El inesperado show íntimo de Blur en Madrid: actitud punk y un Damon Albarn en estado de gracia
El pronóstico del tiempo cambió los planes en Madrid; la jornada de este jueves se suspendió y la banda de Damon Albarn llevó su show de estadios y festivales al espacio íntimo de una pequeña sala
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MADRID.-Parece un boliche de la costa o de Bariloche. Se llama La Riviera y está próximo al río Manzanares. Tiene tres palmeras en el medio, es circular y lo que antiguamente se conocía como “reservado” en un primer piso. Tiene una larga historia de décadas como parte esencial de la “movida española”.
Está todo listo para la cita inesperada. Un asistente pega las listas de temas en el piso y otro pasa veloz de una punta a la otra del escenario. No hay pantallas laterales y mucho menos de fondo; no hay cartelería. “Sin parafernalia”, dirá más tarde Damon Albarn. ¿Qué desprevenido puede pensar que acá tocará Blur? Imaginen a Damon y los suyos en La Trastienda o incluso en un lugar más chico. Imaginen a Blur al alcance de la mano.
Primavera Sound se vio obligada a suspender la jornada de jueves del festival (el miércoles tuvo su inauguración con una gran performance de Pet Shop Boys) pero estuvo rápida de reflejos para asegurarse que su nombre principal diera un show en la ciudad. Para pocos, es cierto, pero show al fin. Tras la noticia de que el día uno en la Ciudad del Rock, ubicada en la localidad de Arganda del Rey, se cancelaba por pronóstico de tormenta (por la tarde, ese pulmón de la ciudad que es el coqueto Parque de El Retiro avisaba a los visitantes que a las 18 se activaba el alerta amarilla), durante la mañana del jueves llegó una noticia tan inesperada como alentadora: Blur no se iría de Madrid sin tocar. Su show de estadios y festivales pasaría a realizarse en un sitio como los que solía frecuentar muy a comienzos de los 90, cuando iniciaban su camino discográfico con Leisure.
La app oficial del festival, a través de la cual los asistentes a Primavera Sound habilitan sus tickets y reciben las novedades, activó una notificación bomba: a las 16 se liberaría un cupo limitado de tickets (¿1500? ¿2000?) para aquellos que tenían entrada para la jornada de jueves y el abono para todos los días. A las 16 puntual, los espacios habilitados volaron en cuestión de segundos. Los periodistas acreditados debíamos recorrer otro camino: enviar un mail a la prensa del festival y esperar. Una hora y media antes de la hora señalada, la respuesta ansiada llegaba tan formal como oportuna: “Hemos aceptado vuestra solicitud de cobertura de prensa”.
En la previa suena T.Rex y algo de surf rock. Pero la espera se dilata y la ambientación musical continúa: rock and roll y un abanico de los “dorados años 50″, de los crooners al... mambo. Alrededor de este cronista se escuchan tantas voces españolas como inglesas. De ambos lados la ansiedad se siente en las miradas, en las conversaciones sin sentido, en las decenas de idas y venidas a la barra a buscar cerveza.
Blur realizará dos de los shows más importantes de su nueva etapa el 8 y el 9 de julio en el estadio Wembley de Londres. En medio de su actual gira europea, el 21 del mes próximo saldrá su esperado nuevo álbum, The Ballad of Darren. En ese marco, unos pocos privilegiados observamos cómo Damon Albarn, el guitarrista Graham Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree salen a escena con ganas de “comerse la cancha”.
“Esto no es Primavera, pero es”, dice Albarn con una sonrisa dibujada en su cara. Lo hace después del comienzo, después de la nueva “St. Charles Square”. Está hecho un demonio Albarn (¿un Damon-io?). Saca la lengua, toma agua, la escupe, le tira al público, se detiene a mirar a su audiencia de club under y se acerca a celebrar con ella. Toma la mano de una chica, toma el sombrero que ella le entrega, se lo pone y hace monerías. Los celulares suben y bajan, atesoran momentos memorables y ceden el protagonismo a sus dueños. Un pogo controlado, pero pogo al fin y dos horas de show que pasan en un instante.
Tras el adelanto de su próximo disco, la lista de temas sale disparada a los comienzos: a “There’s no Other Way”, de Leisure, primero y al single del 92, “Popscene”, después. Cada uno disfruta a su manera arriba del escenario. Mientras Albarn se mueve de un extremo al otro para tratar de estar lo más cerca posible de la mayor cantidad de gente, Coxon intercala sus guitarras densas, por momentos climáticas, por momentos “alternativas”, con movimientos espasmódicos que le pasan factura. Acusa un dolor en la espalda y se lo dice a un asistente. Todo aquello que habitualmente no vemos de estas grandes bandas por la inmensidad del marco en el que suelen tocar, hoy está a la vista. Sin distracciones, con el sudor corriendo por nuestros rostros en sincronía con el de los músicos.
Llegan “Trouble in the Message Centre”, “Tracy Jacks” y “Chemical World”: dos de Parklife y la restante de Modern Life is Rubbish. Sigue “Beetlebum” y el estallido espontáneo de todos ante los primeros acordes de Coxon. Los 90 no están de vuelta pero sí el recuerdo de la guerra de bandas que dividió a todo un país y que tuvo consecuencias en la cultura rock mundial: Blur versus Oasis; Oasis versus Blur. Dos relecturas posibles del legado Beatle tan o más distantes entre sí que la otra distancia, la geográfica, la que separa a la Londres de Albarn y los suyos de la Manchester de los hermanos Noel y Liam Gallagher.
Son el cincuenta por ciento más calmo de Blur, los encargados de la base y los que sostienen las locuras de Albarn y Coxon. El bajo siempre preciso de Alex James, de pantalones cortos y corte “taza”; la batería trepidante de Rowntree. Inmutables, su placer pasa por otro lado, por mirar el horizonte y ver cómo se cristaliza la felicidad en los cuerpos de los fans.
Qué decir de cuando llegan clasicazos como “Coffee & TV” y “Parklife” o, claro está, “Song 2″. Albarn, que en el principio llevaba una impecable chomba Fila de estilo vintage (incluso un saco, que duró puesto solo el primer tema), ahora se irá con la casaca pidiendo recambio y con sus compañeros de toda la vida. Es el ritual de lo habitual: cuando parece que el show termina, los músicos saludan y se van para regresar minutos más tarde. Eso sucede luego de tocar “This is a Low” y antes de retomar con “Girls & Boys” (con la premisa de “siempre debe ser alguien a quien realmente ames” que nunca pasará de moda).
Los decibeles bajan con “Tender”, el himno de estadios de fin de siglo: sombrío y con ese dejo gospel que nos hace mirar al cielo... al cielorasso. Otra novedad, otra canción que integra la lista del nuevo álbum, “The Narcissist”, mantiene el mood. Solo resta “The Universal” y luego sí el gran escape. Una vez en la calle, todos quieren mirarse a los ojos, llamar a ese amigo que no consiguió un ticket o simplemente quedarse a unos metros del lugar. En una de esas Damon y los suyos salen de tapas con los madrileños y los turistas.
De Madrid a Buenos Aires, de primavera en primavera
El festival nacido en Barcelona llegó el año pasado a Buenos Aires y entre el 25 y el 26 de noviembre tendrá su segunda edición. Varias cosas cambiaron entre uno y otro año. La sede, que esta vez será el Parque Sarmiento y no el predio de Costanera Sur, bastante criticado por la gente, y también la producción. En este rubro entraron aliadas PopArt Music, Dale Play Live y Move Concerts y salió DF Entertainment.
Se espera que más de 100.000 personas asistan a la segunda edición porteña, para la cual ya está confirmada como cabeza de cartel Blur. Habrá cinco escenarios y en los próximos días se dará a conocer la grilla completa de artistas, que intercalará nombres consagrados y ascendentes de la escena internacional con músicos argentinos.
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