El madrigal, género del Renacimiento

A lo largo del siglo XVI, con el humanismo renacentista como contexto necesario, la nobleza comenzó a consolidarse como sostén y promotora de la música. Hasta ese entonces, la Iglesia había ejercido un patronazgo de manera casi hegemónica. Esta situación conllevó la aparición de las nuevas formas instrumentales y de otros géneros musicales vocales, obviamente, ya no en latín sino en lenguas vernáculas.

En Italia, que ya era el centro musical europeo más relevante, se desarrolló el madrigal, una composición musical a varias voces, sobre textos de alta poesía italiana. Cabe señalar que el vocablo ya había sido utilizado en el trecento para designar a un tipo particular de canto estrófico que nada tenía que ver con este novedoso género musical del cinquecento, el cual pasó a reinar en el salón aristocrático del norte italiano.

En términos muy amplios, el madrigal renacentista puede ser definido como una composición musical a varias voces, en italiano. Sus tratamientos compositivos, sus texturas y sus temáticas fueron muy variados y se le pueden reconocer varias etapas.

El madrigal, a diferencia de lo que aconteció con el motete, su más cercano "pariente" eclesiástico, fue un terreno de experimentación musical. Los principales compositores de los primeros tiempos fueron Costanzo Festa, Philippe Verdelot, Jacob Arcadelt y Cipriano de Rore.

Pero el apogeo y la gloria del madrigal renacentista llegaron, hacia el fin del siglo, con Luzzasco Luzzaschi, Luca Marenzio y Carlo Gesualdo quienes dotaron al madrigal de una expresividad intensa que se apoyaba en una íntima compenetración entre texto y música. Así, los contenidos poéticos eran representados por figuras musicales descriptivas: el cielo o las estrellas requerían notas agudas, la muerte, graves sonidos largos, la felicidad, pasajes de velocidad y la lejanía, silencios o pausas para segmentar las frases musicales. Desde Italia, el madrigal fue el modelo para otras composiciones seculares en el resto de Europa, particularmente en Francia e Inglaterra.

En los comienzos del barroco, después de 1600 y, fundamentalmente, a partir de los trabajos de Claudio Monteverdi, el madrigal, ya no necesariamente para varias voces y, ahora, siempre con acompañamiento instrumental, adquirió otro perfil, más declamativo y solístico, pero continuó siendo la principal forma de la música vocal de cámara.

Hacia 1650, con el establecimiento de las arias y los recitativos y, a partir de otras búsquedas formales y estéticas, el madrigal entró en su ocaso y, dentro de los palacios italianos, fue reemplazado por la cantata, un género del cual habremos de conversar en nuestro próximo encuentro.