrams y considerada como una de sus mejores versiones, síntesis entre lo viejo y lo nuevo. En todo caso, la saga completa de las seis películas se convirtió en una de las franquicias más exitosas, con más de 3500 millones de dólares en recaudación.
Pero volvamos a los inicios. El responsable de introducir a Lalo Schifrin en el mundillo de las bandas sonoras fue Clarence Avant, un agente y productor musical conocido como “El Padrino Negro”. En 1964, después de reunirse con el presidente de la Metro Goldwyn Mayer (MGM), encargaron a Schifrin la banda sonora del film Rhino!, muy elogiada por el público y la crítica. Dos años más tarde, los ejecutivos de CBS lo incitaron a participar de una nueva serie de espías en plena Guerra Fría.
El guionista y productor Bruce Geller había creado una historia de una agencia secreta que atendía misiones prácticamente suicidas contra organizaciones terroristas, magnates malvados o gobiernos corruptos que se encontraban en el bloque comunista, detrás de la cortina de hierro. Aquí la música, el uso de tecnología, las máscaras y curiosos dispositivos hi-tech conformaban un atractivo fundamental. Casi simultáneamente, en 1965 y hasta 1970 la televisión norteamericana comenzó a emitir la serie Superagente 86 (Get Smart, en su título original en inglés) protagonizada por Don Adams. Él era Maxwell Smart, el Agente 86, y Barbara Feldon, la coprotagonista femenina, encarnaba a La agente 99. La serie parodiaba a las ficciones de espías, así como los dispositivos del “recontra espionaje” llevaban al extremo lo que se veía en las películas sobre la Guerra Fría, como el emblemático zapatófono o el “cono del silencio”.
Ese mismo año de 1966, en Estados Unidos se emitía por primera vez la serie televisiva Batman, con Adam West y Burt Ward; Bob Dylan lanzaba al mercado el primer álbum doble de la historia de la música popular y en la Argentina se producía el golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Arturo Illia. En tanto, en Inglaterra se daba inicio a la IX Copa Mundial de Fútbol.
Volviendo a la música de Misión: Imposible, cuando Schifrin presentó la primera partitura para la serie fue rechazada. Si bien la música sugería suspenso, el productor insistía en encontrar una melodía de más personalidad, que transmitiera mayor intriga y emoción. Schifrin volvió a su casa y a partir de las nuevas sugerencias de Geller se las ingenió para componer en apenas tres minutos una pieza en un compás de 5/4 (compás de amalgama), en una combinación de 3/4 más 2/4, un ritmo que no es fácil de seguir y poco frecuente en la música popular, pero que dejaría su marca indeleble hasta hoy y lo catapultaría como un prestigioso compositor de bandas sonoras.
Ahora bien, además de componer más de 100 piezas musicales para cine y televisión, Lalo Schifrin también tocó con el gran maestro Ástor Piazzola, con el trompetista Dizzy Gillespie y otras luminarias del jazz como Ella Fitzgerald y Duke Ellington y hasta se encargó de escribir los arreglos para Los Tres Tenores: Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo.
Del conservatorio de París al jazz
La historia puede remontarse hasta el año 1956, cuando Gillespie llegó a Buenos Aires para dar una serie de conciertos. Por entonces, Lalo era un joven de 24 años que se había formado como músico clásico en el conservatorio de París, y si bien ya había tocado tango con Piazzola, estaba convencido de que lo suyo era el jazz.
Así las cosas, Gillespie lo escuchó tocar y se acercó a preguntarle quién era el autor de los arreglos, y cuando Schifrin le reveló que eran suyos, sin pensarlo dos veces lo incitó a que se fuera a los Estados Unidos. Pasaron dos años hasta que finalmente se encontraron. Gillespie lo recibió en su casa y le encargó la composición de una obra. El resultado se llamó “Gillespiana”, una suite de seis piezas que representaba un viaje por “las Américas”, y que posteriormente Gillespie grabaría con su orquesta. El álbum vendió más de un millón de copias y se convirtió en una referencia fundamental en el mundo del latin-jazz. A tal punto que Gillespie terminó dándole el puesto de pianista en su orquesta. Fue así como Lalo Schifrin comenzó a viajar por el mundo y a tocar con figuras internacionales como Ella Fitzgerald y Duke Ellington.
Por entonces, el argentino conoció al agente y productor musical Clarence Avant, quien le abriría las puertas de la Metro Goldwyn Mayer (MGM). A partir de entonces comenzó a componer la música de series muy populares como Starsky & Hutch o Mannix, y no paró de recibir encargos de Hollywood para musicalizar películas como Bullitt, con Steve McQueen; Harry el Sucio, con Clint Eastwood o La leyenda del Indomable, con Paul Newman, entre más de 100 bandas sonoras de películas y series.
Hasta Bruce Lee lo llamó un día para trabajar en su film Operación Dragón, se hicieron amigos y Schifrin se convirtió en su alumno de artes marciales, mientras seguía avanzando como arreglista y compositor en el mundo de la música clásica. En 1990 fue recomendado por el director orquestal Zubin Metha para encargarse de los arreglos de Los Tres Tenores, aquel gran acontecimiento del canto lírico que reunió a los tres grandes del momento: Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo.
De esta manera, entre el jazz, la música clásica y las bandas sonoras, Lalo Schifrin obtuvo cuatro Grammys y hasta recibió un Oscar Honorífico de las manos de Clint Eastwood. Eso sí, su marca indeleble fue y seguirá siendo ese ritmo y esa melodía intrigante de Misión: Imposible, un clásico indestructible del recontra espionaje.
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