El difícil arte de buscar el sonido natural
Un dúo que fusiona canciones tobas con electrónica
Recital del grupo Tonolec . Con Charo Bogarín (voz, charango, percusión y violín toba), Diego Pérez (piano, guitarra, moxeño y coros), Lucas Helguero (percusión y coros), Nuria Martínez (vientos andinos), Lorena Rojas (coros y accesorios de percusión), Claudio Solino (contrabajo) y Emiliano Khayat (piano y acordeón). El jueves, en Caff, Sánchez de Bustamante 764. Próxima función: jueves 15, a las 21.30.
Nuestra opinión: bueno
Tras dos álbumes editados - Tonolec y Plegaria del árbol negro -que plasman la original propuesta de mezclar música electrónica con canciones tobas, el grupo Tonolec decidió apostar a un formato acústico, quizá como una manera de versionarse a sí mismo. Fue así que Charo Bogarín y Diego Pérez extendieron Tonolec a septeto y (con o sin intención) pusieron a prueba sus capacidades para trabajar con otra instrumentación que requiere más físico en acción que buen gusto para combinar sonidos sintetizados y programación.
La materia prima sigue siendo la misma: canciones anónimas o, en varios casos, escritas por el dúo en lengua toba, que, sacadas de su ámbito natural y puestas en un contexto cultural diferente, adquieren las características de la world music que desde hace varias décadas circula por todo el mundo. Basta escuchar piezas como "Noxoshiguen" ("Nacimiento") para percibir la familiaridad con temas publicados en discos de "african groove".
La singularidad de Tonolec pasa por la seria búsqueda de una canción ancestral que quiere reversionar y las creaciones propias que surgen a partir de esto. "En busca del sol", por ejemplo, es uno de estos casos, porque puede transcurrir sobre una base con sonoridad deep de algún género electrónico mientras que por encima el trabajo de la cantante toma inflexiones que emparientan la canción con el hip hop, el reggaeton o el raggamuffin.
Lo difícil de esta apuesta es el traslado de todas esas músicas que nacieron con bases electrónicas y el pulso preciso de loops a la interpretación fluida con brazos, manos y dedos. Lógicamente, los músicos quedan mucho más expuestos de esta manera. Y si bien en algunos casos la tarea fue resuelta con efectividad, en otros se notó la falta de solidez interpretativa. Esto hace que músicos de probado talento, invitados especialmente para estas actuaciones acústicas, como la aerofonista Nuria Martínez, se destaquen desde el segundo plano que ocupan dentro del grupo.
El traspaso instrumental y estético es lo que tendría que seguir madurando Tonolec como septeto. Lo que sigue intacto es el exacerbado glamour de los dos líderes. Al parecer, no tiene filtros. Y eso no ayuda a la propuesta.
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