El dilema de AC/DC: extinguirse o cambiar de piel
Existen grupos cuya rigidez parece inquebrantable, como tallados sobre una piedra milenaria que los hace inmunes al paso del tiempo. Bandas con décadas de trayectoria se perfilan como una institución histórica capaz de sortear cualquier tipo de adversidad, hasta que un día las grietas comienzan a hacerse visibles y el desmoronamiento es tan paulatino como inevitable. Los australianos AC/DC pueden dar fe de eso, con un derrotero de deserciones y bajas en los últimos dos años que no hacen más que perfilar un cielo plomizo para sus seguidores.
Formada por los hermanos Angus y Malcolm Young en 1973, la banda tuvo una serie de cambios y rotaciones de integrantes hasta encontrar su primera formación estable para su álbum debut en 1975, en una formación liderada por Bon Scott. Cuando el vocalista falleció en 1980, el futuro del grupo parecía complicado, pero las cosas estuvieron lejos de eso. Con la llegada del cantante Brian Johnson, los australianos se volvieron una institución del hard rock en un viaje que comenzó con la publicación de Back in Black y que tuvo una escalada a fenómeno de estadios como parte de un ascenso sin límites.
Pero todo lo que sube tiene que bajar. Desde 2014 a la fecha, AC/DC sufrió una serie de bajas por los más diversos motivos, que pintan un escenario más que complicado para su desarrollo futuro. En abril de 2014, en medio de rumores de disolución del grupo, el guitarrista Malcolm Young anunció su retiro, víctima de una demencia que afectó sus funciones cognitivas. Con su sobrino Stevie como reemplazo, la banda australiana se embarcó en una gira mundial para presentar su último disco a la fecha, Rock or Bust, pero los problemas no tardaron en regresar.
Pocos días antes de la publicación del álbum, el baterista Phil Rudd tuvo que afrontar prisión domiciliaria mientras esperaba su llamado a juicio por intento de asesinato y amenazas de muerte a dos personas, sumadas a la posesión de marihuana y metanfetamina en su casa. Mientras el músico afrontaba sus problemas con la ley, sus compañeros acudieron a Chris Slade, quien ya había reemplazado a Rudd entre 1989 y 1994 por el mismo motivo por el que fue convocado dos décadas y media después.
Con el barco ya averiado, AC/DC encaró su tour esperando no padecer más sobresaltos, pero la tranquilidad duró poco. En medio de la gira, al cantante Brian Johnson le diagnosticaron un problema auditivo por el que debía suspender toda actividad de inmediato. Pero, tras suspender diez fechas, sus ex compañeros decidieron seguir adelante, con un tal Axl Rose cumpliendo el sueño de todo fan al pasar a hacerse cargo del micrófono. La invitación dividió las aguas: de un lado estaban quienes creían que la elección era la mejor manera posible de conservar el legado de AC/DC en tanto institución rockera todoterreno; del otro, una cantidad de seguidores que se sintieron traicionados, como lo dejaron en claro las decenas de miles de espectadores europeos que pidieron el reembolso de su dinero al enterarse quién iba a reemplazar a Johnson en la gira por el viejo continente.
Con Rose como un correcto reemplazo para un puesto difícil, todo parecía haber vuelto a la normalidad, hasta que esta semana el avispero volvió a agitarse. Después de meses de rumores y especulaciones, el bajista Cliff Williams anunció a través de un video subido al canal oficial de AC/DC en YouTube su renuncia al grupo tras el último show de la gira de Rock or Bust, el martes pasado. El músico, que se sumó a la banda en 1977 y se mantuvo estoico en su puesto hasta la fecha, declaró frente a las cámaras que, después de tantos años en la ruta y en el estudio, ahora había llegado su hora de dar un paso al costado y dedicarse a su familia.
Ante este panorama, Angus Young, el guitarrista - emblema de la banda permanece como único integrante de un grupo ahora compuesto por suplentes, familiares y reemplazos estelares. La deserción de Williams plantea un interrogante poco fácil de digerir para la banda australiana y sus seguidores: ¿Hasta qué punto es válido seguir recurriendo a sustitutos para mantener en pie una institución de la que solo queda un miembro original? A diferencia de lo que ocurrió con Johnson, Rudd y Malcolm Young, esta vez la banda no comunicó cómo seguirán las cosas después del anuncio de Williams. Quizás todavía estén buscando la suplencia correcta, o quizás esta haya sido la última estocada necesaria para comprender que quizás ya fueron demasiados los golpes recibidos como para pretender seguir adelante como si nada hubiera pasado. El tiempo dirá.
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