El gran legado de Antonio Agri
Se acaba de editar un trabajo póstumo que el violinista grabó con su hijo Pablo
Poco antes de morir -el 17 de octubre de 1998- el gran violinista de tango Antonio Agri sintió la ansiedad, la necesidad perentoria y seguramente premonitoria, de grabar un disco con su música.
Ya lo había realizado antes, a mediados de 1997, en el sello Melopea, donde mostró la punta de una composición suya que él bautizó "S.P. de Nada" (sin pretensiones de nada). Era la misma modestia con la que bautizó a su violín -"Cajita de madera con cuatro cuerdas"- y con la que impedía gentilmente que le llamaran maestro.
Esta vez había elegido para grabar una capital lejana: Riga. Acometió la empresa junto a su hijo Pablo, también violinista, y a la Orquesta Sinfónica Nacional de Letonia dirigida por Pedro Ignacio Calderón.
Este disco "Antonio Agri-Tango Sinfónico", registrado entre el 12 y el 16 de febrero de 1998 en Riga Recording Studio y masterizado en los Estudios Ion de Buenos Aires por "El Portugués" Da Silva, es el que hoy sale al mercado, distribuido por el sello independiente Acqua Records.
Se trata de tres composiciones con sus distintos movimientos. "SP de Nada" (moderato, adagio expresivo-piu vivo-allegro, cadencia a dos violines y andantino-allegro); SP de Nada II (andante-piu mosso, lento expresivo, tempo rubato-allegro) y Carambón (allegro risoluto, andante, allegro scherzando).
La sola mención de los movimientos en los que se dividen las tres obras permite colegir que se trata de música para violín y orquesta expuesta y desarrollada al modo clásico. En tal sentido, es de rigor nombrar aquí a los dos músicos (en guitarra y piano) y excelentes arregladores del material entregado por Antonio Agri: las obras "SP de Nada I" y "Carambón" fueron instrumentadas por Guillo Espel, en tanto que "SP de Nada II" tiene orquestación de Oscar Laiguera.
Hablar del rosarino Antonio Agri supone exaltar la figura de un músico fuera de serie, al tiempo que recordar con pesadumbre su anticipada despedida de la vida por culpa de un cáncer escondido y fulminante. Su paso por el tango recorrió todos los estilos, desde Basso, Varela y De Angelis hasta Fresedo, Troilo, Federico, Stampone y Salgán. Pero sería la culminación -con el quinteto de Piazzolla de los años 60- la que imprimiría sus más hondas huellas como intérprete.
Admirado por violinistas de la talla de Isaac Stern y Salvatore Accardo, Agri se dio el gusto, a mediados de los 70, de transitar por lo más popular de la música clásica, luego de haber ingresado en la Orquesta Estable del Teatro Colón. De su ancho espectro estético da cuenta su exitosa presentación en París junto al guitarrista flamenco Paco de Lucía.
Los músicos clásicos siempre quedaron fascinados por su maravilloso modo de frasear las bellísimas melodías del tango. Es que Agri era, a un tiempo, violinista de cultura clásica y popular. Y cuando ambas se dan la mano es porque ese músico acumula hondas vivencias de ambas.
Antonio Agri se convirtió en compositor en las postrimerías de su vida. Incluso bromeaba con su destino. Todas sus ideas giraron en torno del violín. El violín de la chicharra para la rítmica piazzollana; la cuerda de sol para las notas graves vibrantes, la cuerda de mi para las dulcísimas, en los agudos, y las de re y la para las envolventes, en el registro medio. Agri había demostrado siempre su innata inventiva. En las variaciones para "Adiós Nonino" y "Libertango" y en cientos de introducciones e interludios. Siempre jugando con las dobles cuerdas, a las que se entregaba con fruición, y todo el tiempo con envidiable afinación. Perfecta.
"Agri por 2" es una apelación al tango de cámara. Se trata de una extensa fantasía que oscila entre las marcaciones tangueras de contrabajos y chelos y el vuelo lírico del violín de Antonio junto al de su hijo Pablo, unidos a veces a los vientos (flauta, oboe, clarinete) en hermosos pasajes. Un melodismo entrañable y un sesgo romántico invaden los diez números del disco. Invariablemente el violín asoma entre la trama orquestal sugestiva, en la que no abundan raptos de bravura ni de virtuosismo. Todo parece empañado por una profunda melancolía, por una infinita tristeza, transida de dolor, pero sin dramatismo ni énfasis vanos.
Lo cantable domina la escena, aunque muchas veces sean los contrabajos los protagonistas recurrentes. En cuanto a las predilectas dobles cuerdas, Agri las toca solo o con Pablo, pero siempre suenan impecables. Este es un disco para la nostalgia, con ideas que se encadenan sin cesar .Con ellas de despidió de esta vida el querido Antonio Agri.
Agri x 2
Antonio y Pablo Agri
SP de Nada: moderato, adagio expresivo, cadencia a dos violines, andantino-allegro; SP de nada II: andante-piu mosso, lento expresivo, tempo rubato, allegro; Carambón: allegro risoluto, andante, allegro scherzando (Acqua Records).
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