Es una miserable mañana de lunes, en enero de 1969, y los Beatles están tratando de volver al lugar al que alguna vez pertenecieron. El proyecto Get Back sonaba como una idea perfecta: los cuatro y sus instrumentos, listos para meterse en el estudio, volver a sus raíces y sacar canciones de la nada. Como antes. John, Paul, George y Ringo habían reservado un especial para la TV para el 18 de enero; su primer recital en años. Ensayarían un par de semanas, mirándose a los ojos, y que la inspiración apareciera a último momento. Ya lo habían hecho muchas veces. Nunca lo habían hecho de otra manera.
Buenas noticias: hoy apareció Paul y también Ringo. También los camarógrafos; las sesiones se filmaban para que los Beatles pudieran mostrar un clip de media hora de ensayos antes del recital en televisión. Así que acá están, lunes a la mañana, listos para deslumbrar al mundo con una explosión de brillo Beatle. O al menos Paul y Ringo. Hey, ¿se sabe algo de John y Yoko? ¿Y George?
Hay un pequeño problema con George: dejó la banda. El viernes, mientras las cámaras rodaban, trataba de enseñarles un tema nuevo, "All Things Must Pass". John, puesto (se había hecho adicto a la heroína), miró a George con un desprecio evidente. George finalmente se fue, murmurando: "Los veo en los clubes". John no se lo toma en serio. "Si George no vuelve el lunes o el martes, le pedimos a Eric Clapton que toque en el recital", dice. "La pregunta es: si George se va, ¿queremos seguir con los Beatles? Yo sí. Tenemos que reunirnos y seguir".
Pero hoy es lunes y George no aparece. Tampoco John y Yoko (ni Clapton). Paul y Ringo hacen tiempo zapando un éxito de la radio de la época, "Build Me Up Buttercup". Los demás se reúnen para conversar sobre la crisis, se quejan de la presencia constante de Yoko. Sorprendentemente, el que la defiende es Paul. Le encantan las historias de amor. ¡Es Paul McCartney, por Dios! También sabe lo que este romance significa para su mejor amigo, el más antiguo, el más problemático, cruel, imposible. "No está tan mal", dice. "Esos dos quieren estar juntos. Está bien. Que los amantes estén juntos".
Paul se ríe, pensando en cómo recordarán esto las generaciones futuras: los Beatles, el grupo más grande del rock & roll, el equipo creativo más legendario del mundo, cayéndose a pedazos por una pelea tan trivial. Incluso en una mañana de invierno tan gris como esta, Paul estalla en una risotada.
"Va a ser increíblemente cómico, en cincuenta años: ‘Se separaron porque Yoko se sentaba en un amplificador’".
Paul no estaba equivocado. Cincuenta años después, la gente sigue obsesionada con el fin de los Beatles. Es la historia preferida sobre cómo se desmoronan las cosas. Como Fleetwood Mac en Rumours, Let It Be, de los Beatles, simboliza el concepto de separación. Los Beatles son el arquetipo de los amigos que trabajan juntos, hacen planes juntos, hacen música juntos, para luego, inevitablemente, destruirse el uno al otro.
Todos sabemos cómo siguió la historia: el especial en la televisión nunca ocurre. En cambio, los Beatles hacen su famoso recital de despedida en el techo de las oficinas de Apple en Londres, hasta que la policía los obliga a parar. Ese mismo año, hacen una nueva obra maestra, Abbey Road, mientras las cintas de Get Back acumulan polvo. El nuevo manager comercial Allen Klein lanza las imágenes de archivo de Get Back como película, bautizada Let It Be, junto con un disco del mismo nombre. El film se estrena en mayo de 1970, un par de semanas después de que Paul anunciara la separación de los Beatles. Los cuatro se niegan a aparecer en el estreno. Phil Spector altera las cintas y las transforma en una banda de sonido mal hecha. Al poco tiempo, John compone una canción llamada "God" en la que anuncia: "No creo en los Beatles". Los cuatro Beatles jamás vuelven a pisar la misma sala.
El mundo se pasó cincuenta años coleccionando relatos trillados: John y Paul se peleaban, Paul y Yoko se peleaban, John y Yoko eran drogones, se entrometió el dinero, se entrometieron las drogas, se entrometieron las esposas, todo pasa, el sueño terminó.
Pero como con la mayoría de las historias de los Beatles, la verdad es mucho más complicada si la mirás de cerca. Al final, en realidad es la historia de cuatro amigos tratando de mantenerse juntos en tiempos oscuros y confusos; buscando una forma de seguir brillando hasta mañana. Como todo el mundo, John, Paul, George y Ringo presenciaron el fin de los Beatles con shock e incredulidad, sin la menor idea de cómo pisar el freno. En realidad, ninguno imaginaba que ese sería el final.
¿Cómo hacían para ponerles tantas emociones a sus canciones, cuando no se podían comunicar de ninguna otra forma? El verdadero misterio que yace en el centro de la separación de los Beatles es ese. En tiempos oscuros, ¿cómo lograron hacer música que le transmitía esperanza a la gente? En 2020, esta pregunta tiene una resonancia nueva.
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Cuando terminó el recital en el techo, los Beatles se sintieron aliviados. Podés escucharlo en la voz de Paul cuando dice: "Gracias, Mo", un saludo a la esposa de Ringo, Maureen, que los estaba animando, en un momento en que su energía de chica fan era más necesaria que nunca. Tenían acumuladas 56 horas de película, 200 horas de cintas sonoras, 21 días de caos. Pero no podían imaginar la idea de volver a ese material. Como admitió John: "No quería ni pensar en ello porque fue un disco muy difícil. Éramos completamente miserables".
La película Let It Be se convirtió en una rareza de culto, que estuvo disponible en video un tiempo corto. La vi en una función nocturna en un cine de Boston en los ochenta, con un público de fumones que abucheaba cada vez que aparecía Yoko. La película parecía barata y granulada. El ambiente era feo, tanto en la pantalla como la audiencia. La mezcla de Spector parecía una coda torpe para la racha épica de los Beatles. Aunque fue grabado más de un año antes de la separación (en medio estuvo el triunfo de Abbey Road), Let It Be parecía documentar su caída, una suerte de Zapruder [el que filmó el asesinato de Kennedy] del rock & roll. Acabó siendo la tumba accidental de los Beatles. Let It Be desapareció de los cines rápido y casi no ha sido vuelta a proyectar desde 1970. La mayoría de los fans solo conocen el célebre clip del Anthology de George y Paul peleándose por un arreglo de guitarra. Pocas películas han sido tan analizadas e interpretadas por gente que jamás la vio.
John y Yoko finalmente la vieron en un cine casi vacío en San Francisco en junio de 1970, con el fundador de Rolling Stone Jann S. Wenner y su esposa Jane. Los cuatro compraron sus entradas y se sentaron a verla en una función de matiné. "Compramos las entradas y entramos", recordó Wenner años después. "No creo que nadie supiera que estábamos ahí. Estaba vacío, un día de semana a la tarde. Así que los cuatro estábamos ahí juntos, en el medio de la sala, mirando la película de la separación de los Beatles". John no pudo ocultar sus lágrimas. "Me acuerdo de salir del cine y abrazarnos los cuatro, la tristeza de la ocasión".
Peter Jackson, el director de la trilogía de El señor de los anillos y el documental They Shall Not Grow Old sobre la Primera Guerra Mundial, tuvo la audacia de volver sobre los archivos de Get Back para encontrar el resto de la historia para un documental de Disney que sale el año que viene. Como dice él: "Todo lo que pensé que sabía cambió". The Beatles: Get Back no es una remake de Let It Be, es una película completamente nueva, que muestra que Paul y Ringo no hablaban en broma cuando dijeron que Let It Be había mostrado solo el lado negativo de la historia.
Las imágenes de la Get Back de Jackson prometen estar llenas de calidez y camaradería: John y Paul con guitarras acústicas tocando "Two of Us", o cuando John se pone a tocar "Ob-La-Di, Ob-La-Da" para hacer reír a su amigo. O Paul liderando una versión temprana de "She Came in Through the Bathroom Window", y John gritando todos los versos ("Get a job, gob!"). El grupo criticando "Help!", su clásico de 1965, en parte tomándosela en broma, pero conectando, al fin, con la desesperación adulta del tema. Podés verlos componiendo canciones que terminaron en Abbey Road o en discos solistas, como cuando John y Paul improvisan el clásico de Imagine "Gimme Some Truth". La travesura de sus ojos, el contacto visual, la electricidad colectiva cuando tocan: hay mucho más del espíritu de equipo de los Beatles que lo que dice su reputación.
Cuando los Beatles sobrevivientes le pidieron que se involucrara, Jackson no estaba seguro de estar a la altura del trabajo. "Soy fan de los Beatles de toda la vida, pero no me daba ganas", dice. "Pensaba: ‘Si lo que vimos es lo que le dejaron ver a la gente, lo que serán las otras 55 horas...’. Cuando fui a Apple, estaba preocupado, pensaba: ‘Debería estar contento, pero tengo miedo de lo que voy a ver’".
Como la mayoría de los fans, asociaba Let It Be con momentos de amargura. "Aunque Let It Be no se filmó con la separación en mente", dice Jackson, "se filmó 14 meses antes. Me puedo imaginar que si ibas al cine en mayo de 1970 y te acababas de enterar de que los Beatles se habían separado, entonces obviamente vas a ver la película con un filtro determinado. Creo que eso hizo que la película pasara a ser conocida como la de la separación. Pero no es una película sobre una separación, ni de cerca".
Por supuesto, Paul y Ringo dicen que se divirtieron mucho durante las sesiones de Get Back, pero que solo las peleas quedaron en la película. ¿Puede ser que tengan razón? Como suelen decir las víctimas de los reality shows, todo pasa por la edición.
Giles Martin, que hace poco produjo magistrales ediciones de aniversario de Sgt. Pepper, Abbey Road y el Álbum blanco, apodó memorablemente a los nerds coleccionistas más duros de la banda como "la brigada de las sandalias con medias". Jackson admite ser miembro de esa tribu. "Compro piratas desde los setenta. Tengo seis de Get Back en vinilo y como nueve CD en una caja". Pero los discos pirata no lo prepararon para la historia que encontró en los archivos. "Como un fan que mira esas 56 horas, tengo la impresión de un grupo que quiere hacer algo diferente, pero que se les acabaron los lugares a los que ir", dice Jackson. "Jamás quisieron repetirse, nunca quisieron hacer un Sgt. Pepper 2. Incluso hay conversaciones grabadas en la película donde dicen: ‘Quizás si volviéramos a ser el grupo del Cavern Club’, querían volver a ser el grupo que toca durante el almuerzo. Porque no podían tocar en estadios más grandes que Shea. Ya habían hecho discos complejos. Habían hecho discos simples. La sensación que te da es que no se quieren separar. Es la impresión que me transmite a mí. Son un grupo que va hacia delante, pero que se quedó sin lugar adónde ir".
Hay una escena hilarante en la que el director Michael Lindsay-Hogg menciona por primera vez la idea de transformar los videos de los ensayos en una película. Se ponen a discutir (por supuesto) acerca de si funcionaría desde un punto de vista técnico. Había sido filmada para la TV de los sesenta (el 16mm pasó al 35mm para la pantalla de cine), y por eso Let It Be siempre se vio mal (luego de una restauración, las imágenes de Get Back finalmente se ven como los Beatles). Paul dice que la película va a tener demasiado grano para los cines. George sacude la cabeza: "Si no lo entienden es porque son tontos".
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Cuando los Beatles maravillaron al mundo con Rubber Soul, Revolver y Sgt. Pepper, les sobraba la energía colaborativa. Sgt. Pepper fue su último disco como los cuatro amigos contra el mundo, publicado poco antes de la muerte del manager original de la banda Brian Epstein. Hasta la muerte de Epstein, eran cuatro mejores amigos que querían estar juntos hasta en el tiempo libre. "La mayoría de la gente ni nos habla", dijo Lennon en 1967, en la biografía de Hunter Davies. "Nunca nos comunicamos con otra gente. Ahora que ni siquiera nos cruzamos con extraños, no hay necesidad de comunicarnos. Entre nosotros, nos entendemos. El resto no importa". Cuando dejaron de tocar en vivo después de Revolver, probaron con una pausa de tres meses, pero se extrañaban demasiado. Como dijo John: "No conocí a nadie que me cayera bien".
El experimento Get Back salió de su amor por estar juntos. Pasaron cinco meses atormentados con el Álbum blanco, pero como muestra la edición por el 50° aniversario, toda la locura y el caos de madrugada produjo su música más asombrosa.
En marzo de 1969, los cuatro eran esposos y tres eran padres. Todos estaban tratando de tener una vida adulta y viendo cómo encajaba la banda en ella, pero sin ningún modelo que les mostrara el camino. George pasaba tiempo con Bob Dylan y Eric Clapton, estrellas de rock que lo trataban con el respeto que deseaba de sus compañeros de banda.
En la primavera de 1968, John le había puesto una bomba a su propia vida. Se había pasado el anochecer de un día agitado junto a Yoko Ono, grabando su collage de ambient-noise Two Virgins y, luego, consumando su affaire a la madrugada. Cuando aparecieron los Beatles para las sesiones del Álbum blanco, les sorprendió ver a Yoko de este lado del estudio; luego de ese día, todo el acceso a John pasaba por ella. Ese primer día, Yoko se sumó a la banda para una zapada de "Revolution 1". Aunque la gente se refería a Yoko como artista visual, era una compositora con entrenamiento clásico que colaboró con leyendas como John Cage, La Monte Young y Ornette Coleman antes de ponerse de novia con John. Yoko no esperaba que le dijeran que era su turno para decir lo que pensaba; no le interesaba respetar, ni siquiera notar, los límites de los Beatles. "Yoko era ingenua", le dijo John a Rolling Stone. "Ella entraba y pensaba que podía tocar con ellos como si fueran cualquier otro grupo".
Two Virgins salió en noviembre de 1968 y sigue siendo el disco más famosamente ofensivo de la historia; no por las canciones (no hay ninguna) sino por la tapa, con un desnudo frontal de John y Yoko. "Para nosotros era natural, si íbamos a hacer un disco juntos, estar desnudos", le dijo John a Rolling Stone. "Por supuesto, nunca antes había visto mi pito en la tapa de un disco".
El 18 de octubre de ese mismo año, John y Yoko fueron arrestados por la división de drogas de Scotland Yard. Poco después del arresto, Yoko sufrió un aborto natural. Cuando salió el Álbum blanco recibió elogios universales; devastada por el embarazo perdido, la pareja acudió a la heroína.
En medio del caos de 1968, hubo un momento de brillo: "Hey Jude", una canción que Paul compuso en una visita a la esposa y el hijo de John, para ver cómo estaban después de la dolorosa separación. Le llevó una rosa roja a Cynthia, un gesto amable que ella recordaría el resto de su vida. Para un Julian de cinco años llevó una canción. "Hey Jude" se transformó en el mayor éxito de los Beatles. La tocaron en la BBC, rodeados de fans alrededor del piano, con un in crescendo hasta el clímax de better-better-better, en su encuentro más cercano con un público en años. Get Back era un intento autoconsciente de recrear la calidez de ese momento, en el mismo estudio de televisión y con el mismo director, Michael Lindsay-Hogg.
Pero las sesiones fueron complicadas desde el principio. Por empezar, los autos los pasaban a buscar poco después del amanecer. Ninguno de los Beatles era madrugador. George más tarde se quejó: "Tengo que levantarme a las 8 y ponerme a tocar la guitarra". John y Yoko estaban reventados por las drogas. En vez de ir a Abbey Road, su club privado en el que podían armar caos a la hora que quisieran, estaban clavados en Twickenham Film Studio, rodeados de extraños con cámaras. Se reían mucho, pero también se peleaban horriblemente. Paul se estremece: "Cada mañana a eso de las 9, cuando tomo un té con una tostada, me da terror".
Llegaron con grandes canciones. El primer día, John llevó "Don’t Let Me Down" y "Dig a Pony"; y George tenía "All Things Must Pass". Paul transformó "Everybody Had a Hard Year" en su propia "I’ve Got a Feeling". "Get Back" empezó como una declaración política, "Commonwealth Song", defendiendo a los inmigrantes pakistaníes, un tema candente en Inglaterra luego de la cruzada antiinmigrantes del político racista Enoch Powell (Paul ya se había referido a la controversia en "Ob-La-Di, Ob-La-Da", una oda al estilo de vida de las familias inmigrantes de la India, la canción más explícitamente política del Álbum blanco). Después probaron canciones que luego evolucionarían para su siguiente disco, Abbey Road: "Something", "Her Majesty", "Oh! Darling".
Pero a los pocos días, Paul y George se estaban matando por un arreglo de guitarra. Paul dijo: "Me parece que lo que toco te molesta". George le respondió con desdén: "Voy a tocar lo que quieras, o no toco nada, si no querés que toque nada. Lo que vos quieras, yo lo hago".
Para el nivel de peleas de estrellas de rock, esta fue bastante mansa. Pero las cámaras lo volvieron peor. Al día siguiente, George dijo: "No quiero hacer ninguna canción mía en el show. Porque van a sonar para la mierda. Van a sonar como una obligación". Agregó: "Quizás deberíamos divorciarnos". Paul balbuceó: "Bueno, lo dije en la última reunión. Estamos cerca".
En cuanto mudaron las sesiones a Apple, el ánimo mejoró. Convocaron al tecladista Billy Preston como una influencia relajadora (como descubrieron cuando Eric Clapton apareció en el Álbum blanco, les resultaba más fácil comportarse bien frente a un invitado). La primera vez que Preston tocó con ellos, zaparon "Don’t Let Me Down" y John gritó imitando a un predicador: "¡Tuve un sueño esta tarde!". Después de un solo de Preston, quedó maravillado. John y George presionaron para que Preston se volviera un Beatle a tiempo completo, pero Paul se negó. "Ya es suficientemente difícil con cuatro".
Los Beatles debatieron incansablemente cómo hacer aterrizar este proyecto. Sabían que no estaría listo a tiempo para el show del 18 de enero que planeaban. ¿Pero dónde tocar estas canciones nuevas? ¿En una catedral? ¿Un hospital? ¿Un transatlántico? John se burló: "Me empieza a gustar la idea de un asilo". Se dieron cuenta de que la solución estaba encima de sus cabezas: en el techo. El recital en el techo fue el primer show en más de dos años, y sería su último. Nadie se dio cuenta de que haría tanto frío; por eso John y Ringo tuvieron que ponerse los abrigos de sus esposas. En el último minuto de "I’ve Got a Feeling", incluso los propios Beatles se sorprenden de lo bien que suenan. John no puede contener un espontáneo: "Fuck, yeah".
Como siempre, querían ir hacia delante. John tenía una nueva figura en su vida con la que estaba entusiasmado. De hecho, John le cedió el control completo de sus negocios a un extraño estadounidense, por escrito, a las pocas horas de conocerlo. John no veía la hora de que los demás conocieran a su nuevo manager: Allen Klein.
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Luego de la muerte de Brian Epstein, cuatro neoyorquinos intrépidos se metieron en el círculo más íntimo de los Beatles: una artista de vanguardia nacida en Tokio llamada Yoko Ono, una fotógrafa llamada Linda Eastman, un embaucador de la industria de la música llamado Allen Klein y un productor excéntrico llamado Phil Spector. Por más diferentes que fueran, todos compartían la confianza. A ninguno lo intimidaba la banda. A ninguno lo limitaban los modales británicos. Sus estilos toscos atraían a los Beatles y los volvían confiables. Los cuatro tuvieron impactos enormes en la química de los Beatles. Klein es el menos famoso, pero quizás sea el que haya tenido el rol más grande en su declive.
Klein pasó años en la industria de la música trabajando con artistas como Sam Cooke, y tenía una reputación desagradable. Había tenido a los Rolling Stones bajo su pulgar; y se había escapado con su catálogo. Pero Mick Jagger, probablemente sin muchos escrúpulos por el destino de sus rivales, no les advirtió nada. Según Paul, les dijo: "Está todo bien con él, si les gusta eso", y se lavó las manos. "En realidad, Mick nos lo presentó", le dijo John a Wenner en 1970. "Yo había escuchado muchos rumores horribles, pero no podía coordinarlos con el hecho de que los Stones siguieran con él y nadie dijera ni una palabra. Mick no es un tipo que se calle la boca, así que pensé que estaría todo bien".
John y Yoko se encontraron con Klein en el Dorchester Hotel. John, siempre a la busca de una nueva figura paterna, se enamoró. "Una persona que me conocía tan bien, sin haberme conocido, parecía que podía cuidarme", dijo él. Incluso Klein debe haberse sorprendido de lo fácil que fue convencer a John de cederle todo el trabajo de su vida. Fue el negociador británico más débil desde Neville Chamberlain. En cuanto Klein consiguió la firma, el destino del grupo quedó sellado.
Pero Paul desconfió desde el principio. "No firmé con Klein porque no me cae bien y no creo que sea el hombre para mí, no importa lo bien que les caiga a los otros tres", le dijo a Rolling Stone. Paul quería contratar a su suegro, Lee Eastman, rechazado por el resto del grupo, que firmó con Klein. La negativa de Paul enfureció a John. "Se estaba haciendo el difícil, como una maldita mujer". Las sospechas de Paul fueron validadas a principios de los 70, cuando sus compañeros tenían causas judiciales con Klein, quien además fue a la cárcel por evasión impositiva. "Al final, nos lo pudimos sacar de encima", dijo Ringo en Anthology. "Nos costó una fortuna".
Pero Klein se metió entre los Beatles. En el verano de 1967, estaban con el Maharishi; dos años después, estaban todo el tiempo con abogados y contadores. Como le dijo Lennon a Rolling Stone en 1970: "Llegó un momento en que Paul decía: ‘Hablá con mi abogado, no hablo más de negocios’ y quería decir: ‘Voy a tratar de arruinarte’".
Paul y Linda se casaron en marzo de 1969. Harrison y Pattie Boyd fueron a la recepción directo de la comisaría, donde los habían llevado los mismos policías que arrestaron a John y Yoko. Como John, George insistió en que los policías le habían plantado la droga. Cuando dijeron que le habían encontrado porro en el bolsillo, se ofendió. "Soy un tipo prolijo, no me gusta el caos. Pongo los discos en el mueble de los discos, el té en la caja de té y el porro en la caja del porro".
Cuando John y Yoko se casaron, él se puso el nombre de ella, transformándose en John Ono Lennon, un gesto radical en 1969. Pero John y Paul no eran como cualquier estrella de rock ordinaria que se casa; sus esposas nuevas eran independientes, artistas con carreras propias, mujeres que ya se habían casado y divorciado y tenían hijos. No había tantas estrellas de rock de su generación con una idea tan profética de sociedades entre hombre y mujer. Buscaban nuevos modelos de monogamia, por fuera del patriarcado nouveau-hippie. Cuando Mick Jagger desechó a Yoko y Linda (a Paul le gustaba citar a Mick), diciendo: "Yo no metería a mi mujer en la banda", esa era exactamente la mentalidad de la que John y Paul querían escapar.
John y Paul se reunieron para un single rápido, "The Ballad of John and Yoko", ni la primera ni la última vez que John exageraba, comparándose con Jesús. La grabaron como dúo (John en la guitarra, Paul en la batería), mientras George y Ringo estaban fuera de la ciudad. En el descarte publicado en la caja de Abbey Road de 2019, arrancan con una ocurrencia significativa. John dice: "Más rápido, Ringo". Y Paul contesta: "¡OK, George!". La base instrumental salía de "The Honeymoon Song", viejo tema que los Beatles solían tocar en sus días en The Cavern. Es un chiste interno entre John y Paul, uno que sabían sería ignorado por sus millones de oyentes, incluyendo a Yoko y Linda. Es una señal conmovedora de lo enamorados que seguían el uno del otro y de la banda.
Pero mientras John y Yoko estaban de luna de miel en Ámsterdam, haciendo su Bed-In-Peace de una semana, sufrieron un golpe duro: el publicista Dick James se aprovechó de su ausencia para empezar a venderle sus canciones a Sir Lew Grade sin que ellos pudieran opinar. Fue un desagradable recordatorio de que, más allá de sus ideales, los Beatles seguían siendo presas de los peores tiburones.
Los Beatles salieron de Get Back con Abbey Road. Siempre fue su disco más popular, sobre todo porque es el más cálido. John y George compusieron canciones autoconscientemente Beatles, como si supieran que jamás volverían a tener otra oportunidad. George sabía que estaba atrapado en sus habituales dos canciones por disco. Pero tuvo su revancha. Sus canciones ("Here Comes the Sun" y "Something") eran dos bendiciones de pop alegre que asustaron tanto a John y Paul que tuvieron que subir su propio nivel compositivo.
Como Yoko se recuperaba de un accidente de auto, John puso una cama de hospital en el estudio para que pudiera comentar y criticar. Una situación rara, claro, pero ¿para qué pelearse? Los cuatro Beatles hacían un esfuerzo por llevarse bien. "Nada de emociones difíciles", como dijo Paul. Ya soñaban con su éxito solista: "Give Peace a Chance", el cántico pacifista grabado por John y Yoko en una cama en un hotel de Montreal, fue un éxito del puesto Número Dos en el Reino Unido. A Ringo lo estaban preparando para un estrellato cinematográfico. Ya no veían los discos de los Beatles como su única oportunidad para expresarse. Cuando zaparon en "I Want You (She’s So Heavy)", fue la última vez que los cuatro tocaron juntos.
George hizo una música hermosa con el Radha Krishna Temple, produciendo su single "Hare Krishna Mantra". Cuando les preguntaron si llegaría al Número Uno, dijeron: "Más arriba que eso". John y Yoko armaron una proyección en Londres de sus películas de vanguardia, incluyendo Self-Portrait, de John, que consistía solo en un primer plano de su pene. Yoko se quejó: "A los críticos no les llega".
Cuando John les dijo a los demás: "Quiero el divorcio", nadie se lo tomó demasiado en serio. No era el primero en usar la palabra; tanto George como Paul habían hablado de "divorcio" en las sesiones de Get Back. Le pidieron que no lo dijera en público aún, pensando que sería otro capricho de John, como la reunión de Apple en la que apareció drogado y dijo: "Soy Jesucristo. He vuelto" (la respuesta de Ringo ese día fue: "OK. Terminó la reunión. Vamos a almorzar"). Los Beatles tuvieron otra conversación, grabada para la posteridad, donde se pelearon por cómo dividir las canciones de los próximos discos. Como dijo George: "Es un chiste: tres canciones para mí, tres para Paul, tres para John y dos para Ringo".
Paul huyó hacia su campo en Escocia, para cuidar a su hija recién nacida y tener un poco de paz. No lo consiguió. En otoño de 1969 hubo otro giro inesperado: el rumor de "Paul está muerto". Luego de que una radio de Detroit pasara el Álbum blanco al revés, los fans empezaron a analizar las letras en busca de pistas que dijeran que Paul había muerto, secretamente, en 1966. John llamó a la radio de Detroit para quejarse al aire: "Es el rumor más estúpido que haya escuchado. Suena como el mismo tipo que hizo explotar mi frase sobre Jesús". John, que quería promocionar "Cold Turkey" y su Wedding Album junto a Yoko, no tenía ganas de hablar de Paul. El supuesto fallecido se lo tomó con humor y le dijo a la gente de Apple: "Quizás sea la mayor publicidad que hayamos tenido, no voy a tener que hacer nada excepto seguir vivo". Pero en una nota de la revista Life sobre la controversia, Paul dijo: "Lo de los Beatles está terminado". La frase se publicó y nadie se dio cuenta.
Todo habría sido diferente si los Beatles se hubieran tomado una pausa, como después de Revolver. Tenían un gran disco (Abbey Road era su mayor éxito comercial) y muchos proyectos solistas. Tenían esposa e hijos. Podían desconectar el teléfono y desaparecer unos meses. Pero también tenían un nuevo manager comercial y él necesitaba un disco nuevo. Entonces Get Back se transformó en Let It Be, y los Beatles jamás se recuperaron.
Cuando pensás en alguien para mandar a una situación volátil, te imaginás a alguien como Billy Preston o el productor George Martin o incluso Ringo Starr; alguien que puede animar a todos, mantener la cabeza fría. Un jugador de equipo que no ponga demasiado de su ego en la situación. Un adulto. Un profesional. Un diplomático con paciencia, empatía y un sentido del tacto.
Los Beatles llamaron a Phil Spector.
No disparó ningún arma en el estudio. Ni siquiera le pegó a nadie. Para los niveles de Spector, se portó bien. Pero invitarlo a hacerse cargo de las cintas de Get Back era un sabotaje. A principios de 1970, lo último que necesitaban los Beatles era retomar las peleas del invierno anterior. Y la última persona que necesitaban era Spector, que había hecho sus brillantes discos de los sesenta dirigiendo su estudio como si fuera una dictadura. Era como invitar a Napoleón a invadir tu ciudad, siempre y cuando ordenara las cosas al irse.
Spector fue idea de Klein, pero John estaba de acuerdo. Trabajó con Spector en su single de enero de 1970, "Instant Karma", y le gustó cómo se había hecho cargo de todo, terminándola en un día. Como alardeaba John: "La compuse para el desayuno, la grabé para el almuerzo y la publicamos para la cena". "Instant Karma" llevó a John a Top of the Pops, la primera vez de un Beatle solista. Yoko estaba sentada en un banco tejiendo como parte de la banda, sin cantar ni tocar nada.
George Martin y el ingeniero Glyn Johns se pasaron 1969 jugueteando con las cintas de Get Back, compilándolas en discos que el grupo rechazaba. Pero Klein tenía necesidad de un producto fresco. Les había hecho firmar un contrato muy lucrativo, del que él participaba. Como explica Peter Jackson: "Klein necesita un disco de los Beatles, aunque se hubieran separado".
Spector llegó a Abbey Road en marzo y empezó a transformar las cintas en Let It Be, con pistas nuevas por todas partes. Cuando agarró "The Long and Winding Road", era un demo de Paul al piano, en el que John jugueteaba con el bajo. Spector decidió apilar arreglos orquestales cursis, pero dejó el arreglo inepto de Lennon en el bajo. Sigue ahí, en el disco terminado. A los dos minutos, podés escucharlo tratando de no reírse (sin lograrlo) del torpe arreglo de su compañero, en medio de la frase: "Me dejaste parado acá". A Paul no le consultaron sobre lo que haría Spector. Estaba a un par de cuadras en su departamento en Cavendish Avenue, jugando con su nuevo estudio casero, grabando cancioncitas en cuatro canales con Linda. Las canciones eran sobre todo sketches acústicos, con una balada clásica que grabó en Abbey Road, "Maybe I’m Amazed". Decidió lanzar las cintas como disco solista rápido, como si se burlara de lo lento que iba Get Back.
A Paul le encantaba la energía fresca y espontánea de sus grabaciones solistas, con el ingenio alegre de "Every Night", "Junk" y "That Would Be Something" (lanzará una edición por el 50° aniversario en septiembre, con una nueva masterización a media velocidad). Pero su plan era editarlo como McCartney la misma semana que saldría Let It Be. Era un conflicto obvio, especialmente porque Ringo estaba por sacar su propio disco, Sentimental Journey, cantando viejos standards como "Stardust" que había escuchado cuando era niño.
La situación requería una negociación delicada. Pero eso no pasó. El 31 de marzo, John y George mandaron a Ringo a la casa de Paul con una carta en un sobre que decía: "De nosotros para vos", donde le demandaban que retirara su disco. La carta termina: "Lamentamos que se haya dado así; no es nada personal". Al final, George agregó: "Hare Krishna". Paul se indignó y Ringo (siempre el mediador) volvió a los otros y los convenció de que Paul hiciera lo que quería.
Al día siguiente, Ringo estaba otra vez en Abbey Road grabando pistas para "Across the Universe", "I Me Mine" y "The Long and Winding Road". Los caprichos de Spector en el estudio llegaron al punto en que incluso Ringo tuvo que plantarse y pedirle que se calmara. Pero eso no era nada, en comparación a la ira de Paul cuando escuchó el disco. Como dijo George Martin: "Me enojó mucho y enojó aún más a Paul, ni él ni yo sabíamos nada hasta que ya estuvo hecho. Lo hicieron a nuestras espaldas, porque lo hicieron mientras Klein dominaba a John".
Klein y Apple estaban inflando Let It Be diciendo que era un "disco de la nueva fase de los Beatles". Cuando se acercaba la fecha de lanzamiento de McCartney, Paul preparó una gacetilla de prensa en formato preguntas y respuestas, donde anunciaba un "quiebre con los Beatles". ¿Por qué? "Diferencias personales, diferencias comerciales, diferencias musicales, pero sobre todo porque la paso mejor con mi familia. ¿Temporal o permanente? No lo sé". ¿Planeaba hacer más música con los Beatles? "No".
Los otros Beatles no parecieron disfrutar la sorpresa. Paul dijo estar sorprendido cuando la gacetilla llegó a las tapas de diarios en todo el mundo. Había dicho cosas así antes (los demás también) pero esta vez nadie se ocupó de negarlas. Lennon les dijo a unos periodistas: "Me alegró saber algo de Paul. Fue lindo saber que seguía vivo". George tuvo la respuesta más ingeniosa: "Parece que necesitamos un bajista".
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Pero no terminó ahí. Ninguno podía imaginar la vida sin los Beatles; no podían imaginar sus indulgencias solistas sino como un retruco al resto de la banda. "No tengo idea de si los Beatles van a volver a trabajar juntos", dijo John. Por ahora, la mayoría de su comunicación ocurría a través de la prensa. Pero aunque estuvieran peleándose en público, seguían hablando de la banda en tiempo presente. Un par de días después del anuncio de Paul, John le dijo a Wenner: "Los Beatles no tienen futuro desde hace dos años, para mí". Pero también insistía en que seguían siendo los Beatles. "Es un simple hecho: no puede hacer lo que quiere, entonces causa un caos", dijo John. Según él, Paul no podía renunciar; era, después de todo, su banda: "Siempre se enojó. No aparecía en las reuniones. Siempre fue igual, solo que ahora es más grande, porque somos más grandes. Es el juego de siempre".
Incluso George, el eterno insatisfecho de la banda, seguía hablando del futuro. A principios de mayo, hizo una entrevista para una radio en Nueva York. Cuando le preguntaron por la tensión entre John y Paul, se mantuvo tranquilo. "Creo que hay un poco de maldad", dijo. "Son malvados el uno con el otro. Infantiles". Pero a la hora de hablar de negocios, George se puso corporativo y dijo que la resistencia de Paul a Klein era "un problema personal que van a tener que resolver". ¿Por qué? "Lo cierto es que votamos y perdió, y somos una sociedad", explicó George. "Tres a uno, y si no le gusta, es una pena. Porque vamos a tratar de hacer lo mejor para los Beatles o lo mejor para Apple. No estamos tratando de hacer lo mejor para Paul y sus suegros". Hablando como un hombre de la compañía, George tenía una perspectiva optimista. "Desde mi punto de vista, nunca estuvo mejor que ahora", dijo, sin mucha convicción. "Las compañías están en buena forma. Apple Films, Apple Records".
George insistió en que los Beatles seguían siendo un grupo; solo que necesitaban tener también trabajos solistas. "Creo que es mejor si tenemos nuestros propios discos. Así no tenemos que ceder. Paul quiere hacer sus canciones a su manera. No quiere hacer sus canciones a mi manera. Y yo tampoco quiero hacer mis canciones a la manera de ellos. Después de que cada uno termine un disco o dos, esa curiosidad se habrá saciado".
Desplegó un futuro difícil pero realista que los Beatles podrían haber tenido. Esta era otra pelea que se podía resolver, nada diferente de los últimos diez años. "Todos tenemos que sacrificar algo chico para ganar algo muy grande. Y hay mucha ganancia en grabar juntos; tanto musical como financieramente y también en lo espiritual. Lo menos que podemos hacer es sacrificar tres meses del año, hacer uno o dos discos. Creo que es muy egoísta que los Beatles no graben juntos".
La película de Let It Be se estrenó en Londres el 20 de mayo de 1970. Ninguno de los Beatles fue ni avisó si iría. Se reunió un público enorme para verlos en Piccadilly Circus, pero en cambio se encontró con un montón de VIP: las ex de los Beatles Cynthia Lennon y Jane Asher, Richard Lester, el director de A Hard Day’s Night, un par de Hare Krishnas, un par de Rolling Stones. Los cuatro Beatles jamás se reunieron a ver la película ni escuchar el disco. Los cuatro Beatles nunca se volvieron a ver las caras.
Get Back saldrá finalmente en el verano de 2021 en el hemisferio norte, pero no tendrá un final feliz. Las preguntas seguirán en el aire, sobre todo si su separación podría haber sido un error temporal. "Let It Be es una pequeña imagen de esa época", dice Jackson. "Pero las grabaciones habían pasado por Phil Spector; había llegado Allen Klein; los Beatles se habían separado. La música era de enero de 1969, pero vista a través de ese lente".
El máximo misterio de los Beatles, que ningún film resolverá, es qué hace que gente de todo el mundo, de todas las generaciones y culturas, se siga escuchando a sí misma en esta historia, 50 años después. Jackson, que pasó su carrera trabajando con mitos culturales, no puede explicar este. "Son íconos porque la música es majestuosamente buena. No importa si son dos, cuatro u ocho canales; en esas canciones hay alegría y en décadas y décadas no se va a apagar. Esa alegría contagiosa ahora es parte de la psique humana".
Desde Rolling Stone USA
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