50 años de Artaud: el recuerdo de aquellos conciertos, el día en que el Flaco nos invitó a su living
Spinetta estrenó Artaud en octubre de 1973, dos domingos a la mañana; él solo, con una silla, sus guitarras y sus fantasmas
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No era tan raro en los tiempos en que el rock argentino no gozaba de prestigios masivos y, mucho menos, presupuestos para una gran producción. Pero ir a un teatro un domingo de 1973 a las 11 de la mañana a escuchar a un músico solo con su alma, sus instrumentos y sus fantasmas, y con una única silla como escenografía era lo más parecido a cualquier reunión de amigos en algún living para escuchar y cantar “una que sepamos todos”.
Había una diferencia, claro, aquel 28 de octubre: el artista en cuestión era Luis Alberto Spinetta, que a los 23 años ya había fundado dos de las bandas más emblemáticas del rock argento y había decidido, una vez más, enfrentar la escasez material con pura creatividad y sin concesiones.
Gracias a la generosidad de la familia Spinetta-Salazar, podemos escuchar ahora el registro vivo de aquellos conciertos en el Teatro Astral (fueron dos domingos, en rigor), aun con las dificultades técnicas del caso, dado que las únicas fuentes son grabaciones caseras “de aire” (tomadas por alguien del público con un aparato de cassette), notablemente mejoradas gracias a la pericia técnica del ingeniero Mariano López.
Tras proyectar fragmentos de El Perro Andaluz (Luis Buñuel) y El Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene), acordes con la temática surrealista que proponía la dupla virtual Spinetta-Artaud, pudimos ver al Flaco en un film Súper 8 (el video clip aún no existía ni en las fantasías) subiendo a una terraza y desgarrando su propia camiseta. No puedo recordar los detalles, pero sí el deslumbramiento que producía esa rebeldía en mis casi 15 años.
“Estoy muy contento, solo que anoche mientras dormía tuve un sueño, que metía las manos en una pintura verde... y amanecí así, loco…”, nos dijo Luis al ingresar al escenario con guantes de ese color (dominante en la tapa del disco), dando por comenzado el encuentro en su propio living.
Lo que siguió es algo que aún hoy no deja de sorprenderme y emocionarme en proporciones similares.
Diálogo directo
“Hay una carta que me llegó, de un tipo que se llama Ricardo Duro, me la trajeron recién al camerino, y dice lo siguiente: ‘Me siento florecer en los gritos de Antonin, me siento ahogar en tu música, y siento que mis poemas están prontos a vibrar con tu homenaje al más claro de los seres de este siglo’”. Otra rareza, Spinetta no arrancó el show cantando, sino leyendo esta carta de un admirador. “Y te escribo -sigue la carta- porque no le puedo escribir a Artaud, y porque su posición sobre el arte, que sigo como coordinador del trabajo de un laboratorio teatral, es una idea viva sobre el arte y la vida. Porque tu música y tu poesía son tan vivas como el arte real, porque hay ya pocos silencios y pocos cuerpos sensuales. Espero tu respuesta, aunque sea silenciosa, por un rock de hatos de luz”.
“La forma en que yo tenía que contestar era esta”, respondió entonces Luis, en vivo, tal vez con su interlocutor en la sala. “Bueno, vamos a empezar con la musiquita”.
Repertorio inédito
El Flaco no fue el único músico en dar esos raros conciertos matutinos de domingo en aquellos años. Tal vez por el golpe que habían causado los disturbios en el estadio Luna Park, el 20 de octubre de 1972 -de donde surgió el conocido “Rompan todo” en la voz enfervorizada de Billy Bond, ante la violencia policial y del público–, muchas bandas y solistas tuvieron que mantener su actividad en esos horarios, que eran los únicos que los dueños de salas y teatros ponían a disposición del rock en cualquiera de sus formas.
La presentación de Artaud, que había contado con la lectura de un “manifiesto” del escritor, poeta y periodista Miguel Grinberg escrito para la ocasión, incluyó temas más allá del disco que incluso tardarían varios años en ser editados.
La “musiquita” que anticipaba Spinetta comenzó con “Dedos de mimbre”, una canción que solo quedaría grabada en el disco solista con la banda sonora de la película Fuego Gris, de Pablo César, en 1993, en una versión bastante diferente.
Repasemos para ver las diferencias con el hoy: el hombre que había grabado apenas dos discos con Almendra y otros dos con Pescado Rabioso (en rigor, tres, dado que el segundo era doble), y cuya fama aún se limitaba a lo que entonces era un ghetto (el rock), arrancaba la presentación con un tema absolutamente desconocido, después de mostrar un corto surrealista y de una lectura de quien entonces podríamos llamar un “gurú”. “Me voy a aflojar la corbata [murmura algo en inglés ininteligible]… no se preocupen, son cintas grabadas que tengo en el cerebro”. La corbata, igual que muchas cosas, solo estaba en su imaginación y en la complicidad de un público que aceptaba todo de su ídolo.
El surrealismo de Artaud, que Spinetta no quería reproducir sino recrear en versión local, como él mismo lo explicaba, ya estaba presente y desplegado en el aire del Astral cuando tocó “Omnipotencia (¡Ah, basta de pensar!)” uno de varios temas que solo fueron editados ahora.
Con “Dulce 3 nocturno”, una belleza que formaba parte de Desatormentándonos (primer disco de Pescado, de 1972), llegaría la primera ovación ante el reconocimiento de la sala.
“Jilguero” fue otra canción estrenada esa mañana y que solo sería editada en el álbum Pelusón of Milk, en 1991: “Un tema delicado, pero eso no quiere decir que no contenga la violencia poética de aquello que no es delicado, sino que es, más bien, podrido. Porque la temática de la poesía inspira la temática de lo que se escribe. Si yo escribo una poesía acerca de la muerte, inevitablemente voy a tener que poner dosis de muerte en esa poesía. Pero si mi mente está clara, aunque hable de la muerte más profunda y ancestral, estoy haciendo como una purificación de la poesía de la muerte. Pero ahora no se trata de muerte, porque aparte, no sé, nos tenemos que alegrar porque parece que, a través de sumas de dinero, dólares, toda la mano, yo qué sé, la guerra de Medio Oriente, no sé, parece una pelea de box que los managers desde los rincones le acomodan la cara para que vayan al próximo round. Pero por lo menos se terminó la pelea por el momento, hay paz”.
De semejante manifiesto pacifista surge con claridad que el Flaco sería surrealista en aquellos años pero eso no le impedía opinar, sentir y sufrir con la más cruda realidad del momento. La Guerra de Yom Kippur, en la que una vez más se enfrentaron árabes e israelíes, había terminado pocos días antes. Los aplausos celebraron el compromiso.
“Barro tal vez” fue una de las primeras canciones que Spinetta escribió en su vida, a los 15 años. La estrenó en vivo en este concierto (ocho años después) y la editó por primera vez en el álbum Kamikaze, en 1982. La grabaría en dueto con Mercedes Sosa en Cantora, la despedida de la inigualable Negra, demostrando que los límites estilísticos no eran cuestiones que le preocuparan.
“Negra, preparame unos mates que los grillos ya están cantando”, bromea cuando él mismo “dispara” unos efectos electrónicos en el audio, al pasar a la “parte eléctrica” del concierto. En otro inédito, el blues “Psicodelia”, la voz de Spinetta llega al límite del desgarro, pero llega. Puntea la guitarra como si hubiera banda, pero no la hay. En el living de tu casa no hace falta.
Obra monumental
Para el final deja entrever el inicio de esa obra monumental que es “Cantata de puentes amarillos”, para muchos la obra cumbre del rock en castellano, también parte de Artaud.
La grabación permite apreciar, más allá de lo rudimentario, el sonido ambiente, voces de grandes y chicos, todo ese espectro que muestra que allí había humanidad. “Yo te amo tanto que no puedo despertarme sin amar….Aunque me fuercen yo nunca voy a decir, que todo tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor. Te amo ya, y ya es mañana...”
Termina la grabación, apagándose de a poco. Como la multitud que después comenzó a salir del teatro hacia la calle Corrientes, en un extraño mediodía para las huestes nocturnas.
“Mañana es mejor”, todo un resumen del pensamiento spinetteano, que hoy recibirá otro homenaje.
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