El himno libertario que inspiró a los antifranquistas, llevó 10.000 personas al Muro de Berlín y terminó como oda a Pinochet
Escrita por Pablo Herrero y José Luis Armenteros e inmortalizada por la voz de Nino Bravo, la canción fue tan poderosa a su estreno en 1972 que se convirtió en bandera de resistencia pero también en un símbolo de la dictadura en Chile
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El martes 5 murió Pablo Herrero, músico y compositor español. Cincuenta años y unos meses antes nos había dejado el cantante Luis Manuel Ferri Llopis, a quien conocimos con el seudónimo de Nino Bravo. A principios de los 70 el vínculo entre ellos (y una tercera pata: José Luis Armenteros, socio de Herrero a la hora de escribir canciones) dio como resultado uno de los mayores hitos de la canción hispana: “Libre”, un himno que trascendió el ámbito de la música para convertirse en bandera de resistencia en varios puntos del planeta y, a la vez, en un oscuro símbolo de la dictadura pinochetista en Chile.
“No se inspiró en esa historia. Fue menos épica, mucho más doméstica, menos importante”, declaró alguna vez Herrero. Se refería a la historia que se le atribuye en el imaginario colectivo: la de Peter Fechter, un joven alemán de 18 años (“tiene casi veinte años y ya está cansado de soñar”) que en 1962 intentó cruzar el Muro de Berlín (“piensa que la alambrada solo es un trozo de metal”) para dejar la República Democrática Alemana y fue asesinado a tiros por los guardias orientales (“y tendido en el suelo se quedó sonriendo y sin hablar”). A pesar de sus gritos, no recibió asistencia médica y se desangró (“sobre su pecho flores carmesí brotaban sin cesar”) hasta morir aproximadamente una hora más tarde.
La muerte de Fechter generó una protesta de más de 10.000 personas en las calles de Berlín Occidental, e incluso se llegaron a tirar piedras contra tropas rusas que se dirigían a tomar la custodia del Muro. El canciller Konrad Adenauer le envió al premier soviético Nikita Jrushchov una queja formal por la falta de auxilio al joven alemán, y un similar reclamo se le hizo al embajador estadounidense Walter C. Dowling por la pasividad de los soldados norteamericanos apostados en el lugar. Los asesinos de Fechter, los guardias orientales Rolf Friedrich y Erich Schreiber, fueron juzgados recién en 1997, 35 años después: aunque admitieron haber disparado a matar, fueron condenados a un año de prisión y excarcelados bajo custodia.
Las coincidencias entre la letra y la vida de Fechter, sumado al contexto en el que fue escrita la canción (los últimos años del franquismo en España) hicieron que se le atribuyera ese origen a “Libre”, pero Herrero y Armenteros tenían una musa bastante más cercana: “Esto fue el producto de una rebeldía, de una generación que había nacido en España justo después de la Guerra y que vivimos la dictadura a base de bien y una fuerte represión que se extendió hasta 1975, que fue cuando murió Franco. Sin embargo esta canción es de 1972, él estaba todavía vivo. No teníamos que mirar a Alemania. Lo estábamos viviendo aquí. La falta de libertad era manifiesta”, contó Herrero.
“Libre” se editó como single en octubre de 1972, y un mes después se la incluyó en el long play Mi tierra, el más celebrado por la crítica de los cuatro que llevaba publicados Nino Bravo hasta ese momento. Le esperaba al intérprete una carrera próspera, teniendo en cuenta que llevaba apenas tres años bajo el ojo público y ya era uno de los artistas más populares de España, gracias a hits como “Te quiero, te quiero”, “Cartas amarillas”, “Un beso y una flor”. Con “Libre” siguió el mismo derrotero, pero la fatalidad se cruzó en su camino: en la ruta que va de Valencia a Madrid, el músico perdió el control de su auto, se salió de la ruta y dio varias vueltas. Nino Bravo falleció en el acto.
Bigote, el Monstruo y los opresores
Dos años antes de su accidente había dado un minirrecital en el festival de Viña del Mar, Chile. “Tú cambiarás”, “Mi querida mamá” y “Te quiero, te quiero” fueron las únicas tres canciones que Bravo entonó, y con eso le bastó para meterse en el bolsillo al famoso “monstruo” (apelativo con el que se conoce a la audiencia chilena, por su “ferocidad”) en la Quinta Vergara. “Libre” todavía no existía ni siquiera en la mente de Herrero y Armenteros, pero las vueltas de la vida hicieron que la canción adquiera un significado completamente distinto al que sus compositores le dieron: habiendo nacido como un grito para exigir libertad ante la represión de la dictadura franquista, en Chile se la adoptó como un himno del gobierno de facto de Augusto Pinochet que hasta tuvo su versión castrense.
“Nunca pensé que se podría usar en ese sentido. Creo que quedó claro desde el primer momento que era una liberación de alguien que está oprimido, no de alguien que está oprimiendo”, declaró Herrero en una entrevista. Nada de esto le importó al régimen pinochetista, que -según escribió Josefina Lewin para la revista chilena Contrapulso- “escuchó en ‘Libre’ un homenaje a la gesta de liberación emprendida por las Fuerzas Armadas y la expresión de un arquetipo juvenil ideal: el de aquellos jóvenes que, como dice la canción, se habían ‘cansado de soñar’”. Al usurpar el poder en septiembre de 1973, la popularidad de “Libre” estaba fresca, y no tardaron en adoptarla como estandarte, a punto tal que se emitía en la celebración del cumpleaños de Pinochet y hasta se usaba en los centros de detención clandestinos para tapar los gritos de los torturados. Un preso político de la dictadura chilena, Paicavi Painemal, habló al respecto con el diario valenciano Levante: “Cuando me acuerdo de la tortura, al tiro me viene a la cabeza ‘Libre’. Pero casi no me puedo acordar de la melodía, porque no he escuchado las canciones de Nino Bravo desde esa época”.
Convencidos de que Herrero y Armenteros habían escrito la canción a modo de protesta contra el bloque soviético, los súbditos del tirano trasandino hicieron todo lo que estuvo a su alcance para difundirla. Tal es así que en el verano de 1974 el humorista Bigote Arrocet subió al escenario de la Quinta Vergara, de la misma forma en la que lo había hecho Nino Bravo tres años atrás, para ofrecer su versión de “Libre” ante la mirada embelesada de Pinochet.
Aquella interpretación quedó para siempre en los anales de la infamia, y aunque Arrocet negó haberla cantado a modo de homenaje al dictador, lo cierto es que meses después de su concierto le decía a un periódico de su país que había decidido versionar el tema por el “significado” que tenía en Chile “el concepto de libertad”, que a su juicio había estado “a punto” de perderse durante el gobierno socialista del derrocado Salvador Allende. El imitador aseguraba que cuando el público cantó de viva voz la canción, se trataba de “la manifestación de un pueblo” que se sentía “liberado y agradecido”. Con todo, ni el uso aberrante en el ciclo más triste de la historia chilena logró despojar a “Libre” de su verdadero significado. En épocas como estas, en las que el concepto de libertad se suele usar para justificar atropellos en todo el mundo (Argentina incluida), la canción inmortal de Nino.
Bravo sigue siendo -como querían sus autores- un clamor de lucha y rebeldía. Como le dijo Herrero a una radio alemana en 2019, los impulsó el ansia de liberación real: “Entonces vivía el dictador [Franco], y se producían manifestaciones estudiantiles que eran reprimidas a porrazos. Y entonces pensamos: ¿y si alguien esto lo llevara al extremo de decir ‘o todo o nada: para mí la vida es saltar eso que hay ahí, que tiene pinchos, que me puede herir, que lo sé, pero hay algo que me dice que yo debo saltar?’. Pues bueno, eso en definitiva fue ‘Libre’”.
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