Entre los riffs clásicos de "(I Can’t Get No) Satisfaction", "Jumpin’ Jack Flash", "Brown Sugar", "Start Me Up" y muchos más, Keith Richards se convirtió en un ícono. Pero el guitarrista de los Rolling Stones también es leyenda porque encarnó como nadie el estilo de vida del viejo rock & roll, y porque sobrevivió para contarlo: viajes, excesos, momentos de abandono e infinita buena suerte. El último especial de colección de Rolling Stone –ya disponible en kioscos– reúne algunas de las historias que lo tienen como protagonista. Aquí, 20 aventuras salvajes, desde su corto paso por los boy scout hasta sus días preso en Canadá por tenencia de drogas, pasando por su experiencia como "niñero".
Deshonor Scout
1950s
En la adolescencia, Keith pasó dos años en los Boy Scouts. Pero este breve coqueteo con el servicio público terminó cuando metió un par de botellas de whisky en una reunión de exploradores y lo encontraron peleándose con sus colegas de lo que él llamó la "Beaver Patrol". "Poco después peleamos con unos tipos de Yorkshire, así que el sospechoso era yo", recordó en Keith Richards: The Biography, de Victor Bockris. "Descubrieron la pelea cuando yo quise pegarle a un tipo pero en su lugar le pegué al parante de una carpa, ¡y me rompí un hueso de la mano!" Un par de semanas después, le pegó a un "recluta imbécil" y lo echaron.
Oh, Canada
1977
A mediados de los 70, Keith Richards ya era un veterano de los arrestos por drogas, pero este los superó a todos, y amenazó con arruinar a los Rolling Stones cuando estaban en la cima. En febrero de 1977, la policía canadiense encontró casi 30 gramos de heroína en su habitación de hotel. Acusado de posesión con la intención de tráfico, y enfrentando una temporada posiblemente larga en la cárcel, Richards pagó la fianza y se agenció una visa especial que le permitía hacer un tratamiento experimental por adicciones en Estados Unidos. Cuando explotó el caso, en octubre del 78, "cada vez que aparecía en la corte había 500 o 600 personas, gritando: ‘Liberen a Keith’", recordó el guitarrista. Entre esta ávida base de fans, un fiscal poco entusiasta y una defensa agresiva, Keith fue hallado culpable, pero liberado de todos modos. (Después de pagar la fianza, incluso salió de fiesta con la joven esposa del primer ministro canadiense Pierre Trudeau, que pasó bastante tiempo con la banda.) Contrajo la obligación de hacer servicio comunitario, y lo que hizo fue un concierto a beneficio de los ciegos: un guiño a Rita, una fan no-vidente de los Stones que acorraló al juez y le pidió por Keith. "Caminó hasta nuestros shows. Esa chica no tenía ningún miedo", escribió Richards en Vida, su libro de memorias de 2010. "El amor de fans como Rita es algo que todavía me fascina."
Sin dormir, sin problemas
1992
"La adrenalina es la cosa más maravillosa que tenemos", le dijo Richards a un entrevistador en 1992. De hecho, su habilidad para no dormir supera toda creencia. Grabó "Before They Make Me Run", de Some Girls (1978), en una seguidilla de cinco días en el estudio ("Un ingeniero se tiraba a dormir la siesta, y yo buscaba a otro y seguía", escribió en Vida). Pero su récord es casi el doble de largo: "Nueve días sin pestañear", alardeó. "Finalmente, me quedé dormido parado… Estaba poniendo otro casete, y me sentía bien, pero me di vuelta y me quedé dormido. Me caí contra el borde del parlante. Me desperté en un charco de sangre, y me pregunté: ‘¿Esto es vino?’."
Algo de ácido, algunos policías, y una barra de chocolate
1967
Richards compró Redlands –un campo pintoresco en Sussex, Inglaterra– por 20.000 libras esterlinas en 1966. Un par de meses después, se transformó en la sede de uno de los más famosos arrestos por drogas de los 60, cuando 20 policías cayeron en la casa en busca de sustancias ilegales. Richards, Jagger y Marianne Faithfull, que estaban bajando de un largo viaje de ácido, fueron atrapados. "Tocan la puerta, miro por la ventana, y hay un montón de enanos afuera", escribió Richards. "Nunca antes me habían arrestado, y yo seguía de ácido." Luego se reveló que la policía había recibido una pista de un diario amarillista que a su vez la había recibido del chofer de Richards ("Nunca más volvió a caminar del mismo modo", recordó Richards). Inmediatamente corrió el rumor de que la policía había interrumpido una orgía en la que Jagger estaba lamiendo una barra de chocolate Mars metida en la vagina de Faithfull. De hecho, Richards abrió la puerta amablemente, y la policía encontró lo que Faithfull más tarde describió como "una escena doméstica pura". Richards y Jagger fueron acusados por posesión de drogas, y recibieron breves condenas que eventualmente fueron retiradas. "No sé cómo entró la barra de Mars en la historia", recordó Richards. "Eso te muestra lo que tiene la gente en la cabeza."
Papá por la nariz
2007
Cinco años después de la muerte de Bertrand Richards, padre de Keith, el guitarrista sugirió haber cometido un acto inventivo que lo acercó a su ser querido fallecido. "¿Lo más raro que traté de aspirar? A mi padre", supuestamente le dijo Richards a New Musical Express en 2007. "Fue cremado, y no pude resistir la tentación de picarlo y mezclarlo con un poco de cocaína." En respuesta a cualquiera que se sintiera ofendido, Richards dijo: "A mi papá no le hubiera importado, no le importaba una mierda". Aunque su manager más tarde dijo que Richards había hecho la declaración "en broma", Keith ofreció más detalles en Vida. "Cuando le saqué la tapa a la caja, cayeron un poco de cenizas en la mesa", escribió. "No podía meramente limpiarlas, así que le pasé el dedo y aspiré el residuo."
Keith de ski-week en Suiza
1972
"Aprendí a esquiar cuando era un drogón absoluto", alguna vez alardeó Richards. En 1972, Richards –exiliado de Francia por acusaciones de tenencia de drogas y de Inglaterra por cuestiones impositivas– se mudó a un chalet en Montreux con Anita Pallenberg y su familia. Pallenberg recordó con cariño cómo daban vueltas en Bentleys y Ferraris con un elenco cambiante de amigos. En medio de la fiesta, Richards encontró tiempo para esquiar, y los testigos lo recuerdan como alguien arriesgado. "La razón por la que lo superé [el exilio] fue que era todo de excelente calidad", dijo acerca de su suministro de drogas en Suiza. "Uno hace lo que puede por tenerla, y si tenés que cruzar fronteras internacionales, ¡mejor va a ser que lo hagas!."
¡Abran, es la policía!
1973
Richards estaba de fiesta en su casa en Cheyne Walk, Chelsea –con invitados que incluían al productor de blues de Chicago Marshall Chess–, escuchando discos de reggae y tomando, bueno, básicamente todo lo que hubiera para tomar. Hasta que apareció la policía y encontró heroína, marihuana, pastillas de Mandrax, una pistola, un rifle y 110 balas. Acusado en la corte por 25 cargos diferentes, Richards se salió con la suya usando la ayuda de su "brillante abogado", Richard Du Cann. "Poco después de mi caso (y, muy probablemente, a pesar de eso), fue nombrado jefe de la asociación de abogados."
Una patada casi lo mata
1965
Richards casi se muere varias veces, pero hay una vez que estuvo cerca y que él dice que fue "la más espectacular": el 3 de diciembre de 1965, mientras tocaba "The Last Time" frente a 5.000 fans en el Memorial Auditorium en Sacramento, California, su guitarra tocó el palo del micrófono, explotó una llama, y Richards se cayó al piso inconsciente. El promotor Jeff Hughson pensó que le habían disparado a Richards. Mick Martin, un asistente, dijo: "Literalmente, vi a Keith volar por el aire hacia atrás. Pensé que estaba muerto. Estaba horrorizado. Todos lo estábamos". Resulta que Richards había tenido un shock eléctrico del micrófono. Lo sacaron con tubos de oxígeno y lo llevaron de inmediato al hospital. Richards luego se rio, recordando haber escuchado a un médico en el hospital que dijo: "Bueno, o se despierta o no". Quizás Richards sobrevivió por las suelas anchas de sus Hush Puppies de gamuza, que detuvieron la descarga eléctrica. La noche siguiente estaba de nuevo sobre el escenario.
Los Stones: ¡Presentados a usted por Merck!
1975
Los Stones estaban en su mejor forma durante la legendaria gira de 1975 Tour of the Americas, y por una buena razón: "Nos alimentaba la cocaína de Merck", escribió Richards en su libro de memorias, en referencia a la forma ultra pura, químicamente manufacturada, de la droga. "Fue cuando empezamos a construir escondites detrás de los parlantes en el escenario, para poder tomar rayas entre las canciones. Una canción, un pase: esa era la regla que teníamos con Ronnie." Richards también tenía heroína que armaba en líneas y escondía tras los amplificadores, junto con cigarrillos con heroína (o "dirty fags", como se los conocía). Las cosas iban bastante bien hasta que Richards y su proveedor de cocaína, en un desvío en busca de una buena parrilla, fueron arrestados dentro de los límites de Arkansas. Pero pidieron algunos favores, pagaron una fianza de 162 dólares, y al poco tiempo estaban de nuevo en la ruta.
Aquella vez que no mató a nadie
1976
"Soy un buen conductor", escribió Richards en Vida, recordando un incidente en 1976 en el que se durmió al volante con su hijo de siete años, Marlon, en el asiento de atrás, y fue arrestado después de chocar. "O sea, nadie es perfecto." El guitarrista estaba volviendo de un recital en Knebworth, Inglaterra, y chocó su Bentley contra un árbol. "Hasta hace cinco o seis años, todavía tenía mi huella de sangre en el asiento de atrás", contó Marlon en Vida. "Y en el panel, estaba la abolladura donde golpeó mi nariz." Richards, que fue preso cuando la policía le encontró una dosis de ácido en un bolsillo de su campera, más tarde escribió: "Al menos no matamos a nadie".
Keith Richards, niñero
1973
Durante su gira por Australia en 1973, Richards conoció a una madre soltera con una conexión con un dealer de cocaína farmacéutica. De modo que, naturalmente, se mudó con ella durante una parada en ese país. "Vivir en los suburbios de Melbourne una semana con una madre y su hijo fue un poco raro", recordó en su libro de memorias. "A los cuatro o cinco días, yo era un viejo australiano típico. ‘Sheila, ¿dónde mierda está mi desayuno?.’ Era como si hubiera vivido toda la vida ahí. Y se sentía bien." Según Keith, incluso cuidaba del bebé cuando Mamá estaba en el trabajo. "Hay alguien en un suburbio en Melbourne que no sabe que yo le limpié el culo."
Rockeando en la Mansión Playboy
1972
En 1972, durante una gira en Chicago, Richards y el saxofonista Bobby Keys fueron invitados por Hugh Hefner a la Mansión Playboy, y casi la prenden fuego tomando droga en un baño. "Bobby dice: ‘Hay mucho humo acá’", recordó Richards en Vida. "Y después nos golpean la puerta, abren y aparecen tipos con baldes de agua. Nosotros estábamos sentados en el piso, con los ojos totalmente dados vuelta." La casa se salvó, pero, como señala Richards, Hefner mudó la Mansión Playboy a Los Ángeles.
Keith en el cielo con diamantes
1967
En Vida, Richards recordó sus intensas experimentaciones con drogas psicodélicas en 1967 y 1968. Pero hay un viaje de LSD en particular que considera verdaderamente especial. Tras juntarse una vez con John Lennon, el dúo se embarcó en lo que el guitarrista de los Stones describió como "un road trip de ácido" que, en el transcurso de dos o tres días, los llevó a las ciudades inglesas de Torquay y Lyme Regis. Basándose bastante en el recuerdo de Kari Ann Moller, quien luego se casaría con Chris, el hermano menor de Jagger, Richards recordó haber dado vueltas en círculos con el auto (con o sin chofer) y haber visitado la casa de campo de Lennon, donde "saludaron a Cynthia [la esposa de Lennon]". Años después, cuando Lennon y Richards se encontraron en Nueva York, Keith recuerda que el ex Beatle le preguntó: "¿Qué pasó en ese viaje?".
¡Ouch!
2006
En una pausa de la gira Bigger Bang, Richards y un pequeño grupo viajó a una isla privada cerca de Fiyi. Tras una tarde nadando con Ronnie Wood, se sentó sobre una palmera "que era básicamente una rama horizontal", de casi dos metros de altura. Cuando trató de saltar del árbol para ir a almorzar, se cayó y se golpeó la cabeza. Días después, le agarró "una jaqueca enceguecedora" y, esa noche, tuvo dos ataques mientras dormía. Luego de un agotador vuelo de cuatro horas hasta Auckland, Nueva Zelanda, fue operado por el neurocirujano Andrew Law. "Me desperté sintiéndome bien", dijo Richards. "Y dije: ‘Bueno, ¿cuándo van a empezar?’. Law me dijo: ‘Ya está, mate’." Seis semanas más tarde, Richards volvió a los escenarios... pero con Dr. Law (su "hombre de la cabeza") al lado.
Miedo a Berry
2014
En 2014, mientras promocionaba su libro para niños Gus & Me: The Story of My Granddad and My First Guitar, Richards apareció en Late Night with Jimmy Fallon, donde el conductor le preguntó por la vez en la que Chuck Berry le pegó en la cara. "Yo estaba en un camarín", dijo Richards. "Él fue a cobrar la plata, creo. Su guitarra estaba tirada en la funda, como: ‘Oh, vamos, Keith, tocala un poco’." Cuando Richards agarró el instrumento y tocó un acorde, Berry entró gritando: "Nadie toca mi guitarra", y le pegó a Richards en la cara. "Fue uno de los mayores hits [‘golpe’, en inglés] de Chuck", bromeó con Fallon.
Hey, al tipo le gusta el pastel
1989
La gira de Steel Wheels de 1989 fue la más grande de los Stones hasta entonces, pero a Richards le gustan las cosas más caseras. En Toronto, en diciembre, el catering había recreado un pub inglés, con rockola, palos de críquet y comida típica de pubs. Cuando Richards llegó tarde y descubrió que ya se había acabado el pastel de papas que él ansiaba tanto comer, se negó a subir al escenario hasta que hicieran otro. Jagger estaba furioso, pero el recital se demoró hasta que Keith tuvo su cena especial. "Ahora es famosa mi regla para las giras", escribió. "Nadie toca el pastel de papas hasta que yo llego. No me robes la masa, baby."
Desnudos y asustados
1978
A fines de los 70, Richards tuvo una relación con una rubia sueca llamada Lil Wergilis, a quien describió en Vida como "increíblemente graciosa, ingeniosa y un gran polvo". Una noche, estaban parando en una casa alquilada en Laurel Canyon (Los Ángeles) cuando Wergilis lo despertó en medio de la noche porque había un incendio en otro cuarto. (La causa del incendio sigue siendo secreta, aunque el guitarrista le dijo a Telegraph en 2010 que lo había iniciado él accidentalmente.) "Teníamos un par de segundos para saltar por la ventana", escribió Richards en Vida. "Yo estaba vestido con una remera y nada más, y Lil estaba desnuda." Una prima de Anita Pallenberg los pasó a buscar y los llevó a un lugar seguro. Cuando volvieron a la casa al día siguiente, encontraron un "cartel grande clavado en el pasto quemado que decía: ‘Muchas gracias, Keith’".
Merca, Keith, un baby shower... ¿Qué puede malir sal?
1970s
En It’s Only Rock ‘n’ Roll: 30 Years Married to a Rolling Stone, Jo Wood, la ex mujer de Ronnie Wood, recuerda cuando en 1977 conoció a Richards en un hotel de París. "Keith metió la mano en su bolso y sacó una cuchara de plata, una botella de pastillas y un encendedor. En segundos, había roto algunas pastillas con un poco de agua, las calentó, luego llenó una jeringa y se la clavó a través de la camisa." Momentos después, Richards sonrió: "Me miró [y dijo]: ‘Hola, querida. ¡Escuché tanto de vos!’." Jo se quedó impávida: "Adoré a Keith desde el principio, lo cual fue una suerte, porque Ronnie y él eran un dúo... Una de las primeras cosas que me gustaron de él fue su desobediencia". Pero el comportamiento de Richards desafió incluso a Jo. En una baby shower a fines de los 70, Jo le pidió a Richards que no tomara cocaína frente a su madre. Para sorpresa de nadie, su pedido fue ignorado: "Después de la cena, de repente dijo: ‘¡Y ahora el postre!’, y sacó una bolsa de cocaína y la tiró sobre la mesa." Mortificada, su madre salió de la sala. "La toma hace años", le dijo Jo a su mamá. "No lo puedo parar. Es su estilo de vida."
El pirata de Weston
1991
Tras décadas de drogas, sexo, arrestos y una locura legendaria, la única forma que le quedaba a Richards para shockear a la gente era asentarse. Y en 1991, es exactamente lo que hizo, mudándose con su esposa Patti y sus dos hijas de Manhattan a la frondosa Weston, en Connecticut. "Los bosques tienen una serenidad primitiva acorde a los espíritus ancestrales", dice él en Vida, donde escribe en detalle acerca de cómo disfrutó de los ambientes grandes y la gran biblioteca. En 2002, le dio a Rolling Stone una descripción de su vida rural: "Me levanto a las 7 de la mañana", dijo. "Leo un montón. Si el clima está bien, salgo a navegar un poco por Long Island Sound. Grabo mucho en el sótano; compongo canciones, me mantengo en forma. No tengo una rutina fija. Me paseo por la casa, espero que las mucamas limpien la cocina, después cocino algo frito y ensucio todo de nuevo. Patti y yo salimos una vez por semana, si hay algo en la ciudad. Llevo a la dama a comer, le compro flores y recibo la recompensa."
Escriben: Jon Dolan, Patrick Doyle, Kory Grow, Will Hermes
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