El estilo de Adriana Varela
Recital de Adriana Varela. Presentación del disco "Más tango". Músicos: Marcelo Macri (piano y dirección musical), Bernardo Baraj (flauta y saxos), Horacio Avilano (guitarra), Marcelo Torres (bajo y contrabajo), Walter Castro (bandoneón), Damián Bolotín (violín). El sábado, en La Trastienda (Balcarce 460). Próximas funciones 27 y 28 de julio, a las 23.
Nuestra opinión: bueno.
El show abre con "Anclao en París", un tema que en las últimas presentaciones de Adriana Varela se convirtió en favorito. Pero luego seguirán otros que publicó en "Más tango", su última placa. Porque este ciclo de actuaciones también es buen motivo para presentar el material.
Con este álbum, la intérprete se aseguró el éxito de antemano al contar con músicos de primera línea que grabaron con ella y se encargaron de los arreglos: Leopoldo Federico, Néstor Marconi, Osvaldo Berlingheri, Rodolfo Mederos y Juanjo Domínguez. Y, al mismo tiempo, se arriesgó a que de esa suma de talentos resultara un trabajo de gran calidad, pero con estilos muy distintos.
Afortunadamente, las catorce piezas incluidas responden a una misma estética, permiten que su voz se conduzca relajada a través de la melodías y ponen en su trayectoria uno de los mejores discos que hasta ahora completan su catálogo.
Sobre el escenario no aparece ninguna de las figuras que participaron en el CD. En cambio, hay un grupo de muy buenos músicos, que la acompaña desde hace varios años.
Quizá lo diferente sea la voz de Varela. Parecería que la situación es el incentivo de lo que sale de su garganta, una de las principales particularidades. Porque su garganta no cuenta con algunos elementos que son herramientas válidas para otras cantantes. Maneja un registro que debe apoyarse en el susurro para alcanzar agudos y prescinde del vibrato. Por eso siempre recurre a las notas breves. En cambio, marca su sello personal en la tesitura, la polenta y un leve matiz ronco que se escucha mientras recorre las partes baja y media de las melodías. Porque, al momento de comparar, en general, el oído común tiende a encontrar primero el toque personal en el timbre y el fraseo, y mucho después lo que deriva de un recurso técnico. Seguramente, esto es algo que Varela sabe. Por eso, con ese vozarrón interpreta más de lo que canta.
Respecto del disco, la mayor diferencia es que allí muestra un rango de intensidad mas acotado, mucha calidez y soltura en las líneas melódicas. Sobre el escenario canta con todo el cuerpo e impacta en los oídos del público con la vehemencia de las frases. Dice con ganas y pone el tono imperativo cuando las palabras mandan. Ni siquiera necesita de la coda para alardear con un sólido final.
Para esto, mucho tienen que ver la elección del repertorio, las historias y sus personajes. Porque con ese fraseo aguerrido denuncia a la pobre mina de "Pompas" que entre giles se siente Mimí Pinzón, justifica a los vecinos ("por eso es que bailan /los cosos de al lao"), enumera "Las cuarenta", enfrenta a ese "Muchacho" y más tarde increpa a los pitucos, en "Así se baila en tango", y a la percanta de "Mi noche triste".
Claro que el decir impetuoso no tiene lugar en todas las piezas. Entonces toma una silla, se sienta y recurre con inteligencia a retocar la instrumentación para cambiar climas y bajar decibeles sin modificar los yeites vocales. Lo hace en "Afiche", donde combina el staccato de las guitarras con las notas breves de su voz, en la introducción de "Fruta amarga", en la "Milonga del pelo largo", en duetos con el bajo de seis cuerdas de Marcelo Torres o en la bella "Con la frente marchita", de Sabina. Y cuando se aproxima al final, vuelve a la carga con "Muñeca brava" (para hacerse cargo de los piropos que varios señores le dispensan casi desde el comienzo del show), con "Barrio de tango" y con toda la vehemencia que define a su estilo.