El Símbolo: del avión privado de Xuxa y el furor en México al desprecio en los boliches de Buenos Aires
En 1998, Francisco "Frank" Fernández Madero cantaba "No te preocupes" con su grupo El Símbolo en un canal de televisión colombiano, cuando alguien gritó: "¡al piso!". La tensión entre el Gobierno y las FARC estaba en rojo y uno y otro bando movían piezas con cuidado. "Iban a sacar a un jefe de guerrilla que estaba en la cárcel para que hable, y de esa manera iban a liberar a gente que tenía la guerrilla en el monte. Pero parece que varios renegados empezaron a tirotear el canal, donde yo justo tocaba. Y estaba ahí, agachado en el camarín y todos tirando tiros. Nos sacaron en un tanque que tenía preparado el canal para eso", cuenta Frank, que juró solemnemente no volver a pisar suelo colombiano y hasta el momento viene cumpliendo.
Ofertas para viajar no le faltan, desde que a los 17 años se juntó a hacer música con Ramón Garriga y en cuestión de meses terminó recorriendo Europa. "Empezamos con mi compañero de colegio y mejor amigo a hacer música electrónica. Hacíamos la música, la grabábamos, fabricábamos los vinilos, hacíamos el diseño de tapa, lo mandábamos a imprimir, los ensobrábamos y los repartíamos", recuerda. La motivación era "entrar gratis a los boliches, ir a chupar con nuestros amigos".
Repartiendo singles y maxis, "metían" mini giras de tres o cuatro discotecas por noche durante los fines de semana. Hasta que de repente uno de esos temas ("La cucamarcha", versión dance del tradicional mexicano "La cucaracha") recaló en el Viejo Continente por esas magias de la distribución musical, y en tiempo récord The New Nation (el nombre con el que Madero y Garriga bautizaron su proyecto) probó el éxito. "Terminó sonando por toda Europa. Fuimos a buscar discos de Oro y Platino a Alemania, Suiza, Austria. Y cuando volvimos, después de hacer gira y tocar por todos lados, ya estaba sonando el ‘No te preocupes’ de El Símbolo, que habíamos dejado editado", dice Frank.
El debut homónimo de El Símbolo (1994) no tenía intenciones de ser el disparador de una carrera que terminó siendo: "El disco estaba pensado para ser un compilado de remakes, versiones electrónicas y discotequeras que nos gustaran a nosotros. Pasa que gustó tanto que dijimos: ‘bueno, pongámosle una imagen, hagamos foto, veamos qué pasa’". Entre los covers estaban "Buscando un símbolo de paz", de Charly García; "11 y 6", de Fito Páez"; "Que me pisen", de Sumo y un tema bastante más oscuro: "Break My Stride", del one hit wonder estadounidense Matthew Wilder, reconvertido en "No te preocupes". Tiempo después conocieron al autor, que les agradeció sentidamente por las regalías de sus 800 mil copias vendidas en Brasil y les rogó que le grabaran alguna otra canción de su catálogo.
"Una vez nos llamó el productor de Rita Lee y nos dijo ‘Rita está medio deprimida, por favor háganle un remake de 'Lanza perfume’. En el pool de editoriales tenés una chapa de ‘che, estos chicos facturan’", cuenta Madero. "Levantando las manos", de los hondureños Banda Blanca fue otra de sus remakes exitosas, así como "Hands Up" (en su versión: "Canta"), interpretada por el dúo Ottawan y compuesta por Daniel Vangarde, padre de Thomas Bangalter, de Daft Punk.
Ya establecido en el mundo de la música, Francisco seguía estudiando para cumplir con su otra vocación: la arquitectura. Un día a mediados de los 90 las dos vetas entraron en crisis: tenía show en Ritmo de la noche, con Marcelo Tinelli y a la mañana siguiente la entrega de su tesis. "Estaba dibujando, me cambié, me fui a Canal 11 (Telefe), me maquillaron, canté, volví, seguí dibujando y me fui a entregar todo vestido de El Símbolo. El jefe de cátedra me dijo ‘Madero, usted estaba en la tele ayer’. Le dije: ‘Sí, sí, es un hobby que tengo’. Y me dijo: ‘No, poco serio’, y agarró toda mi entrega y la revoleó por el aire. Ahí yo volví angustiado porque me tenía que ir bien, había trabajado muchos días sin dormir. Yo dudaba si irme de gira a Brasil un año y medio, y dije: ‘Me voy’. Mis viejos me miraron con una cara... Me dijeron: ‘Andá y vemos’. Y hasta ahora no dejé de trabajar. Todos los fines de semana de mi vida canté", repasa Frank.
Tocó en Brasil, pegó en Chile, pasó por Ecuador, Colombia y Venezuela, y terminó dando un show para 100 mil personas en España. "Nos llamaron de Islas Canarias. Yo decía: ‘No saben ni cómo soy’. La gente quería que vaya y cante el tema. De repente tenía 100 mil personas escuchándome y no sabían quién era’", dice. Pero si hubo una presentación que le cambió la vida fue la que hizo en el festival de Viña del Mar, en 1999: ahí los descubrió Fonovisa y les multiplicó el éxito por mil. "Fue un punto de inflexión. Carlos Maharbiz [hermano de Julio, histórico presentador de Cosquín], presidente de la discográfica de Televisa, vio el show, cenó con nosotros y nos dijo: "Chicos, quiero que firmen para Fonovisa, que se queden a vivir en México’. Yo pensaba: ‘Qué dice este señor, está loco’. Al final terminé viviendo diez años allá".
Aunque en la Argentina fue (y sigue siendo) un personaje popular de esos a los que les interrumpen almuerzos para pedirles fotos, lo más parecido a la fama lo vivió en tierra azteca: "Fue llegar y ya tener carteles, y hacer nota y nota y nota. Yo decía: ‘Qué es esto, qué es esta locura’. En ese momento estaba Nazarena [Falero], mi bailarina y corista, la famosa rubia. Los mexicanos estaban enloquecidos con ella porque tenía un parecido a Pamela Anderson", recuerda.
Vos tenías hits, te iban a ver, se sabían los temas, pero igual te gritaban de todo, eras un nabo. Uno le ponía todo el cariño e igual te trataban así: era desmoralizante
Con trece discos editados en aquel país, El Símbolo es en México bastante más que un fenómeno noventoso. Lo mismo en Brasil, donde una vez Xuxa les prestó su avión privado sólo para tenerlos en su programa: "Estábamos en San Pablo por un show, ella grababa en Rio de Janeiro y nos puso su jet para ir. Era el único momento en el que podíamos ir y ella quería que fuéramos sí o sí. Así que fuimos de San Pablo a Rio, bajamos y fuimos directamente al canal y de ahí volvimos al show".
Frank repite que no es profeta en su tierra, porque aún en su momento de mayor auge tuvo que lidiar con el karma local del pop: "Acá en los 90 era rock y no había lugar para otra cosa. Ponías música electrónica y te bajaban de un hondazo. Ahora es todo, pero antes era lo menos. Cuando empecé a viajar, de repente estaba en México o Chile y decía: ‘Qué increíble, la gente me respeta en el escenario, no me gritan cualquier cosa, no me tiran con hielos’". La misma gente que pagaba para verlo lo sobraba, como quien niega un placer culpable: "Vos tenías hits, te iban a ver, se sabían los temas, pero igual te gritaban de todo, eras un nabo. Uno le ponía todo el cariño e igual te trataban así: era desmoralizante", dice.
Hace unos años Ramón se abrió de El Símbolo y Frank siguió solo con el grupo, dando shows por toda Latinoamérica (menos Colombia). Hoy siguen trabajando juntos en su productora audiovisual Hit Designers, con la cual -entre otras cosas- co-compusieron y arreglaron buena parte del catálogo de Maxi Trusso, incluido su hitazo "Nothing at All". Otro proyecto que los une es Gluten Morgen, la cuenta de Instagram con más de 168 mil seguidores en la que -con mucha didáctica e histrionismo- Ramón enseña a hacer pan con masa madre. "Él está más en el contenido, pero en toda la parte de los videos con más producción me meto yo que soy el director de la productora", dice Frank, que hace del "no te preocupes" un dogma al que lleva hasta su otro trabajo: "Todos me dicen: ‘Flaco, bajá dos cambios’. En la oficina dicen: ‘Yo no le creo que venga siempre así, de buen humor’. Pero lo que ves en los temas es eso que soy yo".