El genio de Mozart
Il sogno di scipione / Dirección musical: Camilo Santostefano / Régie: Germán Ivancic / Con: Hernán Crida, Selena Lara y Natalia Salardino, Cristian Casaccio y Alejo Ruiz, Patricia Villanova y Laura Bjeis, Flavia Memmo y María Clara Maiztegui, Pablo Urban y Matías Tomasetto, y Mazimiliano Agatiello / Organiza: Lírica Lado B / Sala: Hasta Trilce, Mazza 177 / Funciones: domingos, a las 19.
Nuestra opinión: muy bueno
Se constituye en un acontecimiento musical trascendente el estreno en Buenos Aires de Il sogno di Scipione , de Mozart, ofrecida por primera vez en 1772 en ocasión de la elección del arzobispo Colloredo, sobre un libreto de Metastasio, basado en una obra de Cicerón, a la que asimismo le sumaron música otros compositores como Santi, Hasse, Jommelli, Gluck, Galuppi y Piccini. En realidad resulta como punto más valioso el poder conocer la evolución del creador en el terreno del manejo de las voces del canto que se suman a la orquestación, en permanente búsqueda de equilibrio y ensamble, detalle que evidentemente imaginó cuando ya rondaba los 16 años.
Es que Mozart, contrariamente a lo que muchos han creído, fue un auténtico hombre de teatro, pero la fuerza y la inspiración de su música tiene la capacidad de cubrir las debilidades de los libretos o las indicaciones escénicas. Por otra parte, en todas sus obras para teatro musical, tal como acontece en Il Sogno di Scipione , la línea del canto recibe de los sonidos instrumentales, no sólo un apoyo, sino asimismo, una aclaración sonora que ayuda a una mejor comprensión de los sentimientos de cada personaje, así como el estado emocional de cada uno frente a las contingencias de la historia.
La historia del sueño cuenta las desventuras de Scipione en el templo del cielo junto a las diosas Fortuna y Constancia, quienes le solicitan que elija a una de ellas para que sea su guía en el camino de la vida. Y ahí se le presentan sus antepasados con promesas de ganarse el cielo, y los vericuetos de la venganza de Fortuna por no haber sido la elegida, sumando el fin del sueño con una tormenta.
Los responsables de este notable esfuerzo artístico que es sin duda Lirica Lado B, donde predomina un anhelo espiritual, más allá de todo interés económico, fueron como desde su fundación Alejandro Spies, Andrea Bouhier (producción), Alan Puyol (pianista preparador), Germán Ivancic (director de escena), y Camilo Santostefano (dirección musical) y por supuesto los numerosos colaboradores de un equipo para cada especialidad del teatro musical, quienes lograron concretar una labor muy positiva.
Entonces desde el escenario y la música, hasta el cuadro de actores-cantantes, se advirtió claramente una dedicación amorosa y sacrificada, como ocurre siempre en que el esfuerzo se hace por vocación y desinterés material. Asimismo fueron excelentes los integrantes del elenco con Hernán Crida como actor y los musicales jóvenes cantantes (todos a nuestro juicio con posibilidades de desarrollar una carrera de mérito). Ellos son Natalia Salardino (Constancia), Christian Casaccio (Emilio), Laura Bjelis (Fortuna), María Clara Maiztegui (Licenza), Matías Tomasetto (Publio) y Maximiliano Agatiello (Scipione), quienes no sólo dejaron escuchar un canto musical, sino también dieron evidencia de óptimas condiciones actorales, es decir, el semillero indispensable para que el teatro cantado en todas sus formas no se extinga en el futuro.
Un detalle interesante de destacar se refiere al admirable comportamiento del público que cubrió la totalidad de las plateas disponibles y que, como pocas veces acontece en las salas de conciertos y los teatros más calificados de Buenos Aires, el silencio y la actitud de concentrada atención por la obra fueron dignas del mayor elogio y sorpresa. Para ellos, desde esta columna se suma una merecida felicitación, aún más jubilosa, frente al formidable aplauso ofrecido a todo el elenco.
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