‘Un tipo que no da la vida por lo que hace no es un artista”, decía Charly García en la primera edición argentina de Rolling Stone, hace veinte años. “Lo que pasa es que estamos acostumbrados a artistejos de cuarta.” Revisando un ejemplar descuajeringado de aquella edición instantáneamente icónica, y antes de posar para la tapa de este 20º aniversario, Charly cuenta que le regaló una copia de la revista a Keith Richards, junto con una guitarra, y que Keith se alegró de que hubiera relegado a Mick Jagger a la contratapa.
“Mirá lo que es esto”, le dice Nora Lezano señalando la foto de 1998 en el living del departamento de Coronel Díaz, escaneando con la vista a ese hombre escuálido de 46 años con las piernas cruzadas, la muñeca quebrada y los lentes de aumento entre los dedos: “¡Qué mujer!”.
Nora viene retratando a García desde hace décadas, y no hay nadie que logre con él esos niveles de cercanía y profundidad. En cuanto se le ocurrió fotografiarlo con la gata que coprotagoniza la tapa de este mes, Charly se entusiasmó como un chico: “¡Igual que Dylan!”, dijo recordando una foto en blanco y negro de Bob en la época de The Freewheelin’.
Hija de dos gatos de Benito Cerati, Imán –auténtica aristogata del rock nacional– es originalmente la mascota de Mecha Iñigo, y ahora conviven los tres en el edificio histórico frente al Alto Palermo. “¿Quién se iba a imaginar que yo iba a tener un gato?”, decía Charly mientras se acomodaba para la toma. “¡Ni yo!”
Mecha atrajo a Imán hasta los brazos de su pareja usando un puntero láser como anzuelo. La gata estuvo no más de medio minuto a upa del músico, y la foto que terminó en nuestra portada congela el instante previo a que Imán se zafara de los brazos de Charly para perderse fuera de la ráfaga de flashes.