Él Mató a un Policía Motorizado: "Hacemos arte porque tenemos necesidad de expresarnos"
Con su nuevo disco, La síntesis O'Konor, la banda platense busca ampliar su horizonte sonoro y se prepara para dar el gran salto
"Hoy voy a salir a buscar todo lo que quiero. Voy a derrumbar mi casa y empezar de nuevo", canta con languidez y en penumbras Santiago Barrionuevo. Es la cuarta y última noche del ciclo de shows con el que Él Mató a un Policía Motorizado le dio la bienvenida a su nuevo álbum, La Síntesis O'Konor, en Niceto. Una serie de conciertos a la altura de las circunstancias, con la banda del momento ofreciendo su mejor versión, parados justo en ese lugar al que muchas buenas bandas llegan y sólo los grandes grupos superan: después de varios años señalados como "la última gran cosa" del nuevo rock argentino, iluminando el camino del under local, guiando a sus contemporáneos y con una tribu de seguidores de lo más heterogénea que crece disco tras disco, Él Mató parece listo para pegar el gran salto. ¿Cómo madurar hacia un nuevo estadio sin perder la frescura que los trajo hasta aquí?
Dos días antes de las faenas de Niceto, en el sótano de un bar de San Telmo, Santi Motorizado, o Chango para sus amigos, busca una respuesta: "El otro día pensaba un poco en eso, en la frescura de los primeros discos de las bandas, en esa cosa cruda que hay cuando tenés todo por mostrar... No reniego de eso, pero en este disco trabajamos naturalmente de otra forma. Antes, si la canción estaba buena, no la tocábamos más, salía así, bien minimalista, con el corazón de la canción ahí y listo. Ahora empezamos a jugar con otros planos, nos sumergíamos en las canciones y nos íbamos copando, y cebando por ese camino de exploración hasta perdernos. Las melodías son diferentes, las estructuras son más complejas, nos dedicamos más al detalle de la canción, pero sin forzar nada".
-Mientras grababan el disco, ¿sintieron la presión de ser señalados como la punta del iceberg de una nueva camada de bandas?
-No sé, puede ser. La presión no existe hasta que lo pensás. Lo importante es que no te afecte a vos. En algún lado se empieza a generar todo eso y si uno va hacia ese lado, pierde. Sobre todo si te afecta mal, porque a veces esas presiones pueden ser un buen desafío. Si todos están esperando algo superador, eso te tiene que motivar o ayudarte a no repetirte. Pero si pensás mucho en eso, empieza a afectarte de mal modo. En este disco, cuando estábamos haciendo algo loquísimo, pensábamos, ¿qué onda? Porque uno hace arte porque tiene una necesidad de expresión, pero esa expresión tiene un receptor y lo importante es que uno sea ciento por ciento sincero con eso y sumergirse a fondo. Volverse loco con la obra, en lo artístico. En esos momentos de duda hay que ir para adelante y que sea lo que sea.
-¿Cuál fue entonces el mayor desafío de este disco?
-Había un desafío que era tratar de renovar el sonido, aunque un poco ya estaba ocurriendo en los ensayos o mismo en la música que estábamos escuchando cada uno de nosotros. Somos muy amantes de la música y nos gusta tratar de explorarla en todas sus formas y géneros, y eso siempre está latente. Pero en algún momento uno se enamora de algo y tiene que dar pasos firmes en esa dirección. Por otro lado, ir a grabar a Sonic Ranch, un estudio en Texas, fue una experiencia nueva y probarnos a nosotros ahí, con esas herramientas, con otro nivel de técnica, también fue un gran desafío.
Él Mató a un Policía Motorizado se formó en La Plata en 2004 y en estos trece años la banda no sólo se ubicó al frente del rock indie, sino que creó junto a músicos amigos platenses un sello, Laptra, que devino usina creativa y marcó las pautas de la independencia rockera de la última década; además, con una estética de alto impacto a cargo también del cantante y compositor, le devolvió a la escena el valor agregado intrínseco que lleva la gráfica en los grupos del género, reviviendo el afiche como objeto cultural y revalorizando tanto el cine clase B como el cómic.
La relevancia de su aparición en el rock argentino posterior a Cromagnon ha sido tal, que dos meses atrás el escritor y periodista Walter Lezcano se dedicó a analizar su obra en el libro La ruta del sol. "Él Mató es una banda del siglo XXI, comienza su carrera en la época de la masificación de Internet, del derrumbe de las discográficas y de la caída de un sistema de estrellato del rock. Ellos, por su forma de ser a nivel humano, ayudaron a derribar el protocolo de la estrella de rock argentina, esta cuestión de amar a la persona por sobre la obra, como si el artista fuera una especie de semidiós", remarca Lezcano.
Sigue tu camino
"No sé qué pasa en este lugar, todo el mundo es más joven que yo", canta ahora Santi sobre el escenario de Niceto y abajo, los menores de 30 son mayoría, sí, pero también se puede encontrar a un cuarentón ricotero que asistió a los cuatro shows y que insiste en que "Él Mató son mis nuevos Redondos", a un treintañero seguidor de Manu Chao, a muchos músicos que recién inician el largo camino del under y a un gran número de chicas que corean identificadas eso de "mujeres bellas y fuertes".
"Ya estoy entrando en ese momento en donde llego a un lugar y todos son más jóvenes que yo. Pero la verdad es que no lo llevo como un peso, al contrario, si hay juventud, mejor, te contagia esa energía. Por otro lado, soy muy fan de Sigue tu camino, el disco de los Decadentes, que para mí es un disco conceptual sobre la vejez. Arrancan con un tema que dice «el tiempo vuela y es mejor que lo disfrutes», después cantan «cuando me lleve la muerte, viviré por siempre», y después viene «Pendeviejo». Ellos tienen una historia con sus letras, muy juveniles, muy de fiesta, de vale todo, y ahí empiezan a hablar de la vejez y me parece espectacular."
-¿Creés que existe cierto espíritu generacional en torno de ustedes?
-Sí, me acuerdo que cuando empezamos a tocar en Capital nos costaba coincidir estéticamente con otros grupos y no había ciclos ni tantos sellos independientes. Ahora hay un montón y cada sello tiene sus ciclos, edita un montón de bandas, hay escenas fuertes en todas las provincias. Creció un montón la cultura alternativa y soy feliz. Y hay mucha gente que acompaña y eso genera un fenómeno cultural grosso.
-¿Y cuál es la característica de ese grupo generacional?
-Hay muchas. Por un lado, toda generación va rompiendo cosas de la anterior. Hay una cosa también que pasa mucho en el plano de las redes sociales, una comunicación más directa de las bandas con el público, que de alguna manera rompe un poco cierta solemnidad histórica del rock, y todo lo que rompa la solemnidad es bienvenido. Hay una actitud que también tiene que ver con eso. Y lo más importante me parece es que hay una entrega total para con el arte. Entender que la independencia te permite eso, esa exploración total, libre para con las canciones y el arte que hay alrededor. Cada banda busca tener su personalidad bien marcada, no colgarse a cierto sonido que está de moda. Eso permite un juego y a mí me encanta el compromiso que tiene esta nueva camada de músicos para con su arte.
De espadas y Mad Max
"Las espadas de la tapa son réplicas de las de Conan y de Excalibur. La idea era una mezcla de Mad Max y Conan, y la hicimos con Flor Petra, que es una fotógrafa amiga", cuenta Santi. "Siempre nos gustó eso de poner dos cosas que generan un intermedio y jugar con esas conexiones que empieza a hacer el cerebro cuando uno ve ese cruce de estéticas."
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