A 10 años de la muerte de Michael Jackson, cómo fueron las últimas 24 horas del ídolo pop
Para María Escobar, la tarde del 25 de junio de 2009 empieza en algún momento después de comer, en Santiago de Chile, cuando prende la televisión. "Era la primera noticia del noticiero. Pero han dicho tantas cosas de él que no lo creía. Solo lo creí cuando vi a Germaine (Jackson) confirmar la noticia. Después, llorar y llorar". Millones de personas en todo el mundo estaban en ese momento haciendo lo mismo, en el último acontecimiento mundial retransmitido por televisión. Michael Jackson había muerto.
Es difícil comprender el impacto en la cultura popular que tuvo aquella tarde. Sirva como ejemplo que, diez años después, María Escobar estaba el pasado sábado en la puerta de la cripta privada del cementerio Forest Lawn de Glendale, en Los Ángeles, donde reposan los restos del artista. Había venido con su amiga Yvette Lobo desde Chile. Allí se encontraron con otra fan que viajó desde París. Vienen hasta Los Ángeles solo para visitar su tumba y dejar flores. Lo hacen todos los años. Miles de personas lo hacen todos los años.
Una década después de la muerte de Michael Jackson quedan ese tipo de cosas. Lugares y flores. La mayoría está en Los Ángeles, donde vivió y pasó los últimos días y horas antes de morir, a los 50 años. Con millones de personas preguntándose por qué murió, por qué él, cómo fue, la reconstrucción de esas últimas horas ha sido obsesiva desde entonces. La rutina privada ultrasecreta de Jackson salió a la luz por completo durante el juicio contra Conrad Murray, el médico que le administró una dosis de sedante letal. Conrad fue condenado a cuatro años de prisión por homicidio involuntario.
La cronología de la muerte de Michael Jackson, sin embargo, empieza dos meses y medio antes, el 5 de marzo. Ese día Jackson anunció en Londres This Is It, una serie de conciertos en el O2 Arena de la capital británica que empezarían el 13 de julio. Fueron sus últimas palabras en público. Jackson se había comprometido a 10 fechas. Un millón de personas de todo el mundo se registraron para comprar entradas en las primeras 24 horas posteriores al anuncio. Al día siguiente, la promotora redobló la apuesta y dio a conocer la noticia de que se harían 40 conciertos más. Iba a ser el gran regreso de Michael Jackson. Tenía fama de ser obsesivamente perfeccionista. Distintas personas de su entorno contaron a partir de ese momento que sentía una enorme presión.
Según varios testigos, Jackson era adicto a los analgésicos desde las quemaduras que sufrió en un accidente en 1984. Las acusaciones de abusos sexuales a menores a las que se enfrentó a partir de 1993 y, sobre todo, el segundo juicio sobre este asunto, en 2005 —en el que fue absuelto—, le hundieron en un hoyo de adicción y soledad cada vez más profundo. Esos episodios volvieron a salir a la luz este año con el documental Leaving Neverland, que daba voz a dos presuntas víctimas.
En 2009, cuando accedió a montar This Is It, era un personaje con un aspecto grotesco por las operaciones estéticas y vivía prácticamente recluido. De vuelta a Los Ángeles, Jackson comenzó a preparar la gira desde una mansión alquilada en el exclusivo barrio de Holmby Hills, en las montañas de Hollywood. Murray se había convertido en el médico privado de Jackson específicamente para la gira, como parte del contrato. A finales de junio, llevaba seis semanas administrando al cantante dosis de Propofol para ayudarle a dormir. El Propofol es un potente medicamento que se utiliza para anestesia general y debe administrar en un entorno hospitalario. No está claro en qué momento el insomnio crónico de Jackson le llevó al Propofol, pero Murray aseguró que él no era el primer médico que se lo recetaba.
En el juicio por homicidio involuntario contra el médico, Kenny Ortega, director de la gira y colaborador de Jackson durante años, dijo que en algunos momentos de los ensayos le había visto "perdido e incoherente". Ortega se dio cuenta de que "no estaba bien", pero al tiempo afirmó que nunca le había visto tomar drogas. El 24 de junio, la noche antes de morir, Jackson llegó tarde a los ensayos de This Is It en el Staples Center de Los Ángeles. A pesar de llevar 50 días seguidos tomando Propofol para dormir, según los testigos realizó una gran actuación. Ortega lo vio en plena forma. De aquellos ensayos salió un documental, titulado también This Is It,en el que se le ve cantando y bailando a los 50 años con una vitalidad asombrosa. Jackson se fue del Staples Center alrededor de la medianoche.
Conrad Murray dijo a los investigadores que Jackson tenía un insomnio crónico, era incapaz de dormir y dependía de fuertes drogas para conseguirlo. Aquella noche empezó con 10 miligramos de Valium que tomó a la 1.30 de la madrugada. A pesar de llevar horas bailando, seguía sin dormir. A las 2 Murray le inyectó Ativan (Lorazepam), otro ansiolítico. Seguía sin poder dormirse. Media hora más tarde, probó con otro: Versed (Midazolam). Murray asegura que estuvo toda la noche con Jackson. Durante la madrugada le administró otros dos miligramos de Ativan y otros tantos de Versed. A las 10 del día 25, Jackson seguía sin dormirse.
Según contó Murray a los investigadores, desde el amanecer el artista empezó a suplicarle que le diera Propofol, a lo que él se negaba. Finalmente, a las 10.40, Murray le inyectó 25 miligramos de Propofol diluido en lidocaína por vía intravenosa en el brazo. Ahora sí, el poderoso cóctel de drogas acumulado en su cuerpo hizo efecto. Jackson perdió la conciencia y se durmió. Según la declaración de Murray ante la policía, se levantó para ir al baño. Al volver, Michael Jackson no respiraba.
Comenzó a hacerle una maniobra de reanimación y le dio 0,2 miligramos de Anexate, una droga para contrarrestar sobredosis. Entonces llamó a Amir Williams, el asistente personal de Jackson, y le dijo que buscara ayuda. Durante el juicio, el jefe de seguridad de Jackson, Faheem Muhammad, contó que cuando él llegó a la habitación encontró allí a los dos hijos mayores del cantante, Prince Michael, de 12 años, y Paris, de 11, que lloraban en estado de shock mientras su padre yacía en la cama inmóvil, con los ojos y la boca abiertos.
A las 12.22, hora y media después de la dosis fatal, el guardia de la finca, Alberto Álvarez, hizo la llamada al teléfono de emergencias 911. Le contestó el puesto de bomberos número 71 de Los Ángeles. La conversación daría la vuelta al mundo:
—Necesito una ambulancia cuanto antes.
—¿Cuál es la dirección?
—100 North Carolwood Drive, Los Ángeles, California, 90077.
—¿Cuál es la emergencia?
—Tenemos un señor aquí que necesita ayuda. No respira. Tiene 50 años.
Un equipo de paramédicos llegó a la casa cinco minutos después y trató de reanimar a Jackson. Lo trasladaron en ambulancia al centro médico Ronald Reagan de la Universidad de California, en Los Ángeles. La hora oficial de la muerte es 14.26 del 25 de junio de 2009. En Santiago de Chile, igual que millones de personas en todo el mundo, el marido de Yvette Lobo llamó a su esposa para decirle que pusiera la televisión.
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