La banda comandada por Nico Landa presenta su nuevo disco este viernes 5 de agosto en The Roxy
El rock criollo tiene secretos bien guardados, gemas ocultas y pepitas escondidas a la vista del ojo masivo. Sin buscarlo (pero tampoco sin desdeñarlo) Nico Landa empezó a alojarse en tal arcón el día que decidió abandonar a Los Auténticos Decadentes. Fue una tarde de 1998, en Madrid, cuando se cruzó al Andrés Calamaro más verborreico y tomó impulso. Landa prescindió de los beneficios de pertenecer para buscar la modulación de su ser. Y así, sin más que sus canciones, comenzó el viaje.
Hoy, casi veinte años después, Nico Landa se yergue orgulloso delante de Los Animalitos, el grupo que creó para ser cobijado en un viaje no sólo artístico, sino también geográfico: pocas bandas tocaron en tantas ciudades, pueblos, bares y lugares como ellos. Tal es así que, mientras un grupo promedio enloquece por tocar en Buenos Aires ni bien saca un disco a la calle, Los Animalitos primero salieron a rodar por el país antes de cumplir con la rutina de la presentación-oficial-porteña.
En efecto, después de una quincena de conciertos por Interior, Los Animalitos preparan los cañones para mostrar Nuestra aventura, su quinto disco, en The Roxy. Será este viernes 5 de agosto. Tiempo para escuchar el country litoraleño de Nico Landa y sus legionarios en la gran ciudad.
Tenés tatuados al Perro Serrano, Ramones, Bob Marley y José Luis Perales. ¿Por qué ellos y no otros?
Estaba ebrio en un estudio de grabación con nuestro tatuador, el Negro de Paraná. Podrían elegido a Peter Tosh, Roberto Carlos, Andrés Calamaro y Joe Strummer, pero fueron esos cuatro. De Serrano aprendí el oficio de compositor, Perales me hizo sentir un rayo al corazón desde que una amiga peruana de mi hermana me trajo un cassette a casa, los Ramones son mi vida y Marley mi cantante favorito.
¿Cómo definirías al country litoraleño que inventaste y promovés?
Digamos que es algo imaginario, pero a la vez real, que combina la música folklórica yanqui, el tex mex, el pop, lo fronterizo, la música del nordeste argentino, de Paraguay y el chamamé, en un recorrido que iría desde Villa Paranacito a Pedro Juan Caballero y el sur de Brasil. Las letras cuentan historias y pintan personajes de esa región, porque todo eso nos habita y convive en nosotros: Nashville y la Virgencita de Caacupé, El Paso y la Triple Frontera, Hank Williams y Mario Bofill.
¿De donde viene tu fuerte relación con el nordeste argentino y Paraguay?
La verdad es que no encuentro aún una buena respuesta. Sé que el hecho de haber ido a Corrientes a pescar desde los 6 años me dejó una marca. Luego empecé a viajar a Paraguay con los Decadentes y no dejé de ir nunca más, sumando unos 30 viajes en total. Ellos le dicen “embrujo” o “payé” a lo que me sucede a mí por esos confines y creo que ese es mi lugar en el mundo. Ojo, que me encantan muchos lugares, como Salta, Chile, Irlanda, Colombia, Villa Gesell ó Santa Cruz de la Sierra, pero cuando tengo unos días libres me voy a Misiones, casi siempre. Y también soy un fanático de los pueblos del litoral, sus rutas, sus ríos, su comida, su historia, su gente.
¿Cómo tomás esta fecha en el Roxy? ¿Tiene alguna importancia mayúscula tocar en Capital después de conquistar el interior?
Tocar en Capital me encanta. Me queda cerca de casa, acá está mi gente y mi familia. No te olvides de que, a pesar de todo, nosotros somos más porteños que Aníbal Troilo. Me parece tan importante como cualquier otro show en cualquier otra ciudad, pero para Roxy trabajamos mucho, con amor y alegría. Vamos a tocar 22 canciones y van a venir a cantar y tocar Eduardo Zalazar, Cuino Scornik, Tucán y Fran Aguilar de La Franela, y Nito Montecchia de los Decadentes.
Si los Decadentes fueron tu escuela, ¿cuál fue la mejor enseñanza?
Que el de músico o artista (si querés, agregale una h al comienzo de la palabra) es el mejor pasaporte del mundo.