La semana pasada se pudo ver a la cantante española de flamenco Rosalía parada sobre un cuatriciclo, cantando y aparentemente llorando durante un show por el lanzamiento de su disco vía streaming. Cuando el delineador de esta intérprete de 25 años empezó a correrse, una de sus bailarinas aceleró el motor del vehículo para agregar una energía percusiva a un tema escueto llamado "De aquí no sales".
Las imágenes eran notables: esta es una artista que sabe cómo impresionar. Tras lanzar su debut, Los Ángeles, en 2017, Rosalía impresionó a casi todo el mundo. Primero aparecieron artículos laudatorios en España, que la elogiaban por "revolucionar" y "reinterpretar" el flamenco. Luego, la Latin Recording Academy la nominó al premio a la Mejor Artista Nueva, que parece ser el primer honor en esta década para una cantante española que trabaja en la tradición del flamenco. Rosalía incluso atrajo la atención de la prensa de lengua inglesa, que rara vez cubre la música en español, y es especialmente raro que se involucre con música que no sea de los géneros más populares, como el reggaetón o el trap.
El nuevo disco de Rosalía, El mal querer, es menos riguroso que su predecesor, aunque es más fácil que te guste. Los Ángeles se adhería a las estructuras del flamenco, con la conducción cuidadosa del productor Raúl Refree. El mal querer tiene una deriva más libre, demandando menos entendimiento de una tradición musical específica, gracias, en parte, a la producción de Pablo Díaz-Reixa, conocido por los discos que lanzó bajo el nombre de El Guincho.
Mientras Rosalía canta frases contenidas y temblorosas sobre celos y tormentos románticos, hay contracorrientes de bajos electrónicos listos para un festival, como en "Pienso en tu mirá", y líneas en descomposición de voces modificadas en "De aquí no sales", junto con rugidos de motores, chirridos de frenos y sirenas. Es una canción destinada a romperla en las discotecas: durante la segunda mitad del tema, Rosalía introduce el fantasma de una batería de cuatro por cuatro y cambia su estilo de canto para que su voz suene como un arreglo de percusión.
La canción que probablemente atraiga mayor atención internacional es "Bagdad", por la sencilla razón de que usa un pedazo de "Cry Me a River" de Justin Timberlake, antes de lanzarse a un bello juego coral. Como el truco del cuatriciclo y como el disco en su totalidad, esa idea también es muy efectiva.