El mundo de Egberto Gismonti
Los recuerdos del notable músico brasileño incluyen su honda admiración por Piazzolla y sus aventuras con Pino Solanas
RIO DE JANEIRO.- Sólo abrir la puerta es encontrarse con un mundo de música, con un piano de cuarto de cola que parece salir a recibir a las visitas. La casa de Gismonti, cerca del hermosísimo jardín botánico carioca, respira la intensidad de su mensaje, de su creatividad, de su personal estilo.
No busca frases efectistas, no intenta persuadir. Su mérito es su sencillez y su honestidad.
Gismonti se presentará pasado mañana en Resistencia con el cuarteto de vientos Villa-Lobos y la Orquesta de Cámara Mayo; el 28, en el Sheraton Hotel, y el 29, en Rosario, como cierre del Festival de Jazz de Rosario. En estas dos presentaciones subirá al escenario junto con su hijo Alexandre en guitarra y con Zeca Assumpçao en bajo.
La charla en su casa comienza con la historia de su última actuación en Buenos Aires. Fue en 1996. Llegó allá camino de Nueva Zelanda. No estaba previsto que tocara, pero tenía dos días libres hasta embarcarse en un vuelo transpolar. Un productor amigo lo invitó a tocar en el hotel Bauen. Primero se opuso, por el largo trayecto que haría, "pero mi amigo argumentó que si tocaba quedaría más cansado y dormiría mejor. Es una típica argumentación de latinos (risas) y resultó que hice dos shows en una misma noche, por la gran cantidad de público", señala.
Tiene mil historias para relatar. Habla de Piazzolla y a raíz del bandoneonista recuerda una anécdota extravagante. "Quería mucho a Astor y el último trabajo profesional como compositor lo hicimos prácticamente juntos: fue la música para la película "El viaje", de Fernando "Pino" Solanas. Astor hizo su parte y cuando yo fui a hacer la mía tuve que ir a Buenos Aires varias veces para encontrarme con Pino. En uno de esos viajes, debí visitarlo a Piazzolla en el hospital."
En el medio, le ocurre un hecho con Solanas más insólito que gracioso. "Nos pasábamos el día en el estudio pues trabajábamos con moviolas y eso nos mantenía encerrados en el estudio de grabación, al margen de lo ocurría en el mundo. Mientras me llevaba del estudio al hotel súbitamente nos topamos con un tanque de guerra viniendo en dirección contraria hacia nosotros. Eran un grupo de carapintadas".
"Lo curioso es que primero fue un tremendo susto porque, a pesar de ser brasileño y también conocer dictaduras militares, ¡jamás había estado delante de un tanque de guerra con el cañón apuntando hacia mí, a diez metros de distancia! En eso viene un soldado, pero lo reconoce a Pino y dice en una mezcla de admiración y paternalismo (lo imita): "¡Solanas! (risas). Le aconsejo subir por los jardines e irse corriendo porque esto es una revolución". ¡Parecía otra película! Volvimos al hotel y yo tenía una terrible dificultad para comprender lo que estaba pasando, porque ese día tenía que tocar en un teatro en el Centro y le decía al productor: "¿Cómo voy a tocar si se está produciendo una revolución en las calles?" Mi productor, lo más tranquilo, me respondió que íbamos a esperar hasta las 8 de la noche. Le pedí que por lo menos esperáramos dentro del teatro, y así fue como a la noche me presenté y tuvimos la casa llena. Son estas cosas, las razones personales e históricas, que me llevan a querer a la Argentina en todas sus formas.
-Más allá del afecto, ¿podría hablar del proyecto con sus hijos y del tipo de material que presentará en estos conciertos?
-En cuanto al material que voy a presentar en Buenos Aires, no es algo inédito; ya hice muchos discos en mi vida, tengo cincuenta y cuatro, y no creo tener necesidad de mostrar algo inédito; incluso le diría que descubrí que todos esos discos son parte de una larguísima música; es real, había solamente una música que cada vez se tornó más larga. Entonces, empiezo una y termino otra, que pueden ser conectadas entre sí; en fin, es una sola.
Sin preocupaciones
Gismonti continúa: "Cuando uno hace dos o tres discos se queda muy preocupado con lo que vendrá, pero cuando se hacen cincuenta y tantos (risas) hasta se pueden tocar las mismas músicas y cambiar los títulos que todos van a creer que son inéditas", confiesa, con un dejo de picardía cínica.
-¿Tiene más planes, además de tocar en Buenos Aires?
-Antes iré a Resistencia, en el Chaco, donde participaré del festival Tocar la Vida...
-¿Hará clínicas y master class?
-Sí, y también ensayaré con la Orquesta Mayo. Después iré a Buenos Aires con mi hijo Alexandre, en guitarra, y Zeca Assumpção, en bajo.
-¿No viene con su hija Bianca?
-Inicialmente íbamos a tocar los tres, Bianca, Alexandre y yo, pero no pudo ser. Cambié algunas cosas y me presentaré en trío de guitarras y bajo. Con mis hijos hice varias tournées en Brasil y en Europa; tocan muy bien, y ojo que no es opinión de padre. Porque soy padre, pero no soy tan tonto como para colocar en el escenario a alguien que no toque bien. No voy a poner en riesgo mi vida, que está fundada en la música que hago. En realidad, es mucha suerte tener dos hijos que tocan muy bien y comparten mi gusto musical.
-¿Parece como si quisiese trabajar para el futuro artístico de sus hijos?
-En el fondo, es lo único que me interesa: preparar la futura profesión de mis hijos; es sólo eso, lo restante no importa nada. Uno va, toca, se encuentra con los amigos, come una carne, un chorizo, un bife y listo, la vida continúa y con los amigos todo es más feliz. Cuando uno inicia una vida profesional consolida bases, después se construye el monumento, la casa que sustentará esa estructura; aquello que normalmente se llama la obra de un artista. Después es suficiente seguir siendo el guardián de esa idea que generaron los cimientos y la obra del artista. Es cierto que sigo escribiendo, interpretando y componiendo para gentes y teatros por el mundo, pero ahora voy a una casa, estoy llamando a la Argentina como mi casa, tengo amigos...
-Usted es un músico inquieto. La inquietud es una condición en el artista. Hoy, ¿cuáles son sus inquietudes?
-Existen muchas inquietudes que están siendo resueltas poco a poco y en consecuencia crean otras nuevas. Prefiero llamarlas cuestiones; algunas ya las tengo resueltas y por lo tanto pasaron a ser muy simples. Por ejemplo, tocar dos instrumentos que son antagónicamente distintos, como la guitarra y el piano. Después de tantos discos no tengo duda de que toco bien los dos instrumentos en la música que hago. Fijate que mi música ya fue grabada por casi todos los intérpretes del mundo y te garantizo que soy el que mejor la toca por ser su creador. En los últimos años vengo tocando mucho y grabando con orquestas, que es una estructura europea, y mi mayor cuestión es cómo hacer que una orquesta represente bien el lenguaje de la música brasileña, sobre todo esta que yo escribo. Para ello toco con cinco o seis grupos orquestales diferentes por año en un total de quince a veinte conciertos, lo cual me está posibilitando un desarrollo muy grande en el área de componer. Por otro lado, tengo una ventaja, que es que no soy sólo un compositor que escribe para orquestas sinfónicas: yo también tocó con ellas y así no me convertí en un compositor que reclama de los músicos, sin saber tocar.
Trabajos para orquestas
Gismonti compone para orquestas brasileñas, israelíes, norteamericanas, francesas, alemanas, lituanas, polacas. En fin, para todo el mundo. "Es evidente que en Buenos Aires no podré mostrar el resultado de esto, porque necesitaría una orquesta. Aunque en el festival Tocar la Vida presentaré, por ejemplo, las músicas que fueron fundamentadas en el romance "Grandes sertões, veredas", de Guimarães Rosas, gran escritor brasileño. Hice un seriado de seis músicas que es una caminata de dos curumins (criados jóvenes) por el Brasil. No hay nada nuevo en la idea; la novedad está en mi punto de vista con relación a los otros que ya lo hicieron, y el resultado lo considero muy interesante. Esta obra es material para un excelente regente catalán llamado José Poins, que graba discos para Deutsche Grammophone con repertorio que era de Herbert von Garet, así como Leo Brauer, cubano y gran amigo. Poins está grabando "Sertões, veredas" para orquesta de cuerdas, que se editará para fin de año en el sello Deutsche Grammophone, cosa inédita para un tercermundista.
Entre la persona y la obra
"No estoy hablando de mí como persona física, sino como brasileño, latinoamericano, sudamericano, que tendrá a través de José Poins un reconocimiento como artista que ni siquiera tuvo Villa-Lobos. No pretendo, al contarle esto, valorizar mi trabajo, no es necesario porque es mucho mejor de lo que soy como persona. Lo que se hace por medio del impulso artístico es algo concedido por una energía, o como guste llamarle, que no nos pertenece, somos simples transmisores."
Gismonti recuerda que una vez, con Gabriel García Márquez y Rui Guerra (cineasta brasileño), hizo "Las fábulas de Gabo". Cuenta que estaban en España, en una casa, y entró García Márquez gritando con euforia: "Terminé el libro". "Uno de nosotros le respondió: "Genial", y él, muy serio, dijo: "Yo solamente lo escribí, lo genial será dado por quien lo lea". Lo mismo pasa con mi música."
Música estimulante
"El tema de las cuestiones es muy personal. Intento que las cuestiones sean sólo mías y que las personas sólo reciban la solución, el resultado final. Hoy la música no tiene que llevar problemas o cuestionamientos políticos, creo que debe transmitir estímulos, alegría y una felicidad interna que la haga vivir mejor.
"No importa -continúa- si la música es linda, fea, compleja o simple; mi interés es que cuando escuchen mi trabajo salgan de los conciertos comentando que es estimulante. Como músico, yo la escucho diferente. Por ejemplo, si estoy escuchando una orquesta y una flauta tiene un problema rítmico, me desespero, me quedo preocupado en saber si el músico podrá resolver su problema. Es distinto."
-¿Siente que la vida ha sido benévola con usted?
-Sí, la vida ha sido muy benévola conmigo, me ha dado mucho en todas las áreas, incluso dos hijos que después de una separación han resuelto vivir conmigo. Eso es maravilloso, y más cuando crecen y se transforman en dos buenos músicos que pueden trabajar con su padre e iniciar sus vidas. Ellos no necesitan preocuparse por cuál será su vocación, ya la saben, y si más tarde deciden ser músicos profesionales ya tienen su propia grabadora, su propia editora, su propio estudio; eso para mí es un gran premio.
Gismonti se destaca también como relator de historias. Gracia y ocurrencia, como en su música, son sellos. Para cerrar la charla cuenta cómo fue su debut en Israel.
"Fue muy gracioso, porque cuando estábamos haciendo los trámites en la frontera y en mi pasaporte está mi apellido completo, que es árabe, mi productor en ese momento, que no lo sabía, dice: "¡Mi Dios, estoy contratando al enemigo!" (risas). La música no tiene fronteras raciales."
Suspensión
- A tono con la política de ajuste, se suspendió hasta el 21 de septiembre la realización del campamento musical del Chaco. es decir, las clases magistrales que iban a dar Jon Faddis y James Moody. Sólo se mantuvieron, del programa, las de Gismonti, del trío Fattoruso, de Carlos Franzetti, Ricardo Lew y Fats Fernández, y la del Chango Farías Gómez. Las actividades se realizarán en Resistencia.
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