El talento y la humildad de "Elina de Buenos Aires"
Elina Garanca / Orquesta filarmónica de Buenos Aires / Director: Enrique Arturo Diemecke / Repertorio: Obras de J. Offenbach, C. Saint-Saëns, M. de Falla, G. Bizet y otros / El miércoles, en el Teatro Colón / Nuestra opinión: excelente
Elina Garanca es, sin dudas, una de las grandes mezzosopranos de la actualidad. Su primer concierto en Buenos Aires superó cualquier expectativa: la letona ofreció una velada que difícilmente será olvidada, con una humildad que lucía fácil la proeza de su interpretación.
Con gran despliegue técnico en su cuerda, surcó un programa sólido, lleno de oportunidades para comprobar su ductilidad, tanto vocal como dramática: la primera parte fue dedicada a un repertorio operístico italiano y francés; la segunda, a música de la Península Ibérica. En el transcurrir de la noche parecía, por momentos, que iba a montar una ópera ella sola.
En la primera sección de la velada, las arias "Io son L'umile ancela" y "Acerba voluttà", de Adriana Lecouvreur fueron interpretadas por la cantante con sutil sensibilidad. En cada crescendo, desde un pianissimo en un registro de notable exigencia hasta una proyección vocal que ocupaba cada hueco de la sala, el cuerpo de Garanca se transformaba en una impresionante columna de aire. Con el aria "Mon coeur s'ouvre à ta voix" (Samson et Dalila) Elina hizo gala de su robusta voz en la posición baja y media de su tesitura.
En la segunda parte de la noche Garanca sacó a relucir su castellano y su profundo entendimiento de la zarzuela, con sus características melodías, ritmos, florituras e inflexiones. Le bastó entonar "De España vengo" (El niño judío) para que aceptemos esa frase como una verdad indiscutible. Para cerrar el concierto, la mezzosoprano resolvió en vivo la duda (si es que la había) de por qué tanta alharaca con su desempeño como Carmen. Esa gitana, tan española y tan francesa, en la piel de Garanca es un derroche de potencia vocal y desafiante actitud. Para rematar la imagen de una artista completa, le sobró energía para levantar su falda roja e improvisar un baile flamenco.
La orquesta, bajo la batuta de Diemecke, interpretó piezas instrumentales que delinearon las distintas facetas de la programación con consistencia, a la vez que se acopló a las necesidades de la solista. Al final de la noche, Garanca ofreció piezas fuera de programa: "Carceleras" (R. Chapi), "No puede ser" (P. Sorozábal), "El día que me quieras" (Gardel/Lepera), "Granada" (A. Lara). En su generosidad, la exquisita mezzosoprano homenajeó al tango con su voz, y por una noche fue "Elina de Buenos Aires".
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