El intelectual que se calzó el conchero
Estrena esta noche, junto con el músico Diego Penelas, Viaje de invierno, su espectáculo de canciones
El actor, cantante, régisseur, dramaturgo y director teatral Alejandro Tantanian es hijo único. De chico creció en Villa Luro y luego, cuando sus padres ya estaban mejor económicamente, pudieron comprar un departamento en Belgrano. El cambio estuvo bueno, porque él dejó de dormir en el living de la casa y pasó a tener un cuarto propio.
A los 15 años, con sus primeros sueldos, se compró un equipo de audio que tenía todos los chiches tecnológicos de la época post-heladeras Siam. Por las tardes se encerraba en su cuarto, prendía el equipo, lo ponía a todo volumen y cantaba los temas que interpretaban mujeres de armas tomar: Edith Piaf, Marlene Dietrich, Nacha Guevara y Valeria Lynch. En medio de esos tonos eclécticos, la poética de Jacques Brel era otra de sus fijas
-¿Te disfrazabas?
-Poco. Me gustaba imaginarme al público. Tenía un disco de Nacha grabado en vivo que venía con los aplausos. Ese momento para mí era lo más, era un ritual privado. En 2002, cuando hice De lágrimas , me di cuenta de que lo que hago ahora como cantante es simplemente lo que hacía de chico encerrado en el cuarto.
-¿Cantabas frente a un espejo?
-No, cero espejos, no me gusta verme. Frente a un espejo hacía cosas en la casa de mi abuela.
-¿Qué hacías?
-Imitaciones de programas infantiles, como Zapatos rotos.
Con los años, aquel rito de chico se fue reciclando. De hecho, hoy, en el Metropolitan, se produce una nueva vuelta de tuerca de aquel acto casi secreto: estrena el espectáculo musical Viaje de invierno , que lleva la firma de Tantanian y el músico Diego Penelas. Juntos ya hicieron De lágrimas y De noche, montajes que presentaron en lugares intimistas y en espacios tan amplios como el Metropolitan, en tierras porteñas y en europeas. El rito de un Tantanian adolescente llega ahora a un teatro para 600 localidades de la avenida Corrientes. "Pero una sola vez por semana y con precios que van de 30 a 70 pesos. Lo que nos importa es que venga la gente", acota Alejandro, poniendo en caja el proyecto y anunciando que también habrá 2 x 1 para que nadie que quiera ir se quede afuera.
Alejandro es un bicho raro de la escena porteña. En los ochenta fue parte de esa generación de teatristas que pateó el tablero de los códigos establecidos. Asomó como actor, luego fue director y dramaturgo, digamos, de culto. Es de aquellas (pocas) personas que las salas públicas alemanas llaman para dirigir teatro u ópera. De aquellos (pocos) que pueden trabajar con Gerardo Gandini en el Centro de Experimentación del Colón y reunir al mejor seleccionado de intérpretes del circuito alternativo para trabajar a partir de una personal versión de Los hermanos Karamazov.
Todo ese mundo refinado convive con su legítima emoción de cantar una canción de Gloria Trevi. "La música fue mi vocación más temprana y más tardía. Entré por la puerta del teatro, demostré que soy inteligente y, como alguna vez ya te dije, y después me calcé el conchero. Hay algo de eso que me divierte hacer más allá de mis prejuicios", apunta en pleno ensayo.
Bastante antes de ser una de las figuras del teatro off porteño de los 80 y 90 fue una (difusa) figura del off escena. ¿Cómo es eso? Es que sus comienzos se remontan al Museo Larreta, donde se representaba la vida de Santa Teresa de Jesús. Allí había un coro, que se escuchaba pero que estaba fuera del escenario. Allí, en las sombras, ya estaba él.
Años después, muchos, junto con el compositor sonoro Edgardo Rudnitzky, le dio cuerpo a De lágrimas , obra con la cual cerraba su participación en El Periférico de Objetos y se largaba a cantar. "No me interesa demostrar lo bien o mal que llego a tal nota, sino poder dar mi propia experiencia expresiva a las canciones e intentar encontrarles una especie de entrada a temas conocidos", dice quien reconoce que su próximo paso sería hacer una comedia musical. En realidad, algo de ese paso ya fue dado porque viene de montar en Alemania La ópera de tres centavos ("tiene 27 números musicales y adelantó el género de lo musical, entendido en la forma inglesa o americana"). Para más datos, la obra es un éxito.
El amplio abanico expresivo de Tantanian está sintetizado en el repertorio de Viaje de invierno (Haendel, Silvio Rodríguez, Paco Ibánez, Andrew Lloyd Webber, y siguen las firmas). En el montaje, una estructura dramática, quizás invisible para el espectador, le permite a este bicho multifunción de la escena armar su viaje.
Más allá de todos estos caminos y de las vueltas que tiene su trayectoria, Alejandro Tantanian sigue manteniendo el mismo look de sus inicios, como si fuera el punto de coherencia interna en medio de esa supuesta incoherencia como artista y su propia carrera contra los prejuicios propios y ajenos que tanto le ha costado. "Estoy feliz con lo que logré conmigo", dice riéndose de sus palabras, que le suenan como un libro de autoayuda.
Antes de subirse al escenario para el ensayo, suelta una de las suyas: "Soy refeliz haciendo un ciclo en el Malba sobre la creación del texto teatral y, horas después, quiero que vengan a verme A MI 500 personas al Metropolitan 2, ¿entendés?". Sí, se entiende, ¿por qué no?
Y por si faltaban datos sobre sus múltiples tareas, Tantanian es asesor artístico del teatro Sarmiento, y su nombre suena como uno de los posibles futuros directores del Complejo Teatral de Buenos Aires cuando Kive Staiff deje su silla.
PARA AGENDAR
- Viaje de invierno, espectáculo de Alejandro Tantanian y Diego Penelas junto con Alfredo Zuccarelli y Rodrigo Quirss.
- Teatro Metropolitan Corrientes 1343. Los viernes, a las 23.15. Entradas, desde 30 pesos.