Guns N’Roses: el enojo de Axl Rose con Slash por Michael Jackson, la inyección que resucitó al guitarrista y la pelea que duró 20 años
Este viernes Guns N’Roses volverá a tocar en el Monumental, el escenario de sus más grandes shows en el país; la dupla Axl-Slash atraviesa un gran presente, luego de superar décadas de diferencias, separaciones y dardos envenenados
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Es casi una verdad tallada en piedra: toda banda de rock dispuesta a hacer historia tiene que estar liderada por un binomio de personalidades tan carismáticas como antagónicas entre cantante y guitarrista. Ejemplos sobran: Mick Jagger y Keith Richards en The Rolling Stones, David Lee Roth y Eddie Van Halen en Van Halen; Liam y Noel Gallagher en Oasis, Steven Tyler y Joe Perry en Aerosmith... y la lista sigue. Pero Guns N’ Roses llevó las cosas más allá: la volatilidad entre Axl Rose y Slash fue la fuerza que mantuvo la llama encendida, hasta que todo terminó volando por los aires, lo que dio lugar a años de fuego cruzado y, finalmente, a una de las reuniones más inesperadas del mundo rockero.
Aunque las fricciones entre el vocalista y el guitarrista parecían ser el combustible que hacía funcionar a una maquinaria que arrasaba con todo lo que se ponía en su camino, las cosas tomaron un giro inesperado a mediados de los noventa. Aunque el lugar común indica que Slash se fue del grupo por diferencias “creativas y personales” con Rose, las tensiones iban más allá. El primer punto de quiebre apareció cuando Slash aceptó participar en el álbum Dangerous, de Michael Jackson. De acuerdo al ex manager de la banda, Doug Goldstein, la decisión despertó asperezas dado que Rose había sido abusado por su padre cuando era un niño y creía firmemente en que las acusaciones contra Jackson eran ciertas. “Desde su punto de vista, ese era un problema. Él podría ignorar los excesos con drogas y alcohol, pero no algo relacionado con el abuso infantil”, dijo a Rolling Stone Brasil.
En 1995, Slash y el resto de la banda (con la excepción del tecladista Dizzy Reed) se retiraron del grupo, y ahí fue donde Rose contó su versión de los hechos. En diálogo con Spinner, definió a su excompañero como “un cáncer”, y luego agregó que tanto él como el bajista Duff McKagan “dañaron mis habilidades como compositor. Al momento de hacer la gira de Use Your Illusion, ambos me decían: ‘Sos un idiota, un perdedor’. No compuse por años porque me sentí dañado por mucho tiempo”. Con pocas ganas de firmar algún tipo de armisticio, Rose también manifestó que no le gustaba la manera de tocar de Slash, a quien acusaba de estar perdiendo el foco por sus adicciones, no sin antes calificarlo como “una prostituta en busca de atención”.
Otro de los desencadenantes de la crisis se materializó un año antes del éxodo de varios de los integrantes de Guns N’ Roses. Mientras todas estas crisis ocurrían puertas adentro, y con el grupo alejado de los escenarios, la banda publicó The Spaghetti Incident?, un álbum de covers en el que la dirección creativa estuvo concentrada en Rose, a quien Slash acusó de tomar dominio de la banda, en una suerte de golpe de Estado. “No es que me fui de la banda, se trató de no querer ser parte de la banda que Axl estaba armando”, explicó el guitarrista a CNN en 2012. “Me dieron un contrato para unirme al nuevo grupo que él había armado, y ese fue el límite para mí”.
La escalada tuvo también momentos inesperados. En 2001, Guns N’ Roses se presentó en Rock in Rio con una nueva formación, en lo que fue su segundo show en siete años y medio (y el primero desde su última presentación masiva, el 17 de julio de 1993 en el estadio de River). Aunque el grupo no tenía programada una fecha en la Argentina, Rose viajó a Buenos Aires a pasear en modo turista de incógnito, hasta que de a poco sus fans notaron su presencia en la ciudad. El cantante evitó el contacto con ellos, hasta que una tarde hizo pasar a algunos de ellos al sector de la pileta del hotel donde se hospedaba y, una vez allí, repasó varias historias de sus compañeros de banda, incluyendo una sobredosis de Slash en la que, según sus palabras, “hubo que resucitarlo con una inyección en el corazón, como a Uma Thurman en Pulp Fiction”.
La primera señal de cambio apareció en 2012, cuando Guns N’ Roses fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame. Tanto el público como la prensa especularon con una posible reunión entre la formación de ese momento con los integrantes de sus dos formaciones clásicas, pero esa posibilidad se terminó disipando poco antes de la ceremonia. Si bien al acto asistieron Slash, McKagan y los exbateristas Steven Adler y Matt Sorum, Axl Rose decidió darse de baja aludiendo que sería “una situación complicada y rara”. Ante este escenario, el guitarrista se apuró a bajarle los humos a una posible reunión. “Todo el mundo me pregunta qué va a pasar, y saben tanto como yo. Siento que estoy obligado a ir, y me encantaría ir a tocar, pero por la razón que sea eso es algo que no va a ocurrir”.
Sin embargo, lo que parecía imposible se concretó en 2015, cuando llegó el anuncio de que Guns N’ Roses tocaría al año siguiente en el festival de Coachella, con una formación liderada por Rose, Slash y el bajista McKagan. De acuerdo a los involucrados, una llamada telefónica fue suficiente para recomponer la situación y eliminar toda connotación negativa. “Fueron veinte años de no hablar y de dejar que esta mala sangre fuese perpetuada por los medios. Se volvió algo más grande de lo que realmente era, así que está bueno que eso haya quedado en el pasado”, le dijo el guitarrista a USA Today. Más adelante, incluso llegaría a declararle al diario The Guardian que gran parte de su conflicto había sido “producto de un malentendido”. Si bien el guitarrista no estaba del todo seguro de emprender este regreso, aseguró que la experiencia de tocar juntos en Coachella fue “algo mágico, una experiencia por demás positiva”.
La versión renovada de Guns N’ Roses pasó dos veces por la Argentina (con escalas en Córdoba y River en 2016, y acompañados por The Who en La Plata al año siguiente), y tendrá su tercera cita con el público local este viernes, de nuevo en el Monumental. Después de años de aferrarse a las piezas claves de su pasado, a finales de septiembre del año pasado, el grupo publicó “Hard Skool”, la primera canción en casi tres décadas en tener a Slash y Axl Rose en un mismo estudio, a la que le siguió “Absurd”, lanzada este año. La aparición inesperada de estos dos singles despertó en el público gunner la ilusión de un nuevo disco de estudio, algo que los propios involucrados de alguna manera alimentaron al sostener que, si bien no existe el plan concreto, los Guns ya cuentan con “un disco entero lleno de material”.
La clave para todo esto sigue siendo una química que hasta hace menos de una década era impensada. “Cuando nos reunimos, Axl y yo superamos esta gran carga de negatividad que veníamos arrastrando por años y años”, contó Slash a Classic Rock a principios de año. Y agregó: “Fue una conversación bastante simple y corta la que tuvimos. En todos estos años que estuvimos separados, él se volvió súper profesional y nunca hizo un movimiento en falso durante todo este tiempo. Es genial, hay una especie de sinergia dando vueltas en los últimos seis años que nunca tuvimos en nuestra primera encarnación”.
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