La cantante tropical, que se presenta este viernes en Sur en Vivo, habló con LA NACION sobre su relación tormentosa con su expareja y exmanager; su debut en la actuación y sus ganas de seguir creciendo en la música
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Ángela Leiva apostó fuerte al 2021: la cantante de música tropical además de aceptar ser parte de “La Academia” de ShowMatch debutó como actriz en La 1-5/18, la nueva ficción de Polka en la que encarna a Gina, una vecina del barrio.
Después de meses intensos, en los que siguió haciendo shows en paralelo, dijo basta y renunció al ciclo conducido por Marcelo Tinelli. Desde su casa temporal en Núñez, habla con LA NACION antes de presentarse este viernes en Sur en Vivo, en Pompeya. Aún le quedan shows, ahora con aforo completo, en Jujuy y Salta y no tiene planes de parar al menos hasta marzo. Entre el desafío de ser una nueva estrella de televisión, con besos de ficción y rumores de pareja incluidos, su pasión por la música tropical y su lugar como mujer en un mundo de hombres, la artista hace un repaso de su carrera y cuenta cómo llegó a coquetear con la actuación y cómo la reciben en su Tandil natal. “Tiene una presión extra, es difícil ser profeta en tu tierra, como dicen, pero tengo la suerte de que me va muy bien y todos están felices de verme arriba de un escenario”, dice.
Pero claro, como tantas historias, la de Ángela también tuvo claroscuros, y a pesar de haberse liberado de parte de ese pasado que la oprimió, aún tiene algunos asuntos que resolver con su expareja y mánager, de quien se separó hace 4 años. Y si bien reconoce que haber empezado su camino en solitario le ha dado sus recompensas, como ser reconocida por el disco Reina, con un premio Gardel, también cuenta que ha tenido que aprender a plantarse y a que la respeten a ella, por fuera de lo que era su sociedad con su ex.
-Arrancaste haciendo música pop y terminaste siendo una de las referentes de la movida tropical, ¿Cómo fue ese camino?
-En mi casa siempre se escuchó música muy variada, pero la cumbia era como el himno. Cuando me mandé a cantar, cantábamos baladas con unos amigos. Cuando fui más grande conocí a una banda del barrio y me integraron y empecé a cantar cumbia. Empecé cantando covers de Gilda, de Karina, de Dalila y después la banda se disolvió por temas de la vida y apareció Pasión canta, que fue el concurso que gané y grabé mi primer disco como solista de cumbia. Y así arrancó mi carrera como profesional.
-¿Alguna vez pensaste en sacar un disco de baladas?
-Siempre hice de todo un poco, balada, pop, bachata, salsa, hice de todo. La verdad es que me doy el gusto de hacer todo lo que me apasiona. Siempre tengo la ilusión de hacer otra música, pero paralelamente a la cumbia. Nunca pensé en dejarla, me parecería muy ingrato de mi parte porque mi carrera se formó en la movida tropical y no reniego de eso, no reniego de hacer cumbia.
-¿Cómo fue ser mujer en este ambiente “de hombres”?
-La verdad, a mí me da orgullo crecer y ser mujer en la movida tropical. Ser mujer simplemente en cualquier ambiente siempre es difícil, en cualquier rubro, y la verdad que nosotras como mujeres, te hablo en plural porque somos varias, hemos hecho historia, empezando por Gilda; a nivel internacional, Selena. Gilda nos ha marcado un camino, nos ha dejado un legado. Vivió una época muy difícil, en los 90, cuando aún el machismo estaba mucho más instalado que hoy. Hoy las mujeres tenemos voz y las redes sociales nos han ayudado a llevar nuestra voz mucho más lejos y fuerte, pero en ese momento era como todo muy hermético. Creo que nosotras lo llevamos con mucho orgullo el hecho de ser mujer y, bueno, con cada una que hables vas a tener una historia tan distinta como similar porque somos mujeres en el mismo ambiente.
-En tu caso particular, ¿sentiste que ser mujer te sacaba posibilidades?
-Al principio cuando empecé me sentía una inexperta total y ser mujer me hizo sentir muchas veces vulnerable, mucho más vulnerable ante ciertas presiones. Gracias a Dios estaba acompañada por mi papá que no me dejó nunca ni a sol ni sombra. Él era también un inexperto, no conocíamos el ambiente, no teníamos idea de nada. Después, de más grande, sentí que también me perjudicó. En realidad, no voy a decir que me perjudicó porque sería minimizar el hecho de ser mujer, pero obviamente que estamos a veces más expuestas que un hombre. En mi caso, estuve en pareja con una persona que durante 8 años fue parte de mi vida sentimental y, también, profesional. Él manejaba mi carrera, mi economía, todo, e hizo conmigo lo que quiso. Seguramente, si hubiera sido varón no me hubiera pasado. Entiendo también que las cosas pasan porque tienen que pasar, hoy soy la mujer que soy gracias a todo lo que viví. Miro las cosas desde otro lugar con la cabeza que tengo hoy. Entiendo que a veces es difícil, pero eso se está terminando un poco, estamos luchando para que las cosas sean diferentes.
-Es un momento de mucha unión...
-Nosotras tendríamos que llevar bien alto el orgullo de ser mujer y de estar unidas porque la competencia no sirve para nada. Al contrario, resta.
-La cumbia debe estar llena de historias, así como pasó con los abusos en el rock que un día vieron la luz...
-No quisiera estigmatizar a la movida tropical como que esas cosas pasan solamente en la movida, ni a la música, pero que pasa, pasa; obvio que pasa. Soy una resiliente de una situación así. Las mujeres hemos sido víctimas de un sistema que siempre nos llevó a un lugar de mierda.
-Aún así, lograste hacerte de un lugar y después de muchas nominaciones, ¡ganaste tu primer premio Gardel!
-Ganarme le premio Gardel fue simbólico porque estuve nominada varias veces con discos anteriores. El hecho de estar nominada con este disco, La reina, que ganó, que fue el disco en donde hago bisagra en mi vida, como profesional, porque es el primer disco que produje íntegramente yo, y ganarlo fue como: “Wow, era por acá”. Fue como un premio a todo, a todo lo que hice como mujer también. A partir de ahí, hace como 4 años, que me manejo sola, tengo un equipo de gente, pero la cabeza la pongo yo. No es tarea fácil porque por más que sea una mina resiliente, empoderada, haber vivido todo lo que viví, también me sigo manejando en un ambiente que está lleno de hombres... Entonces hay que poner los ovarios sobre la mesa y tener bien claro lo que uno quiere y que nada ni nadie te tiene que venir a torcer nada. Es difícil, pero se puede.
-¿A raíz de la separación, te costó trabajar en la escena sin él?
-Sí, fue tremendo, porque él me hizo la vida imposible. No se quedó en la casa deprimido. La que estaba deprimida y llorando era yo, pero tenía que seguir igual. Encima luchar contra esa violencia psicológica y laboral que él ejerció sobre mí durante muchísimos años. En el post, la violencia cambió de sentido; él cada vez que podía me trababa, me ensuciaba la cancha. El proceso fue largo porque había una violencia psicológica tal que me llegaba a decir que yo no era nada sin él, porque él manejaba todo. Me costó mucho salir de ese lugar. Estuve 8 años de los cuales los últimos 3 no estaba más enamorada, ni interesada en estar al lado de él, como pareja, pero estaba atrapada en una psicológica descomunal.
-¿Cómo lograste salir de ahí?
-El tiempo, las ganas, la decisión de salir, las terapias. Hice muchas alternativas como constelaciones familiares, que me ayudaron a entender la vida desde otro lugar. Hoy también tengo otra edad, cuando lo conocí tenía 21 años, hoy, con 33, miro para atrás y digo: “Sí, me pasó todo eso, obvio, aprendí, y elijo no hacerlo más”.
-¿Cortaste totalmente el vínculo?
-Siguen habiendo temas judiciales por resolver, pero no le he visto más la cara. No le sigo el ritmo, pero él sigue estando para molestarme, él sigue teniendo control sobre mis derechos digitales. Cobra dinero de mi música. Tiene cosas materiales que son mías, hay todo un “imperio”, un estudio de grabación que nos pertenece a los dos y yo no me llevé nada porque prioricé mi bienestar psicológico cuando me fui y le dejé todo. Pero bueno, lo material es lo de menos, pero cuando te corresponde, te corresponde, así que ya lo recuperaré.
-¿Estás soltera ahora?
-Así es.
La 1-5/18: el debut como actriz
Ángela miraba novelas de chica (“en mi casa somos muy noveleros”) y jugaba a actuar, tenía ese gen escondido. Según cuenta, de niña era más extrovertida, la adolescencia la encontró tímida, algo que tuvo que erradicar para dedicarse a la música. Doce años después de arrancar su camino en la movida tropical, un llamado por teléfono le abrió un nuevo universo: la convocaban para hacer un casting para una tira de Polka.
“Fui de caradura”, cuenta. Y así, de caradura, quedó seleccionada y hoy es parte del elenco de la única tira nacional que está al aire en el momento. Ella es Gina, una mujer fuerte y referente en el barrio la Peñaloza, que trae del pasado, como Ángela, algunas marcas. “El personaje me encantó cuando lo leí por primera vez porque es una mina que tiene una historia heavy y que es resiliente de una historia complicada. Tuvo un intento de violación del cual se quiso defender y por defenderse la justicia la metió presa. El sistema, ser mujer, cómo nos llevan a ese lugar... Tengo la oportunidad de desarrollar una lucha como mujer empoderada”, dice.
-¿Cómo estás viviendo tu primera experiencia como actriz?
-Muy contenta. Estoy disfrutando de esta experiencia como actriz, aunque me cuesta decirlo, porque siento que estoy jugando a ser actriz y que algún día lo seré. Mi idea es continuar con este camino que empecé porque me encantó. Era algo que tenía guardado, como escondido, hasta que llegó el llamado de Polka. Estoy aprendiendo mucho. Llevamos muchos meses grabando, tengo unos compañeros de oro, con mucho talento, trayectoria, un elencazo.
-¿Cómo fue ese llamado?
-Lo que me dijo Adrián [Suar] fue que me tenía vista desde hace mucho tiempo, él pensaba que era actriz. Habrá sido por esa parte mía de caradura y esa experiencia de tantos años de estar frente a una cámara, de un escenario. Cuando me hicieron el casting pensaban que era actriz y les dije que no. Me preguntaron cómo me estaba preparando y les dije que en el espejo y se rieron. Ahí me dijeron que querían que estuviera en la novela. Fue impensado, como un sueño.
-El personaje canta tus canciones y hasta hiciste un tema para la novela, es como si los mundos de Ángela y Gina se entrecruzaran...
-Hace unas semanas empezó a sonar “Amor prohibido”, que es una canción que yo compuse con mi productor para la historia de amor de Gina, que es obvio que gusta de Bruno [encarnado por Gonzalo Heredia]. Un día me levanté inspirada y dije: “Quiero escribir una canción para la historia”. Se la mostré a Adrián, le encantó y así nació.
-¿Cómo vivís las repercusiones que se generan con la novela? El beso con Bruno fue TT...
-Creo que la gente no se lo esperaba porque hay como una polémica porque nuestros personajes son pseudo hermanos. Hasta que se dieron cuenta de que era una alucinación de Gina pasaron como tres días. Está buenísimo lo que se generó, uno lo hace para que la gente se vuelva loca.
-¿Fue el primer beso de ficción que diste?
-Sí, el primero. Todas estas escenas fueron durante el primer mes de grabación. Fue un curso aceleradísimo, porque hubo escena hot y escena dramática, murió el papá de Gina. Esa fue una situación movilizante porque mi viejo falleció hace poquito y tuve que grabar esa escena. Todo se entrelazaba.
-¿Te daba cosa el beso?
-A ver... estaba cagada, nerviosa. Gonzalo es divino, un gran compañero, muy respetuoso. Cuando leí el guion dije: “Ay, ¡la pu… madre!”. Lo hago, no tengo drama, soy para adelante, pero fue bastante movilizante por la vergüenza. Encima con Gonzalo, que es un galán consagrado, yo soy una 4 de copas al lado de él. Se dio muy bien, creíble, así que eso hace que me sienta orgullosa de mi laburo. Es toda una coreografía. En realidad, es bastante frío, muy hisopado todo.
-También se dijo que tenías un romance con Esteban Lamothe...
-Lo charlamos mucho y nos reímos del tema. Cada vez que nos sacamos una foto juntos decimos: “La parejita del año”. Esteban es lo más, así como todo el elenco, Agustina Cherri, Gonzalo, Leonor Manso, Leticia Brédice, Romina Gaetani; todos son muy buenos compañeros y creo que eso traspasa la pantalla.
-¿Qué hay de cierto en que existe una pica entre consagrados y debutantes?
-Para nada. Cada vez que le digo a Agustina que la veía en Chiquititas se siente mal porque parece que tuviera 300 mil años. Empezó tan chiquita, tengo la mejor con Agus, con todos. Con El Polaco nos reímos de ser los nuevos. No tenemos muchas escenas juntos, pero cuando las tenemos no puedo parar de reírme.
-Se habló mucho de los estereotipos dentro del barrio, ¿Cómo se viven puertas adentro las críticas a la ficción?
-Creo que es difícil por ahí encontrar una ficción que cuente historias de amor en el contexto de barrio popular. Lo que se ha contado hasta ahora en un contexto más de bajos recursos, si querés llamarlo así, fue en la cárcel, en producciones como El marginal. No sé, pero historias de amor no se han contado mucho. Por ahí esa parte es difícil de ver. Que critiquen, que hablen, está buenísimo. Me acuerdo de novelas como Avenida Brasil, que fue un éxito y nadie la criticaba, a todo el mundo le encantaba. Creo que somos muy críticos con lo nacional, muy malos con lo nacional.
-Quizá la gente quería ver algo más rosa, que no tenga drama en el contexto de la pandemia...
-También se está contando una realidad que sucede en la villa que es la violencia, la droga, las bandas, las guerras que se generan en ese submundo. Molesta, porque molesta al ojo, molesta la realidad de lo que sucede y que también es ficción y a veces se cuentan las cosas más suaves o más picantes.
-Una de las críticas más habituales es la de quienes sostienen que los barrios no son así...
-Hay barrios y barrios. Yo nací en un barrio popular, pero un barrio divino. La uno es un barrio de ficción que está contando una historia de barrio popular. Tampoco se ponen a pensar que es una apuesta súper interesante donde vuelve la ficción, donde en un contexto complicado se hace una inversión enorme en una mega producción, pero bueno.
Ángela Leiva está viviendo en Núñez, pero en realidad su casa está en La Plata. Cambió de domicilio para estar más cerca de los estudios de Don Torcuato, donde se graba la ficción y también “La Academia”, el ciclo de eltrece al que renunció semanas atrás.
-¿Cómo fue la salida de La Academia?, ¿Cómo quedaron las cosas con la producción y con Marcelo Tinelli?
-Excelente, todo muy bien. Me trataron siempre muy bien, simplemente tomé la decisión de irme porque no lo estaba disfrutando, por un tema mío de salud. Estaba haciendo muchas cosas a la vez, la tira diaria, con un mínimo de 6 a 10 horas de grabación, estuve con los ensayos de lunes a lunes para “La Academia”, más los programas... No sé cómo hice, la verdad. Lo disfruté mientras duró. Tomé la decisión de hacer las dos cosas a la vez cuando me embarqué en los dos proyectos, pero jamás se pensó que ShowMatch iba a ir tan rápido, con tantos ritmos semanales. De hecho, eso me complicó bastante, me demandaba más horas. Llegó un momento que colapsé.
-¿Las palabras de Jimena Barón [quien la increpó por buscar un reemplazo para el baile del caño] te empujaron?
-No, para nada, yo ya había tomado mi decisión hacía rato. Quedaron bien las cosas, hablamos por Instagram pero no hablé más después. Pero sin rencores, para nada, es un show también. No pasa nada.
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