El regreso de Los Tipitos: de su nuevo disco, Los días por venir, a la ironía de una canción con destino de hit: “Asintomático”
Este viernes sale su primer disco de estudio en seis años, el que presentarán el 11 de junio en el teatro Broadway; Raúl Ruffino, Walter Piancioli y Federico Bugallo hablan de las nuevas canciones y del sonido que lograron
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Seis años llevan Los Tipitos sin editar un disco de canciones originales de rock: el último fue Ojos tremendos, de 2016, y en medio estuvieron las versiones de Rock Nacional (2017), el folklórico De mi flor (2019) y la fatídica pandemia. Nunca en toda su carrera habían pasado más de tres sin material nuevo, aunque siempre echaron mano a álbumes “de transición” (vivos, compilados, rarezas y demás) que amenizaban la espera. Esa era justamente la idea con el disco de covers pero se complicó: “Creímos que iba a ser una cosa fácil”, explica el guitarrista Raúl Ruffino. “La mayoría de esos temas estaban grabados en discos de otros, y lo que pretendíamos era recopilarlos y lanzarlos. Se lo propusimos a la compañía y nos dijeron que sí pero dijeron que hiciéramos tres temas inéditos”.
Esas nuevas versiones llevaron más de lo estipulado: “‘Mujer amante’ [de Rata Blanca] fue todo un desafío. Nos sedujo la parte desafiante de tener que hacer una versión de un tema tan icónico”, dice el cantante y tecladista Walter Piancioli. A eso se le sumó la presentación en el Ópera con un largo desfile de invitados, un desvío hacia la música de raíz con el mencionado De mi flor y el quiebre pandémico que puso dos años en stand by el proyecto que con timidez ya estaban empezando a amasar.
Ese mismo plan es el que hoy, con el coronavirus todavía latente pero ya sin encierros forzados, se convierte en el álbum que quiebra la ausencia: Los días por venir se publica este 20 de mayo y unos días después, el 11 de junio, tendrá su presentación en el Teatro Broadway porteño. Ansiosos por mostrárselo al mundo están Ruffino, Piancioli y el tercer socio fundador de Tipitos, el bajista Federico Bugallo.
-Algo que se destaca de Los días por venir es lo bien que suena, el nivel de puntillosidad de la producción. ¿Sienten que aprendieron a sacarle el mayor provecho posible al estudio?
Walter Piancioli: -Sí, por supuesto. En gran parte de nuestra carrera la producción la hicimos nosotros y no nos salió tan mal, como en Cocrouchis (2000) o en Push (2013), en el que oficié yo de productor pero lo hicimos entre todos, como se hace la producción de un disco. En este caso fue más mancomunado, más discutido, con propuestas de todos lados. Todo se hizo en el estudio: eso fue una novedad para nosotros, hacer un disco que no tenga sala de ensayo. Ensayar con la banda, tratar de que el baterista se aprenda los fills y tratar de encontrarle un groove al tema: acá hicimos todo en el estudio. Desde los demos estábamos pensando en cómo iba a quedar el tema.
Raúl Ruffino: -Fue muy loco cuando empezamos a grabar que Tommy [Tomás Vigo, coproductor/ingeniero de sonido del disco] me preguntó: “¿Cómo te imaginás que suene la canción?”. Una cosa que no nos había pasado hasta el momento porque antes aprendíamos la canción tocándola y vos te ibas haciendo la idea de cómo iba sonando a medida que la tocabas. Acá no estaba eso: estaba la canción demeada pero no había trabajo de toque.
Piancioli: -Tomás tuvo mucha incidencia en este disco como productor. Él dio muchos puntos de vista. Cómo se imaginaba la guitarra, o reinterpretar alguna idea de alguno de nosotros, también.
-Siempre es útil una voz externa.
Piancioli: -Claro, tiene una perspectiva distinta a la del autor.
Federico Bugallo: -Y además el buen gusto y la fineza en el oído que tienen los ingenieros. Son muchos años de estudio. Grabó tres mil discos y tiene más afinados los conceptos de audio y de cómo va a quedar una cosa. Yo por momentos estaba tocando algo y decía: “Qué va a pasar con esto”, y después lo escuchaba mezclado y con unas distorsiones y te encontrabas con otra cosa. Walter hablaba de Cocrouchis, que es un disco que suena destemporizado totalmente, y tiene que ver con que en ese disco nosotros teníamos unos instrumentos coreanos, grabábamos en el estudio que podíamos y teníamos que meter todo en cinco días. El primer demo que grabamos era con un auricular y tres cantando en un micrófono. Todo eso le hace al audio final, y esto de poder tener el estudio para nosotros tanto tiempo, hace diez años era impensable. No había presupuesto. Y también la madurez
-Otra cosa que aparece en el disco es que se movieron del estilo habitual de Tipitos pero no tanto como para dejar de ser ustedes. ¿Fue esa la intención?
Piancioli: -Fue buscado salirnos del libreto. Después de todo este tiempo sin abordar el rock y el pop, decantó en nosotros la búsqueda de algo distinto en lo sonoro. Eso fue soñado desde el principio. La idea primera fue hacer un disco de estudio desde la composición; la pandemia nos cortó esa chance y lo que hicimos fue, a través del grupo de WhatsApp íntimo que tenemos los tres, tirar ideas, algunas músicas o letras. Canciones terminadas, por ahí. Y así se armó el cancionero del disco. Fueron cuarenta temas, más o menos. Demeamos todas, muchas fueron descartadas de movida, de ahí se votaron 17 temas y quedaron las once que componen el álbum. Y también hubo mucha investigación de parte de Tomás: a la hora de grabar voces, él hizo un estudio en YouTube de cómo se grabaron voces en los últimos dos o tres años. Cómo grabó la voz Dua Lipa, o Billie Eilish.
-También da la impresión de que dejaron entrar cierta estética del pop adulto ochentoso. ¿Es muy aventurado decir que si algunas de esas canciones estuvieran en inglés podrían sonar en FM Aspen?
Piancioli: -¡Ja! En esto de producir hay mucha referencia tomada de lo que uno escucha. Yo en el auto, los fines de semana, cuando paseo con la familia, escucho mucho Aspen. Es una vuelta a una música que a vos te formó. Entonces muchas veces uso referencias de esas canciones de hace treinta, cuarenta años que siguen funcionando. Hay mucha referencia a esa época.
-“Asintomático” es la canción más intensa del disco, con su arreglo de balada épica. ¿Cómo es su historia?
Bugallo: -Tratamos de esquivar el tema pandemia, confinamiento, encierro. No hacer un disco conceptual que hable de eso. Es difícil esquivarlo porque en el momento era difícil escribirle a un mundo con las calles vacías, con los teatros vacíos. Me acuerdo de estar escribiendo cosas que tenían que ver con eso y las tiraba. Pero en un momento de bronca quedé encerrado y me sentía bien, y estaba enojado porque la sociedad me encerraba y me decía que estaba enfermo de algo que yo no sentía, y me causó gracia la palabra “asintomático” y pensé que para no volverme loco en este estado tengo que ser un asintomático emocional, esconder mis emociones. Me dio gracia eso y lo escribí en ritmo de sainete para sacarle tragedia. Y a ese chiste lo agarró Willi y leyó el subtexto de la canción, y en la música le puso esa tragedia que por ahí estaba disimulada en el chiste irónico. Era decir: “Mirá vos cómo salió la angustia de uno a través de la mirada de otro”. Y después se la trabajó para ese lugar, para la épica. Y me parece que está bien, porque como artistas algo teníamos que decir de esa época, alguna postal tenía que quedar.
Ruffino: -Yo la propuse como bandera del disco, como título. Creo que es una canción diferente de Tipitos y representa bastante el momento en el que fue concebido el disco. Pero entiendo lo que dicen los chicos sobre esquivar un poco eso. Ahora quedaría un poco viejo.
-Van a cumplir treinta años de carrera y están dentro de un circuito de rock profesional que puede resultar cómodo y por eso perjudicial a la hora de hacer música. ¿Cómo viven ese estatus?
Piancioli: -La verdad que costó un montón de esfuerzo y somos muy conscientes de eso. No deja de sorprendernos y de causarnos alegría el hecho de haber conquistado cierta estabilidad, si se quiere, laboral.
Ruffino: -Yo vengo del Chaco. Vine para hacer música, con una guitarra y un bolso. Y en un momento empecé a descubrir todo lo que hay detrás. Sadaic, por ejemplo. Para que no te roben tus canciones tenés que hacer un trámite. Después si querés que suenen tenés que hacer otro trámite. Cuando te empezás a involucrar en eso empezás a ver la parte administrativa de la música, la parte profesional, la que tampoco tenés que descuidar. Es inevitable querer ser un poco profesional. Es una búsqueda artística la de querer seguir divirtiéndose y tratar de ser otro y contar cosas inteligentes en las canciones. Si uno trabaja para vivir de eso no puede evitar ser un poco profesional.
-Cuando empezás a cantar lo hacés para la gente de tu edad, que son jóvenes. ¿A quién sienten que le cantan ahora? ¿Creció con ustedes el público?
Bugallo: -Cantarle a los jóvenes siempre es una tentación. Es como hablarle a los hijos: uno se siente con más autoridad, como que ya pasó por ahí. Y el futuro siempre está en los jóvenes. Como decía León Gieco cuando veía chicos en los shows: “Estos son mi jubilación”. Siempre es una tentación por esas cosas. Después, ser sincero en lo que uno compone y permitirse contar lo que a uno le sale de adentro, te une inevitablemente con gente de tu generación que entiende de lo que estás hablando. Cuando uno le habla a los jóvenes suelen no entender de lo que estás hablando. Probablemente lo entiendan dentro de veinte años. Pero siempre es una tentación.
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