El destino de María Graña estaba marcado, aunque con eso solo no alcanzaba
Cómo fueron los inicios de la cantante de larga trayectoria, que está lista ahora para despedirse del tango y abrirse un nuevo camino en el mundo del folclore, el jazz y los boleros
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Cantar bien podría implicar la suma de dos factores que no alteran el producto: una buena garganta y una buena interpretación. Ya le decía Mercedes Sosa a aquellos que elogiaban el hecho de que incluyera en su repertorio tangos como “Nada”. “Es muy linda, sí [lo decía por la canción], pero en la voz de María es mejor”. Hace ya muchos años que “la voz” del folclore argentino, con ese testimonio, le puso un gran galardón a la voz de María Graña, aunque situaciones como esta son solo el broche de algo que ya existe pese a que nadie lo confirme. La voz de María Graña es un canon artístico de esos años en los que el tango recapitulaba sus posiciones de liderazgo en la preferencia popular y se reubicaba. Muchos cantores y cantoras quedaron en el camino, pero desde entonces hasta ahora ella puede decir que celebra cinco décadas con el tango y lo hace con dos shows que dará junto a Esteban Morgado y su cuarteto, el jueves y el sábado, en el Auditorio de Belgrano.
Creció en un hogar de padre cantor de tangos y con tíos guitarreros. El destino de María estaba marcado, aunque con eso solo no alcanzaba. Hizo varios intentos hasta que en 1970 las puertas comenzaron a abrirse. De a poco se fue convirtiendo en esta artista de gran potencia canora que también sabe hacer caminar sus cuerdas vocales por la media voz. Geminiana, seguramente dirá ella, para autodefinirse.
El repertorio clásico fue su aliado y tuvo maestros que la acompañaron como Osvaldo Pugliese. Estuvo en el lugar preciso en los momentos indicados (Grandes valores del tango, Michelangelo, Tango argentino) y hoy goza del prestigio de esos 50 años de carrera. Durante la última década formó una dupla interpretativa con el guitarrista Esteban Morgado. Comenzaron con un ciclo en Los 36 billares y la sociedad perduró, hasta dejó un álbum grabado, en 2011, Entre nosotros.
El camino la llevó hacia el tango, aunque ya desde hace por lo menos dos décadas puso su voz en otros terrenos y es lo que ahora quiere profundizar.
–Festejar 50 años con la música y anunciar la despedida del tango seguramente invita a muchas reflexiones, ¿qué motivos hay para hacer un cierre? ¿Quedó algo pendiente?
–Si el público está pidiendo una segunda función es porque estoy cumpliendo 50 años con la música y me despido del tango para incursionar en el folclore, en los boleros o el jazz, en otras músicas. Tengo esa licencia después de haber cumplido 50 años con la gente del tango.
–¿Cuáles son los códigos que tiene con Esteban, siendo tangueros de una generación beatle?
–Creo que tiene que ver con lo uno vivió en su infancia y en su adolescencia. Es un reflejo de lo que uno vivió durante toda su vida y eso lo volcamos en el escenario. Ahí uno se desnuda frente al público. Bueno... [risas] No sé si me voy a animar.
–Los últimos años de su carrera fueron con este trabajo junto a Esteban, ¿se sienten una especie de “binomio” como eran, en los 40, las típicas y los cantores?
–Creo que está aprendiendo [dice con sorna], de a poquito lo voy a sacar bueno. La música es un diálogo y cuando se logra ese diálogo, en este caso con Esteban, las cosas salen bien, como hasta ahora.
–Hace dos años, en una entrevista con Terapia de Noticias, en LN+, hizo referencia a la depresión y comentó que hacer música con Morgado la ayudó. ¿La música sana?
–Totalmente y la danza también. Toda actividad artística es buena, es sana y libera endorfinas. Es lo fundamental, principalmente ahora que ya pasé unos cuantos años.
–¿Qué recuerdos tienen de sus primeros shows juntos?
Esteban Mogardo (se une a la charla): –Es una relación maravillosa y un juego permanente. La metáfora futbolera está. Esa de que le tirás una pared a María y te devuelve la pelota redonda. Ella juega permanentemente con los tempos, con el fraseo, con su manera de decir. Hay que estar atento y disfrutarlo. Sugiere cosas y hay que estar a esa altura para darle el marco y que pueda explayarse y jugar. Finalmente es eso. La gente lo nota.
María Graña: – Esto es una muestra de trabajo profesional. A la televisión también la respeto mucho, igual que la radio porque son medios nobles. Con los años cambiaron, pero todos estamos en un cambio. También los músicos y los actores después de todo lo que nos pasó. Es un volver a vivir. Creo que la cultura también va a tener un momento de cambio y crecimiento. También depende de los gobiernos. Espero que apoyen a los artistas. Toda aquella persona que se dedica al arte merece respeto y la libertad de poder trabajar en lo que le gusta.
–Le comento tres momentos de su vida artística para que defina en unas palabras, el primero es “La Canción de Buenos Aires”
–Gané el concurso Canta el pueblo, de 1970, en Canal 7, con esa canción, después de haber perdido varios concursos. Después de eso Ben Molar me contrató para grabar mi primer disco y más tarde me contrataron para varios programas de canal 7.
–¿Osvaldo Pugliese?
–En 1973. Fue muy importante porque me abrió muchas puertas, entre ellas la de Michelangelo.
–¿Tango Argentino?
–Un ícono de algo maravilloso que le sucedió al tango. Su resurgir en Europa y en los Estados Unidos. Tuve la suerte de estar en las giras más importantes.
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