El nuevo rock argentino encontró su mayor influencia en Manal, una banda de los orígenes
Hace 50 años un reducido grupo de músicos reunidos en pequeños departamentos o alrededor de una mesa de un café o un bar se preguntaba casi a manera de saludo: "¿Y? ¿Cómo viene la mano?" "La mano viene Manal", respondía un joven Javier Martínez, inventando así una palabra con la que bautizaría al trío que formaba junto a Alejandro Medina y Claudio Gabis. Medio siglo después, la mano sigue viniendo Manal .
Toda una nueva generación de bandas del rock argentino siempre en ebullición, entre las que se encuentran Los Espíritus, Las Armas Bs. As., Las Sombras, Las Diferencias, Las Bodas Químicas, Güalicho Turbio e inclusive solistas como Sol Bassa, Juan Ravioli o el mismo Maxi Prietto, entre muchos otros, reconocen en Manal una influencia fundamental, a partir de la cual y cada uno a su manera se reformula un nuevo sonido con alma de blues suburbano.
"Noche de sábado en Capital, fui a enterrar lo que seré. Caminando por Corrientes, los tontos se mordían los dientes. Yo... en soledad, fui a buscar dolor, solo encontré a la felicidad de ser tan necio, de no estar sobrio, de olvidar a recordar si me había olvidado a no extrañar. Noche de sábado en Capital, fui a bautizar lo que no quiero ser, pero era absurdo, es que uno es uno y ya". "Avenida Corrientes" es ya un clásico del rock de acá del siglo XXI, una suerte de secuela de aquel "Avenida Rivadavia" de Manal, compuesto en 2007 por Maxi Prietto, referente de la nueva escena y ahora al frente del grupo Los Espíritus.
"Manal aún respira entre los adoquines", asegura Prietto. "Hay poetas que traen belleza desde lo profundo del subconsciente, otros dejan que las letras las escriba su corazón. Manal es terrenal. Es la observación del entorno, ya sea para criticarlo, para celebrarlo o simplemente retratarlo: «Avellaneda blues», «Avenida Rivadavia». La profundidad detrás de lo que todos vemos día a día: trenes, avenidas, barro y asfalto... El humo y el hollín. Caminé infinitas veces la avenida Rivadavia sin saber que existía una canción que la nombraba. Es una avenida larguísima y todos seguramente imaginamos un tramo distinto cuando oímos la canción. Van pasando los años y la avenida va cambiando y las generaciones van cambiando. Esa canción no tiene fecha de vencimiento".
"Manal era una bomba que continuó explotando con el tiempo", dijo alguna vez el cantante y baterista Javier Martínez y el nuevo rock argentino hoy lo confirma. ¿Por qué sigue tan vigente Manal cincuenta años después de su formación? La respuesta habrá que buscarla en la génesis misma de este grupo, que unía los espíritus libres de un beatnik callejero, de un muchacho bien de barrio y de un músico exquisito con instinto académico; una banda con un pie en el Di Tella y otro en el conurbano; con una poética tanguera para construir un lenguaje propio sobre armonías de jazz, melodías de rock y sentimiento de blues. Con apenas dos discos de estudio grabados en los 70 (luego habría un capítulo más, en su reunión de los 80) lograron una discografía completa. Inventaron el blues en castellano y, arriba del escenario, capturaron una química irrepetible.
"Manal tenía una combinación perfecta", dice Nicolás Lippoli, guitarrista y cantante del grupo Las Sombras, que acaba de editar su segundo álbum, Crudo, en donde continúa el camino iniciado en su debut. "Javier Martínez era un intelectual, que jazzeaba en los clubes nocturnos; Gabis, un estudioso de la guitarra, con armonías complejas también del jazz que nadie en esa época metía en una canción; y Medina, el lado barrial y salvaje de todo. Era un trío imbatible".
Con 26 años, Lippoli cuenta que descubrió a Manal cuando llegó a Buenos Aires de su La Pampa natal. "Al escuchar sus discos, sobretodo el primero, el de la bomba, entendí que resumían todo lo bueno del rock nacional. Supieron importar el lenguaje del blues norteamericano, pero con una poética propia. Sus letras son muy típicas de un paisaje porteño de esa época: las avenidas, la gente que va a trabajar, las fábricas. Nosotros tomamos un poco ese lenguaje, pero de una forma más pampeana. En vez de hablar de las avenidas y las fábricas hacemos referencia a la ruta, al campo, el tren. Creo que lo nuestro pasa también por una adaptación de esa música, con tintes modernos, tratando de hacer algo nuevo e identificar a nuestra generación, la del siglo XXI".
Sol Bassa, la veinteañera y virtuosa guitarrista que supo ser parte de Las Blusettes, la banda de compañía de otro histórico del rock argentino como Ciro Fogliatta (Los Gatos), editó este año su segundo álbum solista, Calles de tierra, el primero con canciones propias y su voz al frente. Country, blues y rock, con la zapada como estandarte. "A Manal llegué por las zapadas. Cuando me sumergí en el blues fue vital escuchar canciones como «Todo el día me pregunto» o «Avellaneda Blues». Desde lo musical, porque aprendés a tocar progresiones de acordes que ensamblan con la tradición del blues; y desde su lírica, porque describe rincones, hechos y sentimientos de cualquier ciudadano porteño. Hoy Manal es parte del ADN de nuestra cultura de rock, hasta en su poesía se refleja la historia del país en la calle, en un bar, en una casa, en una sala. Son la raíz: una banda fundacional", dice Bassa, quien confiesa con admiración de fan que tuvo también la oportunidad de conocer a los tres "manales" en persona.
El camino elegido
"Caen las luces sobre el Jumbo, cae el cielo sobre mí. Magdalena calza un chumbo, Quilmes triste y color gris… Vos me señalaste el rumbo, pero yo no lo seguí. Yo sé que es tarde, yo sé muy bien que la perdí. Tu nombre me arde y yo aún en la Calchaquí", canta Ramiro García Morete en el tema "Blues de la Calchaquí", incluído en el segundo disco de Las Armas Bs. As., El camino no elegido, también editado este año.
"Todos los grupos de la primera generación del rock argentino son importantes, pero en nuestra banda quizá pueda haber una filiación más manifiesta con Manal, ya que son la banda esencial del blues argentino, con lo que eso significa. Siempre decimos que el blues o las músicas foklóricas muchos las entienden como algo conservador, pero para nosotros es algo que está vivo. Suscribimos a ese concepto de blues como una música libre, permeable y de exploración que posee un imaginario, una poética y una sonoridad", sostiene el guitarrista y cantante de este otro trío bonaerense que, desde La Plata, se despegó como revelación en los últimos años.
"Yo siento que quizás haya artistas que te influyen de modo avasallante, con conocimiento enciclopédico, como los Beatles y Dylan, de quienes tengo pósters en mi habitación. Pero hay otros que lo que te incide es la idea. No me la paso escuchando discos de Manal, pero no puedo no referirme a ellos cuando se habla de nuestra banda. Tengo una afinidad emocional con ese primer sonido y lo reconozco como quien reconoce rasgos de un familiar a medida que crece", concluye García Morete.
Si bien está confirmado históricamente que Manal fue uno de los tres pilares fundacionales del rock argentino (junto a Los Gatos y Almendra) y la influencia del trío por estos días marca tendencia, toda esta nueva camada de músicos confiesa haber llegado a la música de Manal más tarde que temprano. Quizá sea como se dice del tango: Manal te espera.
"Nosotros siempre tuvimos una relación difícil con el rock de acá, pero Manal es una banda superespecial", dice Andrés Robledo, voz y guitarra de Las Diferencias. "Siento que es como la familia, que uno no la elige, pero la quiere. Eso es el rock nacional para nosotros. Somos parte de todo esto y llegar a Manal fue, supongo, una cuestión de madurez. Lo primero que escuché fue la versión de Pappo de «Una casa con diez pinos». Después la vida me llevó a escuchar a Manal y entender un poco las cosas que hacían: rock a lo Cream, con algunos toques de soul. Ellos defienden de verdad la música negra, que es lo que más me gusta de toda la música, y lo hacen con una porteñidad impresionante".
Prietto también asegura que descubrió a Manal "más tarde de lo que me hubiera gustado. Así y todo fue mágico. Conocía muchas cosas de ese universo al que llaman rock nacional, pero el cuadro no estaba completo. Un día escuché por la radio «Para ser un hombre más» sin saber de quienes se trataban. No sabía quiénes eran, de cuándo eran, pero la letra era única y la banda estaba rockeando mal (en el buen sentido). Estaba tirado en la cama y tuve que levantarme a pegar mi oreja al parlante, cruzando los dedos para que el conductor del programa dijera qué era lo que había oído. Habían pasado tal vez 40 años desde que se había hecho aquella grabación, pero la letra para mí era superactual".
"Manal inaugura el rock pesado con zapada libre"
(Por Zelmar Garín, de Güalicho Turbio y Los Peyotes)
Manal para nosotros representa una de las más elevadas expresiones que tuvo el rock en la Argentina. Con Manal empieza un recambio generacional musical y estético. Se inaugura el rock pesado con zapada libre, respuestas argentinas a las vanguardias de época como Hendrix y Cream. Pero también se vislumbra el conocimiento del jazz, el free y las improvisaciones psicodélicas de la costa oeste, tipo Grateful Dead. Todo esto con códigos reinventados por el mismo grupo y sujetos a la época teniendo las certezas de la música negra de los Estados Unidos, como el blues y el soul. Con condimentos letrísticos filosóficos heredados del tango y la corriente del existencialismo formada en los cafés.
Manal reúne a tres de nuestros referentes rockeros en un momento de lucidez; la cual hace que su luz siga alumbrando a todos los que venimos detrás, una postal vibratoria que sigue sonando bien casi 50 años después. El primer disco de Manal (La Bomba) y sus singles para Mandioca también son novedad en cuanto a grabación, producción y la extravagancia de innovar con lo que se tiene a mano. Algunos ejemplos: la distorsión valvular hecha con un grabador Geloso, invento del mismo Gabis; el bajo con fuzz de Medina en "Informe de un día"; las realentadas de cintas en "Que pena me das"; los paneos y juegos de cámaras en "El Leoncito".
Aunque si tenemos que hablar de la ejecución de cada instrumentista, sería capítulo aparte. Martínez usa la batería no solo para sostener el ritmo y el canto, sino que también usa el instrumento de una forma digamos armónica, llena de sutilezas y feels hasta ese momento inéditos en nuestro rock, lo cual hace que cada parte de las canciones estén realzadas y adornadas. Medina entiende esto de forma natural, lo cual refuerza esa idea, se siente un aplomo en la ejecución y a la vez en las partes que improvisan zarpan en un viaje de alto vuelo sonoro y artístico como pocas veces sucedió en una grabación. Medina no se queda fijo en un solo registro de la pentatónica, ni haciendo la tónica, acompaña las notas y frases de los solos de Gabis lo cual hace que se realcen aún más. Moviendo a veces el centro armónico ("Paula", "Si no hablo de mí", "Informe de un día"), en el joven guitarrista pasan cosas asombrosas de gran inspiración, que quizá tenga que ver con una mezcla de su juventud, el estudio y la información registrada de forma poco ortodoxa e intuitiva haciendo que suenen solos con técnicas y fraseos totalmente auténticos. Esa conjunción hace de Manal un grupo único. Tan único como lo es también la voz de Javier Martínez.
Tengo la suerte de conocer a Medina gracias a Juanjo Harervack (cantante de Gualicho y de Argentina). El día que lo conocimos junto con su compañera Lola (en un asado en San Justo, donde estaban varios de la barra del barrio ¨Atalaya¨, nuestro barrio en Casanova – La Matanza), estuvimos sentados en una mesa con dos guitarras desde las 14 hasta las 21, tocando casi sin parar.
Una vez en una fecha en Liniers abrimos para él y se subió a tocar con nosotros. Cuando llegamos al lugar a Medina se lo veía decaído. Bárbara Aguirre , integrante de Güalicho, es reikista y Alejandro le pidió que le de reiki en sus manos por que no creía poder tocar. Al cuarto tema se subió a tocar con los Güalicho, con la casaca de Boca Juniors, me miro a los ojos y me dijo: "¡¡¿Dónde mierda estas?!!" Yo mientras tocaba le grité: "esperá un cacho que caemos en un rato en Mi". Esperó unos microsegundos y arrancó en la parte en Mi y fue un lujo, caótico, pero con mucho swing. Cuando terminó, le dijo a Hernán: ¨qué bueno che, me sentí joven de nuevo¨. Hace tres meses tuve la suerte de conocer a Gabis y charlamos de fuzzes y del Grupo de Gastón (otro grupazo pre-Manal) y hace razón de cuatro meses grabamos junto a Las Bodas Químicas, producidos por Billy Bond, ideólogo y productor de La Pesada, donde fueron a parar los «manales» luego de disuelto el grupo.
Una pena que no hayan seguido tocando ininterrumpidamente y que lástima también que no haya ninguna grabación del momento de Manal en cuarteto, con la guitarra de Pappo. También, qué macana que no tocaron juntos el año pasado, me había ilusionado como tantos argentinos que no pudimos, por razones naturales, escucharlos en vivo.
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