El Mató a un Policía Motorizado, en Tecnópolis: cuando el indie se adueña de la escena
Santiago Motorizado está en la sombra, escondido en un manto negro. De fondo, la puesta va pasando por diferentes matices: del apocalipsis al génesis. Tecnópolis recibe a El Mató a un Policía Motorizado en lo que algunos señalan como su momento más compacto. La banda platense, después de 5 discos, sacó La síntesis de O'Konor (2017), un álbum que abrió su influencia del indie al mundo. Más allá de su trayectoria, llevan 15 años en la escena, hay algo en este trabajo, que fue grabado en Sonic Ranch, en Texas, Estados Unidos, que los llevó a otro nivel. Sus temas suenan en las radios y el disco tuvo dos nominaciones en los premios Grammy Latinos. Pero eso no es todo: tocaba salir de las salas para tocar en un espacio más grande. El año pasado, habían iniciado este proceso de gran escala cuando se presentaron en El Club Atenas de su ciudad natal. Y ahora, un nuevo desafío que primero iba a ser en el Luna Park, pero no pudo ser por el nombre de la banda, y después en Obras, pero Santiago lo descartó porque había escuchado que tenían medidores de sonido. Ahora están sobre el escenario, en el espacio techado del predio ubicado en Villa Martelli. Afuera, está empezando a oscurecer, el cielo vira al rojo, no hace calor, no hace frío. Todo está más o menos bien.
Pasadas las 21:30, Santiago (bajo y voz), Doctora Muerte (batería), Pantro Puto (guitarra), Niño Elefante (guitarra) y Chatrán Chatrán (teclados) ocupan sus lugares. La puesta tiene algo de la estética del último disco, que estuvo a cargo de su líder. Es minimalista: solo hay una pantalla -por momentos rectangular, por otros, circular- en el centro y el resto son tonos y matices lumínicos. El juego está en las luces y en las sombras y en las letras melancólicas que van acompañadas de pura distorsión. Santi Motorizado habla poco y toca mucho: el setlist incluye 30 temas, donde además de la totalidad de las 10 canciones de La síntesis hay mucho de su disco anterior, La Dinastía Scorpio, y otro tanto de tiempos más remotos. Hay temas tristes y oscuros, bien noise, hay algunos más hardcore, como "Las luces", donde la bata de Doctora Muerte vibra en otra dimensión. Hay potencia, hay guitarras, hay incluso algo de rock progresivo. Pero sobre todo, en el último trabajo, se suma un lugar protagónico para los sintetizadores como en "La noche eterna", uno de los temas más celebrados de la primera parte y "La síntesis O'konor", el tema que le da nombre al disco. Esos donde la banda encontró un registro más pop sin perder la suciedad.
El Mató abre con "Magnetismo" y "La cobra" (los dos de La Dinastía Scorpio), su propuesta es envolvente y no hay límites con el volumen. Están los temas que hablan del cine clase B como "Día de los muertos". Son canciones con pocas frases en donde las guitarras y el bajo de Santiago llevan al público a pasajes sonoros. El Mató traslada al público a una travesía por diferentes mundos, en la que se puede sentir un poco de empatía y otro poco de tristeza por las cosas que canta y materializa este frontman loser que expone sus penas y que no tiene nada de esos viejos íconos del rock."Ay, pasó todo el día pensando en vos", dice en "El tesoro".
Entre rojo, azul y blanco, las luces separan el fondo de las figuras. Los músicos no son lo que importa, son sus instrumentos. El clima por momentos se vuelve un poco menos lúgubre pero lo que nunca desaparece es la distorsión. Hay niebla. "Gracias por venir", dice Santiago, en uno de sus pocos intercambios con el público, también pregunta, ante el cántico en contra del presidente del país, "¿Están cantando en contra de Macri? Prosigan". Adelante, hay mini pogos ininterrumpidos en las 2 horas de show, hay cuerpos que pasan de mano en mano y hay una invitada que rockea en el escenario. Ella es Morita de los 107 Faunos.
Entre nubes e imágenes áreas de la tierra, suenan "Navidad en los santos", "Amigo piedra", "La cara en el asfalto" para volver a La síntesis con "Alguien que lo merece" -una canción con la que es fácil identificarse, especialmente cuando canta "Toda la noche nos vimos llorar. Toda la noche pelear y llorar. De esas noches que queremos olvidar"-, "Destrucción" -un tema donde Santiago muestra su costado antihéroe y dice "Sería un milagro que te enamores de mí"-, "Excálibur" y "El Mundo Extraño" -donde tienen más lugar la percusión-.
Los sintetizadores y los estribillos pegadizos hacen de estas baladas tristes, canciones bailables. Los bises no son bises. El Mató deja el escenario y trae una decena de himnos que faltaban, los temas para las chicas ("Chica de oro" y "Chica rutera"). Para terminar con dos canciones para los seguidores de siempre ("Mi próximo movimiento" y "Prenderte fuego"), en las que se reencuentran con las bases originarias de la banda platense, a la que disco a disco se la nota más solida, tanto en sus composiciones como en su sonido.
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