Día del amigo: la nueva versión del hit noventoso de Twiggy
"Un día mi hijo más grande empezó a ver cosas en YouTube y me encontró. Me dijo ‘mamá, ¿ésta sos vos? ¿Fuiste famosa?’. Después también me vio el más chiquito. Me preguntaban si me perseguían, me arrancaban el pelo, la ropa. Y sí, hijos. Ahí empecé a contarles". La que habla es –como se lee en su bio de Instagram– la mamá de Galo y Arión. Su DNI dice Sandra Mariela Vázquez, pero quienes tengan edad suficiente como para recordar lo que sonaba en la radio en los 90 la asociarán a otro nombre, más corto y ganchero: Twiggy. Hoy, la cantante estrena una nueva versión de su hit "Necesito un amigo", para festejar el Día del amigo y con feat de Ezequiel Mylian.
Entre 2001 (año en el que condujo un programa infantil en cable) y 2012 (cuando editó un disco convenientemente llamado He vuelto), Twiggy fue Sandra otra vez. Se mudó de Ituzaingó a Bariloche, tuvo a sus dos hijos y guardó en el ropero al alter ego que tiempo atrás la había hecho popular. Como le pasó a tantos otros artistas de la época, una decepción con la industria musical le disparó el retiro. "Era un momento en el que había muchas fusiones en las compañías. Mi sello sufrió cuando hubo un cambio de presidente, algunos pudieron renovar contrato, otros no –como yo– y tuve que quedarme un año sin hacer nada en BMG, en mi mejor momento. Ahí tuve una depresión, estuve muy mal porque no sabía cómo llevar el momento en el que estaba tan en auge. Y empecé a pensar: ‘yo quiero cambiar de lugar, de gente’. Mi papá me ayudó, me puso un abogado y me liberaron, pero ya era tarde. En mi cúspide me retuvieron pero no me explotaron", cuenta.
En 1994 llegó de la mano de Bernardo Bergeret –el gran arquitecto del pop noventoso local– a ese sello que años después le complicaría la vida. Autodidacta en el canto pero fogueada en un hogar muy musical (padre multiinstrumentista, madre fan de la música latina romántica, abuela cantante lírica, abuelo tanguero), Sandra pasó de actuar en el colegio al profesionalismo casi sin transición: cuando todavía no había cumplido los veinte ya había firmado contrato.
El siguiente paso fue encontrarle un seudónimo atractivo. Ante el apodo "Twiggy" se abre una brecha generacional: los baby boomers lo asociarán con la supermodelo británica de los 60 Leslie Lawson, mientras que la Generación X argentina (la que fue adolescente en los 90) instantáneamente lo vinculará con Sandra. "Mi papá siempre me decía ‘qué patas flacas, qué Twiggy que sos’. Él la amaba, era muy fana", dice. Ella lo propuso, el sello compró y en ese humilde pero sentido acto quedó rebautizada.
Bajo la luz de luna, el disco, salió en 1994. El tema homónimo (cover de un tema que había grabado la banda española Los Rebeldes seis años antes) fue un éxito. Otra canción del mismo elepé, "No está" (versión de "Se fue", de Laura Pausini), también pegó, y las FM hiteras acogieron a Twiggy de inmediato. "La primera vez que me escuché en la radio me puse a llorar. Me acuerdo: estaba en el auto, en ese entonces volviendo para Ituzaingó de Capital, y me escuché. De verdad fue emocionante. Era un sueño de muchos años", cuenta. Eran años en los que alta rotación en radio equivalía a fama.
Apenas meses después –la industria discográfica no perdía tiempo en aquel entonces– salió su segundo álbum, Cuatro estaciones, con el que muy probablemente sea su tema insignia: "Necesito un amigo", otro cover, en este caso de Antonello Venditti. A la presentación fueron Dalma y Giannina Maradona con Claudia Villafañe: la foto se puede ver en su Instagram. Para ese entonces Sandra ya era una cara conocida: lo terminó de confirmar un mediodía, mientras comía. "Yo estaba almorzando, me preguntaron si era Twiggy y dije '¡ay sí soy yo!'. Fue la primera vez que me pidieron un autógrafo".
Su popularidad se disparaba. Después de una presentación en el interior los fans le quisieron dar vuelta la combi, y casi lo logran. Tuvo que contratar seguridad porque "algunos eran medio sarpados y, o no llegaba al escenario con la ropa, o siempre pasaba algo en el medio". Los que siempre se acercan cuando el éxito llama hacían fila, pero su familia la mantenía a raya.
"No me la creí porque yo sé de dónde vengo. A una persona que no tenga los valores bien organizados en su cabeza y en su corazón eso le hace volar el bocho", dice hoy. Al mismo tiempo, la agenda recargada de ensayos, grabaciones y shows le achicaba la vida social y le complicaba los sentimientos: "Fue difícil. Pensá que uno se maneja en el círculo laboral porque no puede salir de esa burbuja por la demanda. Tenés un sello, no tenés tiempo, tenés fechas que cumplir, llegaba a Buenos Aires y me esperaba otro avión para volver a salir, con músicos ya cargados viajando por carretera para juntarnos en el próximo show… era todo muy ajustado. Así que no tenía mucho tiempo para pensar en novios, je".
En un evento se sentó cerca de Iván González, el hijo de Jairo. Un fotógrafo mañoso corrió a las otras cuatro personas que estaban con ellos, ensayó una toma que incluía a ambos y al otro día se les adjudicó un romance que jamás tuvieron. "No me molestó. Hoy día tengo dos hijos hermosos que, bueno... ahí sería distinto".
Esa fue la realidad de Twiggy hasta que en el 97 editó Tu encanto y después entró en la vorágine industrial de la que dábamos cuenta unos párrafos más arriba. Aprovechó el parate para formarse: estudió teatro, baile contemporáneo, técnica vocal. "Me empecé a instruir y pensé: ‘no sé cuándo pero voy a volver’", dice. Esa vuelta sería recién una década más tarde.
En 2010, Sandra se abrió un perfil de Facebook y se encontró con que 1) había otras personas que se hacían pasar por ella; 2) todavía tenía un público fiel. Empezaron a llegarle historias: parejas que se conocieron con sus hits, un chico que había superado un autismo leve escuchando sus canciones, adolescentes que se atrevieron a salir del closet con "Necesito un amigo" y algunas cosas todavía más impactantes.
"Una mamá que vino a verme el año pasado a Mar del Plata me contó que su hija estaba muy enfermita y escuchaba mucho mi música, y ese es el recuerdo que le quedó porque después la perdió. A mí me conmovió mucho, la quise conocer, nos dimos un abrazo fuerte", cuenta. Hoy tiene su club de fans en el que conviven seguidores de los 90 con jóvenes que la descubrieron con su disco regreso, He vuelto y con sus últimos singles, "Tenerte cerca" y "Estoy mejor". Tiene planes: este sábado 14 canta en el Gaga Fest (El Emergente, Acuña de Figueroa 1030) y a fines de marzo entra a estudios a grabar una nueva canción. Sabía que iba a volver y volvió, y lo disfruta. "Todo eso, más allá de que me hubiese gustado poder seguir en ese momento, cuando era joven", comenta, y se corrige en el acto: "¡Aunque sigo siendo joven!".
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