El sueño psicodélico de María Eva Albistur
De regreso al país, graba su nuevo CD
Leonardo Favio, Charly García, Joaquín Sabina y Ezequiel Araujo. Cuatro hombres lobo y una sola Caperucita: María Eva Albistur.
Cuenta el cuento que García dejó los instrumentos en su casa luego de un año de trabajo conjunto para Kill Gil y que Leonardo Favio la llama por teléfono para invitarla a tomar el té en La Biela y charlar de poesía y de bueyes perdidos y vueltos a encontrar; que Sabina se la llevó de gira por Europa cuando tenía 24 años y que le abrió las puertas de su estudio madrileño para que grabara su primer disco, Insomne (2000); siete años después, Ezequiel Araujo, el último enfant terrible del rock de acá, produce su tercer álbum solista en el estudio de su casa todavía pintarrajeado por Say No More y dice que encontró en ella "la dedicación y la incondicionalidad hacia la música que muy pocos artistas tienen hoy". Ahora sí, la pregunta está servida: pero ¿quién es esta chica?
María Eva Albistur es bajista, compositora, cantante, "artista libre, en permanente entrega", como ella misma sugiere, mientras de fondo suenan sus últimas canciones, que hablan de ideas circulares, de colores intensos, de hombres sin pieles, de tiempos inevitables, inexpugnables.
"Este disco suena más rockero -arriesga sin red- y creo que tiene que ver con mi vuelta a Buenos Aires. Me había aburrido un poco la melancolía de mis trabajos anteriores, que fueron grabados mientras vivía afuera: Insomne lo hice en medio de la gira de Sabina, y cuando grabé Avatar (2004) , ya hacía cinco o seis años que me había ido de mi casa. Este es el primero que hago viviendo en la Argentina".
María Eva se fue de su casa en 1998, con destino a Nueva York ("me fui por tres meses, apliqué en una escuela de música que pensaba que no me iban a aceptar y no volví por seis años"), donde apenas vivió poco más de un año, hasta que Alejo Stivel, productor del disco de Sabina 19 días y 500 noches , le ofreció formar parte de la banda del cantautor español en su gira europea. "Yo ya quería grabar mis canciones y cuando las escuchó Joaquín, me prestó su estudio para que lo hiciera. Fue como entrar a España por la puerta grande, como si acá viniera alguien de afuera y tocara con Charly."
María Eva, que lleva en su nombre el tributo a Eva Perón que le obsequió para siempre su padre; el actual secretario de Medios de la Nación, Enrique "Pepe" Albistur, asegura que recuerda aquella época de pocos días y muchas noches de gira europea, como una ensoñación: "Justamente el disco nuevo habla de algo que tiene que ver con esa sensación, con la fuerza con la que uno vive el presente, y que hace que, con el tiempo, lo vivido intensamente parezca un sueño".
Las palabras de Albistur tienen correlato en el sonido envolvente, psicodélico, definitivamente onírico que atraviesa cada una de las composiciones que integrarán su tercer álbum. Una marca registrada del ex Avant Press y ex El Otro Yo, Ezequiel Araujo. "Yo venía con las canciones queriendo llegar a un lugar que no llegaba, y Ezequiel lo logró. Me parece que en el país, él es el único productor que trabaja los discos con una mirada artística. No hace un producto y ya. No tiene una forma definida de trabajar, está siempre experimentando y no es conformista: nunca se graba algo de la misma manera dos veces."
Mientras ultima los detalles de su próximo disco, esta chica MySpace (en myspace.com/albistur se puede escuchar algo de sus más recientes creaciones y leer mucho de sus influencias y sus amigos) ya piensa, trabaja, en las grabaciones de unos poemas de Leonardo Favio. "Siempre fui muy fan de su cine y un día me regalaron la biografía de él, Pasen y vean . Me gustó tanto que elegí uno de los poemas que aparecen al final del libro y lo musicalicé, bien orquestado, con aires de radioteatro, unos violines tobas y unas cuerdas. Cuando lo terminé, se lo mandé de regalo, simplemente por amor, para devolverle algo de lo que él me había dado, con una cartita y todo. Al poco tiempo, recibí un e-mail de Favio, diciendo que era la primera carta que escribía desde que había vuelto a la Argentina en los años 80 y que me quería conocer. Y bueno, así fue que nos cruzamos, vino a uno de mis conciertos en Buenos Aires, fuimos a cenar y terminó recitando uno de sus poemas en un disco mío. Ahora que volví a vivir acá, cada tanto me llama y nos vamos a tomar un té a La Biela y nos quedamos horas charlando. Como él está mal y no puede cantar, me pasó unos poemas, algunos inéditos incluso, y me propuso hacer unas sesiones de grabación. Todavía no sé dónde va a terminar todo esto, pero la verdad es que cuando lo pienso un minuto, no lo puedo creer."
Así es, la vida de María Eva, parece un sueño. Como sus canciones.