El hit tardío de un músico que se mudó a Nueva York, no tenía para pagar el alquiler y ahora suena en todo el mundo
"Yo vivo en un verano eterno", dice Pedro Capó con una sonrisa caribeña cuando se le pregunta qué siente cuando ve que su éxito "Calma" se convirtió en el hit del verano. Y aunque él hace referencia a su situación geográfica (es oriundo de San José de Puerto Rico) bien podría aplicarse la misma sentencia a la canción que lo volvió viral.
Primero gracias al remix de Farruko y ahora con la versión de Alicia Keys, "Calma" parece sumar sobrevidas indefinidamente como tendencia en las plataformas de streaming. "Intenso, hermoso y rápido", así define Pedro Capó cómo vive el fenómeno detrás de la canción. "El primer shock fue de una alegría inmensa. Después estar anonadado, incrédulo y finalmente tratar de comprender todo. Pero la clave es vivir todo con calma, enfocado en el presente. Tener gratitud es lo que me ayuda".
Y es que Capó no esperaba cosechar un hit global a sus 38 años. A una edad en la que todo parece estar dicho (para bien o para mal) para un músico pop, su vida artística dio un giro de 180° recién en su quinto disco de estudio. "Cada vez que recuerdo que para esto fue todo, que estuvimos en Nueva York cinco meses sin pagar la renta, y qué bonito que se está dando esto... lo que siento es una bendición".
–¿Creés que el hecho de que el éxito te haya llegado casi a los 40 te ayudó a manejarlo de una manera responsable?
–Sí, agradezco que me pasó a esta edad. Si me pasaba a los 20, me volvía loco. Me gusta la vida... tú sabes. Dios sabe lo que hace, el lado B es que me agarra cansado (risas). La vida te dice "te voy a dar fama" pero te va a agarrar cansado. Tengo que aprender a moverme como un boxeador viejo, que guarda sus puños para tirarlos de vez en cuando.
–¿Te preguntás a qué se debe el éxito del tema en términos musicales?
–Han pasado hasta siete veces al día que me rasco la cabeza en la habitación y me pregunto por qué. Lo primero que me surge es la simpleza. Melódicamente tiene una estructura que es casi como de una canción para niños (tararea). Y tal vez por eso tantos niños están conectando independientemente de que conozcan el idioma, incluso de que hablen. Hemos visto niños con autismo que han dicho sus primeras palabras con la canción. Un bebé de 7 meses aplaudiendo con el tema... Y así fue que lo compusimos, jugando como niños, disfrutando. No estábamos pensando en un sencillo, que sea un éxito, ni en la plata. y yo creo que eso quedó plasmado en la canción, que fue simplemente regocijo.
Llegó el turno de ese sabor latino. Ha pasado cíclicamente, antes con Ricky Martin y Gloria Stefan, por ejemplo, pero ahora tenemos más herramientas. Las fronteras se rompen con las redes sociales
–Y después llegó el factor Farruko...
–Su contribución artística lo lleva a otro nivel. El poder que le da su sonido de Caribe pesado, bien de calle, aceitado... y su súper plataforma que ha creado a través de los años le dio una difusión masiva, de conectar con mucha gente. Otro factor es que había un espacio para ese tipo de mensaje, una brisa bonita, una caricia entre tanto ruido. Todo en el tema, desde la letra a las gráficas del single es tan claro que es una invitación a soltarnos un momentito, a regalarte ese espacio.
–¿A qué creés que se debe el boom de la música en español en el mercado estadounidense?
–Yo creo que nosotros los latinos siempre hemos tenido muy buena música. Ahora se le suma que tenemos la difusión, la magia de las plataformas. Si gusta, le das a compartir y cualquiera puede llegar a escucharlo. Las posibilidades son infinitas en ese sentido, y creo también que llegó el turno de ese sabor latino. Ha pasado cíclicamente, antes con Ricky Martin y Gloria Stefan, por ejemplo, pero ahora tenemos más herramientas. Las fronteras se rompen con las redes sociales, actuamos cibernéticamente y las líneas están grises, borradas. Obvio que además tiene que tener algún ingrediente para que pegue aunque sea en la esquina de tu casa. Diría que tal vez por eso, el latino siempre tiene una propuesta que es alegre, que es cálida, que invita... y el mundo necesita un poquito de eso.
–Es sabido que tu abuelo fue cantante y tu abuela Miss Puerto Rico, ¿pero cómo fue que desarrollaste tu gusto por la música en tu casa?
–Mi padre era hippie, escuchaba Led Zeppelin y The Beatles, todo el rock de los 60 y los 70. Mi madre era la típica baladista de tráfico, que escuchaba a Valeria Lynch y cantaba esas súper baladotas. La salsa también fue súper fuerte y del lado de mi abuelo los boleros. Todo eso era mi alimento musical. Ya un poco más grande escuché a Vico C y El General. En mi adolescencia me puse rebelde con todo el rock alternativo de Seattle y el rock en español de México y Argentina. Los tempranos 90 fueron una etapa vibrante para mí. Ahí me empiezo a identificar musicalmente y a tener bandas de rock. Tenía 14 años y no me dejaban entrar a los lugares a tocar porque no me daba la edad, les tenía que mostrar que aparecía en el flyer. Después me mudo a Nueva York y empiezo a ver blues, hip hop, el trap bien pesado... era otro mundo. Veía jams de blues en los clubes y me encerraba en mi tiempo libre a imitarlos. Toqué mucho en esos bares y eso me dio mi sonido. Fue clave no parar de tocar.
–Y después surgió tu faceta actoral como complemento.
–Siento que la música y la actuación han sido simbióticas, se retroalimentan. Yo llego a la actuación después de ser músico, y me apoya lo musical porque actuar es algo rítmico. Mi movimiento emocional histriónico tiene relación con lo que trabajo melódica e interpretativamente. Y la actuación me apoya en lo escénico, en el drama de la tarima. Creo que cada cual me ha hecho mejor en la otra.
–La música urbana fue bastardeada durante mucho tiempo ¿creés que eso cambió ahora que se insertó definitivamente en el mapa del pop global?
–Yo creo que aún la madrean, y especialmente colegas músicos. Los que no están pasando su mejor momento lo quieren ver bajo, te miran con sabor amargo... hay mucho que aprender ahí. Ha superado la prueba del tiempo, ahora ya hablamos de un post reggaeton, y es parte del hip hop que lo engloba. Todo género que nace de la juventud tiene que pasar su dolor de crecimiento, se va depurando. Fue como el punk-rock, que al principio era de drogas y peleas y el trap también, no son tan distintos. Lo bueno es que está teniendo su espacio bonito, para que los nuestros brillen y para que los que no venimos de ahí aprendamos también. Como artista siento que mi responsabilidad es adaptarme al cambio pero siempre cuidando mi integridad y mi identidad. Es responsabilidad de uno moverse con los tiempos que corren.
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